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EL ÁNGEL DE NEGRAS ALAS

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Ahora que algún clérigo dice que “el demonio ha metido un gol”, y teniendo en cuenta los derroteros violentos que este deporte arrastra en las últimas fechas, viene a cuento recordar los tiempos en las que “El ángel de Alas Negras” y la “violencia” oratoria de los mismos, daba a nuestras calles un aspecto tenebroso.

El ángel de negras alas, así denominaban en 1898, a uno de los días más lúgubres en el santoral católico, el Viernes Santo. Fecha en que ni las campanas anunciaban desde la cercana iglesia, con su tañer, el aviso de la misa, ni el giro sonoro de la veleta en su torre dejaba su anuncio. Conmemoración en la que hasta las sombras ocultaban las estrellas.

La cuaresma y la llamada Semana Santa de la que D. Agustín de Villoslada dijera en 1870: “...«La Cuaresma con su abstinencia, la Semana Santa con sus sublimes tristezas y alegrías, son los aniversarios más faustos, que asaltan y se apoderan del corazón de todo hombre, nos obligan a todos a un inventario universal. Ninguna fecha, ningún aniversario puede pasar sin traernos un contingente de recuerdos»...” Y algo de eso hay en esta entrada, los recuerdos de lo vivido durante los años en los que esa fecha nos marcaba, de alguna forma nos atemorizaba con aquellos “ejercicios espirituales, que algunos clérigos lanzaban contra nuestro aún, inocente intelecto.

Los centros religiosos, las iglesias, ofrecían a comienzos de los años 40, a los asistentes, oficios y maitines, que en los diversos barrios eran atendidos por predicadores, a veces llegados de otros pueblos. La iglesia de San Nikolas de Bari de Algorta contaba con el P. Mezquita del Corazón de María; la de Las Mercedes de Las Arenas era atendida por D. Atanasio Goioechea y la de los Trinitarios de Algorta corría a cargo del P. Felix de San José. La circulación rodada quedaba suspendida desde las 18 horas del jueves hasta las 24 horas del viernes, exceptuando los entierros, vehículos sanitarios y los de abastecimiento. El viernes, durante todo el día, era obligatorio guardar ayuno y abstinencia, incluso para los que disponían de “Bula”.

Incluso en los 60, durante esos días, en que oscuros capirotes, cual procesión de embozados de Tennessee, llenaban nuestras calles, dando a las mismas un aspecto lúgubre. Días en los que hasta la música callaba, el cine cerraba sus puertas, y un manto de silencio cubría las calles. En los que en la mayor parte de los pueblos, o se optaba por el monte o se seguía la “piadosa” costumbre de visitar las llamadas “Estaciones”, durante la tarde-noche del Jueves al Viernes Santo. En ese intervalo se producía el llamado sermón de las “Tres horas”, que iban desde las doce del mediodía hasta las tres de la tarde-noche. De las cuales decía la prensa de la época: “...«¡Tres horas mortales que parecen no acabar nunca!»...” Se referían al drama del Gólgota.

Entre los personajes que acudieron a nuestros barrios para celebrar la Semana Santa, cabe mencionar que en 1963, llegaba a la iglesia de los trinitarios el monarca Belga Balduino. A quien esperaba a la entrada del templo el superior de la orden de los Trinitarios P. Andrés de Cristo Rey, que le acompaño al coro para evitar que fuera visto.


Fechas que sin embargo, al menos para los más jóvenes, se hacían eternas, sepulcrales. Hasta las gentes parecían enfadadas, serias y taciturnas. En esos días ellas iban cubiertas con negras mantillas, ellos con sus mejores trajes de color oscuro. La diversión había quedado prohibida. Hasta la prensa callaba. La música y los espectáculos (cine) también. Los conciertos sacros, venían a sustituir las canciones de Chuck Berry o Elvis Presley. La propia radio veía enmudecer sus espacios musicales, emitiendo “música” religiosa. Se prohibían los bailes y cerraban los escasos teatros de Bilbao. El único sonido permitido era el de las sonoras carracas del Viernes Santo, que decían servían para matar al “Ángel de Negras Alas”.

Incluso bien entrados los año 60, y con la TVE en funcionamiento, los espacios que retransmitían eran de corte religioso, con viacrucis y procesiones desde diferentes lugares de la geografía del estado. Y no hace tanto tiempo, en 1970, los espectáculos públicos, incluidos los cabarets, eran suspendidos por la autoridad gubernativa, desde el jueves hasta el amanecer del domingo; en esas fechas se levantaba la veda a los espectáculos cinematográficos, siempre que fueran películas autorizadas para menores de 18 años.

Hasta las tabernas estaban prohibidas. Y como decían anteriormente solo quedaban dos opciones, acudir a ver los “Monumentos”, conocidos como “Estaciones”, especie de altares, cubiertos por un dosel de terciopelo de color granate, rodeados de flores y candelabros, que en la parte superior, a la que se accedía por una escalinata central, tenía una especie de retablo-altar. En ese espacio, el aroma del incienso lo embargaba todo, en medio de un silencio atronador de mantos morados, dando al mismo un aspecto sepulcral. Un “espectáculo”, en el que al menos podíamos ver y socializar nuestro aburrimiento, que nos permitía alegrar algo nuestro tedio, con la visión de nuestros amores juveniles.

O salir al monte, opción que nos alejaba del silencio fúnebre, que parecía haber cubierto nuestras calles, con salidas a lugares, más o menos próximos, los tiempos no daban para grandes aventuras. La Arboleda era uno de esos espacios, en los que el silencio se rompía, los controladores no nos amonestaban, y algunos pequeños destellos de alegría salía de nuestras voces y de alguna guitarra, dando rienda suelta a nuestras ganas de diversión. Cualquier espacio abierto, alejado de inquisitoriales guardas, era bien venido. Pero hasta el tiempo parecía empeñado en estropear aquel ansía de música y libertad, el jueves y viernes eran unos días, a los que muchas veces la lluvia acompañaban.

Hasta nuestros escasos hábitos alimentarios eran modificados, siendo sustituidos por el ayuno y la abstinencia, que los más pudientes, durante la cuaresma, habían logrado salvar, pagando aquella recaudación eclesiástica llamada “La Santa Bula”.


Días de silencio que solo eran rotos por el tañer de las campanas del sábado a la noche, que anunciaba el nuevo día, lleno de colorido y fiesta, en el que por fin se habían acabado algunas de las prohibiciones, los cines volvían a abrir y los bailes en las plazas publicas se llenaban de jóvenes. Sólo las mujeres, con su estigma coqueto, estrenaban zapatos o un trajecito de verano, mientras que ellos solo lucían un novedoso blanco pañuelo en la solapa, para anunciar la Resurrección del Señor. Pero eso sucedía el Domingo de Resurrección.

Y cómo en estos días, muchos aprovechamos para hacer salidas al monte, visitar poblaciones cercanas, y otros viajan a otros lugares, dejaré descansar mis páginas hasta el próximo martes día 3 de abril.


!DESCANSAD, DISFRUTAR Y CUIDADO CON LA CARRETERA!


ABERRI EGUNA 2018

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Aberri Eguna, conmemoración que la mayoría del Pueblo Vasco celebra en diferentes lugares del mundo.Y que este año, nuevamente, quienes creemos en una Nación Vasca, desde posicionamientos políticos diversos, celebraremos en diferentes lugares, este día tan señalado. Muchos ante la división de convocatorias, lo harán en sus hogares. Pero en el corazón de todos estará la vieja reivindicación de que LOS VASCOS FORMAMOS PARTE DE UNA ÚNICA NACIÓN.


!!GORA ABERRI EGUNA!!


ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -XXVIII-

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En la anterior entrada veíamos cómo en octubre de 1881, un grupo importante de vecinos se unía en torno a la reivindicación de que se construyera el camino que enlazaba San Martín con la carretera provincial que iba hasta Urduliz y cómo en octubre de 1881, el Ayuntamiento recepcionaba las obras de la nueva Casa Consistorial de san Nicolás.

En diciembre de 1881 se exigía a los médicos y farmacéuticos que se hacían cargo de la atención de las familias pobres, un listado de las familias que necesitaban de su atención, y a quienes, se suministraban los medicamentos gratuitos por su condición de pobreza. Al parecer ya desde octubre de 1873, el reglamento provincial de atención sanitaria a familias pobres, establecía que hubiera un medico cirujano para la atención de estas familias en poblaciones de menos de 4.000 vecinos, así mismo por cada grupo de 300 familias pobres era suficiente con que hubiera una oficina de farmacia para dicha atención, la cual tenía asignados 1.000 reales anuales para dicho fin. Las listas fueron elaboradas por los facultativos D. Manuel Hormaeche y D. Antonio Barrera, así como por el farmacéutico D. Miguel Garcia Salazar, aunque los suministros de medicinas para los más necesitados los realizaban de forma semestral entre el primero y otro farmacéutico de Algorta, D. Cándido Zugazagoitia. A su vez los pobres del Puerto eran atendidos por la Cofradía de Mareantes, quien pagaba la asistencia facultativa y las medicinas. La lista de estos desamparados también fue solicitada al Mayordomo de la Cofradía.

Comenzaba el año 1882con una “sana discusión” sobre si debiera repartirse el suministro entre los dos farmacéuticos o si debiera ser uno solo quien suministrara las ayudas a las familias pobres. D. Asensio Inchaurtieta había planteado que el suministro lo realizara el farmacéutico Sr. Garcia Salazar, mientras que el primer teniente de Alcalde D. José Ramón de Ansoleaga planteaba que fueran los dos farmacéuticos quienes lo hicieran. Al parecer eran celos comerciales, adornados de quien fue el primero en instalar la farmacia, los que mediaban en la discusión. El Sr. Ansolega apoyaba sus argumentos en que no existían derechos adquiridos, y era un derecho del consistorio el revocar los acuerdos con los farmacéuticos, además de que: “...«En la vecina Portugalete dos son las farmacias que suministran medicamentos a los enfermos pobres, y la población de Vergara se halla en idéntico caso»...” Tras un largo debate el Ayuntamiento decidió aprobar su acuerdo anterior, por lo que fueron los dos farmacéuticos quienes suministraron los medicamentos.


A mediados de enero de 1882 algunas obras del municipio iban concluyendo: El Puente de Larrañazubi, que había realizado el finado D. Domingo de Aurrecoechea; la colocación de faroles en la calle de la Carretera (actual Algortako Etorbidea). Mientras que otras generaban polémica, era el caso de la carretera de Urduliz al Ángel de Getxo; varios vecinos de la Anteiglesia escribían a la Diputación Provincial solicitando: “...«Se digne acordar que desde el Ángel continúe la carretera por el camino actual de carros, a empalmar en San Martín»...” El Ayuntamiento se retrotraía un informe que había elaborado en 1881, dando el asunto por zanjado.

No todos los barrios disponían de alhóndiga municipal, por lo que algunos fondistas solicitaban poder descargar, pesar y almacenar los vinos que introducían en el Pueblo en sus propios almacenes, era el caso del vecino de Las Arenas D. Miguel París. Romo, en esa época, también pertenecía a ese barrio. La condición establecida por el consistorio fue que: “...«Careciendo el municipio en dicho barrio de deposito y pesas, deberá facilitar gratis su bascula para pesar cuantos vinos se introduzcan en el barrio»…"

En esas mismas fechas se plantaban tamarises en la playa de Ereaga, y en otras zonas de litoral del municipio. El empedrado del camino de Las Arenas lo realizaba D. Francisco Mezo, con cantos procedente del la playa de Arrigunaga.


A primeros de febrero de 1882 se terminaba de confeccionar el padrón de ese año. Los responsables de confeccionarlo fueron los vecinos de Getxo D. Manuel Ugarte y D. Emilio Saliquet.

El 9 de febrero de 1882 quedaban nombrados, por el cabildo de Getxo, como mayordomos de la Iglesia de Santa Maria, para el año 1882 D. Juan Bautista de Sarria y para el año 1883 D. Juan Bautista de Ayo.

Algunos vecinos solicitaban al Ayuntamiento la utilización de terrenos comunales para la labranza. En la zona de Alango, uno de dichos solicitantes fue D. Francisco de Guerediaga, a quien se le concedieron siete peonadas, en el punto de Iturribarri, cerca del matadero.

En esa misma fecha el Ayuntamiento recibía un oficio del Alcalde de Gernika anunciando que con fecha del 8 de enero se había producido la unión de Luno a dicha Villa.

A mediados de febrero de 1882 el tranvía avanzaba hacía el centro de Algorta. El maestro de obras (Arquitecto municipal) D. Ciriaco de Menchaca acordaba con el director de la Compañía del Tranvía de Bilbao a Algorta los trabajos de rasantes necesarios para que dicho transporte llegara desde la plazuela de la Carnicería, junto a la esquina de la casa de D. Cipriano Urquiola, hasta el Casino de Algorta. Las aceras fueron realizadas con piedra procedente de Santo Domingo y Enecuri.


El 9 de febrero se inscribía en el registro de la propiedad la casa llamada “Alango Mayor”, situada en Algorta, en la campa del mismo nombre. El Alcalde de Getxo disponía la colocación de mojones para delimitar dicha plaza, ya que era de propiedad municipal: “...«Una vez que sean colocados los mojones, se proceda a igualar dicha campa a fin de establecer en ella la feria de ganado»...”

En febrero de 1882 volvía a la palestra las buenas costumbres y la decencia de nuestros jóvenes en los días festivos, sobre todo en los de la Semana Santa. A instancias del Alcalde D. Manuel Zalduondo, la corporación abordaba el vidrioso tema: “...«Aunque hasta ahora no ha sido costumbre, lo útil e imprescindible es, que el día que en la plaza pública haya jóvenes de ambos sexos, ahora que llegan los días festivos de la Cuaresma entrante, puedan divertirse en ella con la decencia que requieren la santidad de esos días. Así por ese medio poder evitar toda indecencia y escándalo, que por experiencia se ha visto en años anteriores, marchando dichos jóvenes a puntos que no puedan ser vigilados como en la plaza»...” Por lo presentado por el Alcalde, y tomando en consideración todo lo relacionado, acordaba el Ayuntamiento: “...«Que durante los días festivos de la cuaresma, y después de terminar los divinos oficios de la iglesia, toque el tamborilero en la plaza pública, para que en ella se diviertan los jóvenes honestamente, teniendo la correspondiente vigilancia para que así se efectúe»...” Dicho acuerdo tuvo su replica en el diario bilbaíno “Beti-Bat” (Diario católico fundado en Bilbao en 1880), un 8 de febrero de 1882. Al parecer, la corporación municipal se vio agraviada por los comentarios que en él se hacían por: “...«Haber mandado tocar el tamboril en la plaza pública, los días de fiesta de cuaresma, con el fin de evitar que se promuevan escándalos en rincones ocultos»...” Lo que llevó a insertar un artículo de rectificación defendiendo la propuesta municipal, incluso el primer teniente de Alcalde propuso suprimir el pasacalle y toque de tamboril después de la misa, durante la cuaresma, incluso: “…«El balsear según acostumbran aquí los que asisten al toque del tamboril»...”

Y como los tiempos eran de división de sexos, como decían en las actas “por su clase”, a las niñas pobres de la escuela de la “Fundación Cortina” (San Martín) de Algorta, se les asignaba uno de los roles de la época destinados a las mujeres: “...«Que en la escuela de la Fundación de niñas pobres de esta localidad, se compre el periódico titulado “La Azucena”, para que las niñas de la misma aprendan a hacer los bordados correspondientes a su clase, se autoriza a la maestra directora para que pueda suscribirse al citado periódico»...”

En la próxima entrada veremos cómo comenzaba marzo de 1882 con una curiosa guerra de faroles y cómo las obras del tranvía volvían a las páginas de plenos.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -XXIX-

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En la anterior entrada conocíamos cómo los médicos y farmacéuticos se hacían cargo de la atención de las familias pobres; y cómo las obras del municipio iban concluyendo.

Comenzaba marzo de 1882 con una curiosa guerra de faroles, la discusión empezó con el farol de la casa de D. Miguel de Uria, el dilema era si colocarlo más alto o más bajo. Se sometió a votación recibiendo el voto contrario del Síndico Sr. Larrondo, por lo que quedaba aprobado por mayoría absoluta la propuesta de bajarlo. Sin embargo, aquella propuesta derivó en una mezcla de contrapropuestas. Nadie quería dar el brazo a torcer, sobre si era un farol el que debía bajarse o si se debía modificar la situación de otros faroles del alumbrado público. Si el método de votación era el correcto, o si el farol de la discusión se debía trasladar a la calle de la Carretera (actual Algortako Etorbidea), contra la cochera del Sr. Sopelana. Intervino también D. Manuel de Zubiaga, opinando que dicho farol estaba mejor si se situaba al comienzo de la calle Tetuán (actual Avenida Basagoiti). Y ya solo faltaba la intervención del primer teniente de Alcalde, quien sentenció: “...«Que de ninguna manera consentía que aquel farol, ni ningún otro, fueran movidos del lugar en el que se encontraban»...” También la Comisión de Policía y Fomento intervino en el lance, colocando faroles en Altamira, otro frente a la Escuela de Náutica, otro en Mugaburu, otro frente a la casa del cura Sr. Artega en el Bulevar y otro en aquel punto antes mencionado de la calle Carretera. Finalmente tras sucesivas discusiones acordaron: “…«Que salvo el farol de la casa del Sr. Uria no se muevan de lugar el resto de los faroles»...” Aquellas disputas, no se sabe si por rencillas, envidias, o falta de temas sobre los que discutir, dieron para mucho, ya que en los libros de actas ocuparon cinco páginas. Y, ¿Quién sabe?, si como consecuencia de ello, o de los hábitos de algunos traviesos duendecillos de Algorta, más de 42 faroles terminaron con sus cristales rotos.

Por eso, quizá para evitar más tormentas que enturbiaban los ya caldeados ánimos, se decidía colocar un pararrayos en la torre de la iglesia de Santa María de Getxo, decían que: “...«Con el fin de evitar consecuencias desagradables y desgracias personales»...”


El 9 de marzo de 1882, eran las obras del tranvía las que volvían a las páginas de plenos. La proximidad de la primavera, pero sobre todo la cercanía del verano, y con él los visitantes que tantos dividendos dejaban en nuestros barrios, hacían que sus obras se acelerasen para ver llegar el tranvía hasta el Casino Algorteño: “...«se aproxima el verano, y la llegada del tranvía hasta el Casino, traerá beneficios al vecindario, con un aumento de los recursos municipales, por lo que es necesario que los forasteros se interesen en el Pueblo, lo que se conseguirá con la terminación de las obras mencionadas»...”

El 16 de marzo de 1882 dimitía el profesor de la escuela de Náutica de Algorta D. Eusebio Echaniz por haberse quedado con un solo alumno. Otro de los motivos fue que ante la escasez de alumnado, presentó una solicitud en el Asilo de San Mamés de Bilbao, que le fue aceptada. El domingo día 26 de febrero se celebró un acto de inventariado de los haberes de dicha escuela.

En la tarde del 19 de febrero de 1882 se celebraba la primera feria de ganado en la campa de Alango. Dejaban para próximas fechas: “...«El domingo día 16 del mes de abril la feria inaugural en dicha campa, con toda la pompa que requieren dichos actos»...” El día 14 de abril de 1882 se insertaba el anuncio, firmado por el Alcalde D. Manuel de Zalduondo, de la celebración de dicha feria en el diario “El Noticiero Bilbaíno”: “...«Acordado por el ayuntamiento que presido que en los primeros y terceros domingos de cada mes se celebre en Algorta feria de ganados, en la campa titulada Alango, empezando a las dos de la tarde, pongo en conocimiento del público que con asistencia de la banda de música de este pueblo, que tendrá lugar el domingo 16 del actual»...” Para aquel evento se imprimieron carteles y lanzaron cohetes anunciadores.


A finales de marzo, el día 30, se acordaba crear una escuela de primera enseñanza para niños y niñas, en el barrio de Las Arenas, dotándola de presupuesto económico debido: “...«a la gran distancia que tienen que recorrer, para asistir a las escuelas públicas de la población. Asignando para el maestro se le asignen 1.000 pesetas para gastos de casa y material escolar, y para la maestra 900 pesetas. Anunciando para conocimiento de todos los maestros y maestras interesadas, que están vacantes dichas plazas»...” Muchos de los pequeños, hasta entonces, recibían la enseñanza en Algorta, y otros a través del cura de Santa Ana (Las Arenas) D. Cipriano de Charroalde. Aquel fue el comienzo de la primera escuela pública del barrio que, sin embargo, precisó de un aumento de 500 reales para el sueldo de la maestra, a fin de no grabar a lo padres con aportaciones particulares.

En esas misma fechas el camino de la Rivera hacia de Askanpe (Puerto Viejo de Algorta), se hallaba muy deteriorado: “...«tanto para el paso de personas como de carros, a la playa de Ascampe, por debajo de la Avanzada»...” La llamada playa de Askanpe de Algorta era la rivera, que se encontraba tras el murallón del Puerto Viejo, donde tenía la salida el Kakaleku. Lugar que ya era denominado así por la prensa bilbaína (El Noticiero Bilbaíno) que ya en 1883 anunciaba la aparición de un cadáver en: “...jurisdicción de la anteiglesia de Guecho, en el intermedio del balneario de las Arenas y del punto denominado Ascampe, donde apareció el cadáver de un hombre sin identificar»...”

En abril de 1882 todos los acuerdos municipales eran publicitados en el pórtico de la iglesia de San Nicolás de Bari de Algorta. Mientras que el Ayuntamiento reclamaba que: “...«Al igual que no tenía parte de los beneficios de los objetos que el mar arrojaba a sus costas, tampoco le fueran grabados los repetidos gastos que provocaba la asunción de las costas de conducción y entierro de los cadáveres que el mar arrojaba a las mismas»...”

No habían pasado dos meses desde la iniciativa para establecer una escuela para niños y niñas en el barrio de Las Arenas, cuando la Junta de Enseñanza realizaba la recomendación de que la misma fuera un hecho por los mismos motivos que anteriormente se habían dicho: “…«La excesiva distancia desde el barrio hasta otras escuelas del municipio y la carencia de una escuela en el barrio»...” Pero al carecer el Ayuntamiento de recursos suficientes, acordaba solicitar ayudas gubernamentales a tal fin.


En ese mismo mes de abril se trataba sobre las condiciones de los arbitrios municipales: “...«para la administración de los vinos y demás bebidas, los derechos de abacería y degüello de cerdos, así como los asientos del mercado y puestos de poncheras»...” Los puestos de poncheras eran de venta de bebidas y dulces.

En la próxima entrada veremos cómo la preocupación por el aprendizaje de algunos idiomas llegaba a ciertos sectores de la población; ycómo ante la llegada del verano, los propietarios de las casetas de baño y el propio municipio, comenzaban a estudiar la colocación de esos pequeños cobertizos móviles para que los recatados bañistas pudieran cambiarse.


ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -XXX-

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En la anterior entrada veíamos cómo marzo de 1882 comenzaba con una curiosa guerra de faroles y cómo en la tarde del 19 de febrero de 1882 se celebraba la primera feria de ganado en la campa de Alango. En esta veremos cómo la preocupación por el aprendizaje de algunos idiomas llegaba a ciertos sectores de la población.

La preocupación por el aprendizaje de algunos idiomas llegaba a ciertos sectores de la población. El día 9 de abril de 1882, varios vecinos de la Anteiglesia presentaban al consistorio una instancia para que los niños pudieran estudiar en otros idiomas. Rápidamente el Ayuntamiento creo una comisión para: “...«interesarse si en Bilbao u otro pueblo un maestro que posea los idiomas de Francés e Ingles, con el fin de ver si esta corporación puede establecer un colegio, que enseñe esos idiomas a los jóvenes del municipio que deseen seguir la carrera de comercio»...”Se dirigieron a los profesores de francés D. Melchor Munárriz y al de inglés D. José Cristóbal.
Ante la próxima instalación del Semáforo en nuestra localidad, y con él la llegada de la línea telegráfica, el 17 de mayo de 1882, el Ayuntamiento decidía: “...«que sería muy útil al vecindario establecer una estación telegráfica en este Pueblo, por lo que queda nombrada una comisión para que recabe los datos necesarios a fin de llevar adelante esa iniciativa»...”


Y como ya estaba próximo el verano, los propietarios de las casetas de baño, y el propio municipio, comenzaban a estudiar la colocación de esos pequeños cobertizos móviles, para que los recatados bañistas pudieran cambiarse. Los propietarios de las casetas de baño D. Esteban Pazos y D. Enrique G. Riera, solicitaban les fuera rebajada en 5 céntimos de peseta la retribución de diez céntimos que cada caseta venía pagando desde el verano anterior, cosa que el Ayuntamiento denegó. Pero algunos hechos relacionados con la mar, a veces causaban problemas a los bañeros, en aquel primero de junio de 1882, un buque que había naufragado en la playa de Las Arenas, causaban problemas para la instalación de las casetas y suponían un peligro para los bañistas; el buque náufrago era propiedad de un vecino de Deusto D. Apolinar Alzaga, y se le demandó para que hiciera desaparecer los resto de aquel naufragio.

A primeros de junio ya empezaban los movimientos para la preparación de una de las atracciones festivas más demandadas de la época, los toros embolados, que se solían correr en las playas del municipio. Tras recibir la autorización del Gobernador Civil, que había sido solicitada por la alcaldía de Getxo para: “...«dar corridas de toros embolados en esta localidad todos los días festivos, durante la próxima estación de verano, se adoptarán cuantas medidas se crean necesarias para prevenir desgracias personales»...”

Mientras la zona comprendida entre las barreras de Amesti y Piñaga eran motivo de queja de algunos propietarios de Algorta, ya que el continuo trasiego de ganado por aquel punto molestaban a los mismos. El Ayuntamiento no intervino porque afirmaba que no era de su competencia impedir el paso de aquellos ganados.


El 7 de junio de 1882 el consistorio, satisfecho por el resultado obtenido en años anteriores, durante la celebración de exámenes generales para todos los alumnos de las escuelas públicas, de niños de ambos sexos, y para seguir con la costumbre establecida en años anteriores para estimular a los pequeños, estableció unas cantidades para la compra de premios, en función del numero de niños y niñas de los respectivos barrios: “...«Para la escuela de niños de Algorta 200 reales, para las niñas 160 reales; para los niños de Santa María 100 reles y para las niñas 80 reales. Así mismo se destinaron 160 reales para la escuela de niñas pobres de San Martín»...” Pero estos últimos se pretendía salieran de los fondos de negocio de dicha fundación.

La procesión del Corpus, según venía siendo costumbre, se iba a celebrar con la presencia de todos los corporativos en la misma, a excepción del capitular de Santa María de Getxo D. Roque de Zavala.

El 22 de junio de 1882, los maestros de Las Arenas D. José de Azcarate y D. Paulino Mendivil, solicitaban una subvención para poder establecer una escuela de niños, por su cuenta, en el barrio de Las Arenas.

El 28 de junio de 1882 se procedía al derribo de la antigua casa matadero. Decían: “...«por no producir renta ninguna al Municipio, y ofrecer un aspecto repugnante al ornato público, en el paraje más céntrico de la población»...” Solicitaron autorización al Gobernador de la Provincia para su derribo: “...«con el fin de aprovechar los materiales para la nueva casa de despacho de carnes»...”


En julio de 1882, como venía siendo costumbre, al acercarse la festividad de los patrones de Algorta y Santa María, el consistorio acordaba: “...«como viene siendo costumbre abonar esta corporación, a los que a los que prediquen aquellos días, se autorice a los párrocos de aquellas para que proporcionen predicador»...”

En la siguiente entrada veremos cómo estando ya encima las fiestas locales, se trataba de darles gran vistosidad con festejos populares, quema de hermosos fuegos artificiales, y toros embolados. Otro de los atractivos de las mismas iban a ser las regatas Internacionales del Club Náutico de Bilbao, que se celebraron en ambas márgenes de la ría.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -XXXI-

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En la anterior entrada veíamos cómo la preocupación por el aprendizaje de algunos idiomas llegaba a ciertos sectores de la población. Y cómo ante la inminencia de la llegada del próximo verano, los propietarios de las casetas de baño, y el propio municipio, comenzaban a estudiar la colocación de pequeños cobertizos móviles, para que los recatados bañistas pudieran cambiarse. En esta entrada observaremos cómo estando ya encima las fiestas locales se trataba de darles gran vistosidad, con festejos populares, quema de vistosos fuegos artificiales y toros embolados. Otro de los atractivos de las mismas iban a ser las regatas Internacionales del Club Náutico de Bilbao, que se celebraron en ambas márgenes de la ría.

A mediados de julio, por primera vez, se pensaba en: “...«la urgente necesidad de establecer un meadero en la Plazuela de Las Arenas (actual Bizkaiko Zubia Enparantza)»...”

Y ya estaban encima las fiestas locales, por lo que se decidía dotarlas de gran vistosidad. Para ello se acordaba que: “...«se celebren los festejos con el mayor lucimiento posible, se quemen vistosos fuegos artificiales a las diez de la noche de los días 31 del corriente, y 11 y 13 del próximo, quemando los primeros en la plaza se San Ignacio y los demás en el Puerto; así como se correrán dos toros en Las Arenas los días 26 y 30 del actual, otros dos el día 31 del corriente y el 6 de agosto con motivo de la celebración de San Ignacio, dos más el 1 y 3 días de San Nicolás, en el Puerto y uno más el día 16 de agosto en el barrio de Santa María; se celebrá regata y cucañas el día 12 de agosto. En la plaza de Las Arenas tocará la música el día 30 de julio por la noche, sin perjuicio de que los haga también por la tarde como en años anteriores»...” Los toros que se corrieron aquel año eran del vecino de Orozko D. Ignacio Ibarrondo.


Aquellas fiestas iban a contar con otro atractivo: las regatas Internacionales del Club Náutico de Bilbao, que animaron a ambas márgenes de la ría, ya que en esos días también se celebraban las fiestas de Portugalete. Éstas, como decía la prensa del 18 de agosto: “...«como de costumbre en semejantes días, contando con el sonoro ruido de las campanas volteadas, y el estampido del cañón»...” Las cucañas y juegos de patos en la ría animaron a los vecinos de ambas poblaciones hermanas. Mientras la anunciada regata calentaba motores con el ambiente que iban creando los chicos del Club Náutico: “...«Gran animación se notaba desde las primeras horas de la mañana entre los propietarios y patrones de las balandras de recreo, o sea entre los yachtmen como ahora les llaman, y los individuos del C.N. de Bilbao que andaban de uno a otro lado luciendo la característica boina roja del país con la estrella blanca del Club»...” A pesar del cariz aturbonado a indeciso del tiempo, hacia las nueve de la mañana dio comienzo la regata ante un inmenso gentío que ocupaba los mutiles de ambas orillas del Abra. Respecto de los premios ofrecidos por el municipio el Ayuntamiento acordó: “...Se adjudique a la lancha de codaste que primero dé la vuelta a la boya el premio de 400 reales, a la segunda 200 reales y al primer bote 100 reales»...” Sin embargo, por una cuestión de cortesía, el consistorio protestó respecto de su presencia en el campo de regatas, ya que los billetes para presenciarla desde una posición de dignidad, llegaron después de realizada la misma. Pero el transcurso de la regata y sus incidencias, quizá sea motivo de otra entrada.


Para el 16 de julio de 1882, las obras del tranvía hasta el casino ya habían concluido, por lo que se instó al Director de la empresa del Tranvía para que fijara la fecha de inauguración.

A finales de julio tomaba cuerpo la escuela de idiomas de Getxo, el 27 de julio se procedía a nombrar el tribunal que iba a seleccionar a los profesores de Inglés y Francés. El mismo estaba compuesto por el mayordomo de la Cofradía de Mareantes D. José Antonio de Uriarte, y el también cofrade D. Martín de Berreteaga; también formaron parte de la misma D. José Ramón de Aqueche, D. Antonio Arrarte; todos los miembros del tribunal formaban parte de la Junta de Primera Enseñanza de Getxo. Para dar forma a la escuela de idiomas se firmó una escritura, que estaba de acuerdo con lo establecido anteriormente, en otra otorgada a la Cofradía: “...«En vista de la escritura otorgada entre el Ayuntamiento y la Cofradía de Mareantes de este pueblo, y de conformidad a lo que ella determina para el caso de que desapareciera la Escuela de Náutica, como así ha sucedido»...”


Al finalizar agosto de 1882, la Compañía del tranvía sentía la necesidad de atraer a gente de otros municipios a Las Arenas, sobre todo de Bilbao, ya que se estaban acabando las fiestas veraniegas, y el barrio empezaba a perder sus visitantes. A fin de cuentas su negocio era el transporte de los visitantes. Para ello se ideó la celebración de una “Fiesta Veneciana” en la Plazuela de dicho barrio (actual Bizkaiko Zubia Enparantza). Se argumentaba que: “...«La Compañía del Tranvía ha decidido celebrar una fiesta Veneciana el 2 de septiembre, de siete a once de la noche, con el fin de retener a la gente forastera y atraer a dicha concurrencia; considerando que la fiesta ha de beneficiar a los fondos municipales, porque con la concurrencia y estancia de dichas gentes se consumirán más artículos sujetos al pago de derechos municipales»...” El consistorio colaboro en aquella fiesta con 500 pesetas.

La seguridad de los fondos y documentación municipal era algo que preocupaba a nuestros ediles. Uno de los artículos de la Ley Municipal, el 159, era el que establecía la obligatoriedad de que: “...«Todos los fondos del Municipio se guarden en una caja de hierro con tres llaves»...” Por ello a mediados de septiembre de 1882 se autorizaba a D. Robustiano Larrondo para gestionar en Bilbao la posible adquisición de una de ellas para: “...«custodiar en ella los fondos municipales»...”

En la próxima entrada veremos cómo varios vecinos de Las Arenas se dirigieron al Ayuntamiento solicitando permiso para construir un camino arbolado desde las casas de D. Álvaro García y de la Sra. viuda de Anduiza, hasta enlazar con la calle que se dirige a la Capilla de Santa Ana.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -XXXII-

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En la anterior entrada veíamos que, estando ya encima las fiestas locales, se trabajaba para darles gran vistosidad con festejos populares, quema de vistosos fuegos artificiales y toros embolados. Otro de los atractivos de las fiestas iban a ser las regatas Internacionales del Club Náutico de Bilbao, que se celebraron en ambas márgenes de la ría. En esta entrada veremos cómo varios vecinos de Las Arenas se dirigían al Ayuntamiento solicitando permiso para construir un camino arbolado desde las casas de D. Álvaro García y de la Sra. viuda de Anduiza hasta enlazar con la calle que se dirigía a la Capilla de Santa Ana.


A primeros de octubre de 1882 varios vecinos de Las Arenas se dirigían al Ayuntamiento solicitando: “...«permiso de esta corporación para construir a costa de los mismos, un camino arbolado desde las casas de D. Álvaro García y de la Sra. viuda de Anduiza, hasta enlazar con la calle que se dirige a la Capilla de Santa Ana»...” El consistorio accedió con la condición de que el camino fuera de propiedad municipal y se realizara de acuerdo con las indicaciones del maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca.

Como en todas las épocas los pequeños diablillos de Algorta, durante las fiestas de julio y agosto, se habían dedicado a romper unos farolillos de papel, que el Ayuntamiento había colocado para engalanar las zonas festivas e iluminar las mismas. Así que a los pequeños alborotadores, la autoridad municipal impuso unas multas para resarcir sus destrozos. Multas que en la totalidad alcanzaron los 123 reales.


En octubre de 1882 se encontraba acuartelado en el Fuerte las Canteras de Aiboa, el 5º Regimiento de Artillería. El consistorio venía suministrando al regimiento pan y aceite de forma regular, por lo que el Ayuntamiento decidió reunir todos los recibos firmados por el responsable del acuartelamiento para reclamar a la administración militar el pago de los suministros.

En esas fechas, la maestra de la Fundación de Niñas Pobres de San Martín solicitaba al Ayuntamiento, diferentes libros y objetos para la enseñanza. Por lo que el consistorio decidió enviarle media docena de paquetes de polvos para hacer tinta, otra media de cajas de plumas, además de hilo blanco; así mismo autorizaba a la maestra, con cargo al municipio, a suscribirse al periódico “La Guirnalda”. Este periódico que se publicaba quincenalmente, se empezó a editar en 1867 por el profesor de estudios católicos de Madrid D. Vicente Oliveras, para “ampliar la cultura de la mujer” sobre las bases de la propiedad y el catolicismo más acendrado. Y como decía en su portada estaba destinado “Al bello Sexo”. Sus artículos recogían figurines, patrones y bordados; el precio de la suscripción era de 7 pesetas al trimestre.


Para finales de octubre de 1882, el responsable del mantenimiento de los faroles de Algorta era D. Matías Cuevas, el cual desempeñaba su cargo por ocho reales diarios. Al parecer esa cantidad no era suficiente para su sustento por lo que solicitaba al consistorio que: “...«Se le cedan sin pago las latas vacías donde trae la esencia para el alumbrado»...”

Los derechos de abacería de aquel mes de octubre, por degüello de cerdos, había supuesto para las arcas municipales la cantidad de 2359 reales.

A principios de noviembre de 1882 la estrada de Píñaga, debido a los derrumbes ocurridos en los terrenos circundantes como consecuencia de las fuertes lluvias acaecidas, se encontraba intransitable. Uno de los vecinos, D. Ramón de Guerediaga, que habitaba en Piñaga-Erdikoa, solicitaba ayuda al consistorio para reparar dicha estrada. El Ayuntamiento acordaba reparar aquella estrada junto a las que conducían a los caseríos de Telletxe y Elorri.

El 3 de noviembre de ese año era nombrada maestra de la Escuela de primeras letras de Santa María de Getxo Dña. Andresa Goñi y Zabalza

Días más tarde, el 9 de noviembre, se daba curso a una petición de los testamentarios de Dña. Francisca Antonia de Mugica, que presentaban D. Luciano de Alday y D. Jose E. de Gorrondona, reclamando el pago de 50.000 reales, que adeudaba el Pueblo de Getxo a dichos testamentarios.


Por otro lado, los primeros vigías del Semáforo de la Galea D. Miguel Morales (Jefe del Semáforo) y el segundo vigía agregado D. Ricardo Sarachaga y Arteaga, solicitaban ser exentos del pago de derechos municipales de consumo. El 12 de octubre se había abierto al público dicha estación electro-semafórica.

A mediados de noviembre se trabajaba en la ejecución de los desmontes y terraplenes de los solares del barrio de Algorta que llamaban de “Alangüetas” para realizar las rasantes de las calles para edificar en dichos solares. El consistorio pedía a los propietarios de esos terrenos que tapiaran los limites de sus propiedades a fin de hacer que las obras de rasantes fueran: “...«Más perfectas y evitar cuestiones de deslindes»...” A la vez se proyectaba realizar una carretera desde Amorotoena (junto a la plaza de Jardingana) hasta el barranco del Castillo, en el punto denominado Arrigunaga. Formaban parte de esas obras la continuación de las que se estaban realizando desde el Casino hasta Jardingana, que iban a continuar hasta San Martín. También en dicho proyecto se incluía otra que iba desde la encrucijada de Jauregi hasta la Iglesia de Andra Mari, en Getxo.

En la próxima entrada veremos la importancia que se daba a los fondos municipales y las necesidades de información administrativa y legal parece que anidaban en nuestro munícipes. Y cómo trataba la prensa en agosto de 1882 al barrio de Las Arenas, del que decía la prensa que hacía veinte años, tan solo había en él no más que dos ó tres edificios, y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna vegetación. Y en ese año estaba cubierta de bosques y jardines frondosos, entre los que se alzan multitud de lindos y suntuosos edificios.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -XXXIII-

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En la anterior entrada veíamos cómo varios vecinos de Las Arenas se dirigían al Ayuntamiento solicitando permiso para construir un camino arbolado desde las casas de D. Álvaro García y de la Sra. viuda de Anduiza hasta enlazar con la calle que se dirigía a la Capilla de Santa Ana. En esta veremos la importancia que se daba a los fondos municipales, y las necesidades de información administrativa y legal parece que anidaban en nuestro munícipes. Y cómo trataba la prensa en agosto de 1882 al barrio de Las Arenas, del que decía que hacía veinte años, tan solo había en él no más que dos ó tres edificios y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna vegetación. Y en ese año estaba cubierta de bosques y Jardines frondosos, entre los que se alzan multitud de lindos y suntuosos edificios.

A mediados de noviembre de 1882 se nombraba como depositario de los fondos municipales a D. Juan Manuel de Ugarte, vecino y propietario con casa en la calle Carretera de Algorta (Actual Algortako Etorbidea), y lo hacía siendo responsable subsidiario con: “...«todos sus bienes habidos y por haber para el cargo de depositario»...”

A final de noviembre de 1882 las necesidades de información administrativa y legal parece que anidaban en nuestro munícipes, puesto que tomaron la decisión de realizar la compra de varios libros, entre ellos estaban: El “Diccionario General de Formularios”, “Derecho Administrativo Provincial y Municipal”, “Manual de Procedimiento Administrativo de Apremio”, la entonces novísima ley de “Aguas Puertos y Canales “, el Manual de Legislación de Montes y Policía Rural”, la “Constitución del Estado” del 30 de junio de 1876, el “Manual de Caza y uso de Armas” y el “Diccionario de la Academia”.


Así mismo el primer teniente de Alcalde proponía al pleno que se tomara en consideración el arreglo del camino al Campo Santo de Algorta, y que fuera el sacristán de San Nikolas, quien se hiciera cargo de las llaves de la puerta de hierro que daba acceso a dicho recinto.

La sidra era otro de los temas a tratar por el consistorio. A finales de noviembre el vecino de Las Arenas D. José María de Aramberria, enviaba una solicitud al Ayuntamiento para que se les aliviaran los impuestos que sobre esta bebida se venían aplicando. El Consistorio accedió a sus demandas y se rebajó un quince por ciento por vía de merma a las barricas que dicho vecino tenía en su bodega de Las Arenas, y que la destinada a la exportación pagara, por cada vez, un cuarto de pipa como impuesto.

Y a pesar de que como decía la prensa en agosto de 1882: “...«Hace veinte años aun no había en las Arenas más que dos ó tres edificios, y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna vegetación. Hoy la cubren bosques y Jardines frondosos, entre los que se alzan multitud de lindos y suntuosos edificios»...” Entre algunos de sus habitantes, sobre todo los más hacendados, estos encabezados por D. Ezequiel Aguirre, a todas luces promotor de la gran urbanización que se iba a desarrollar en esos arenales, surgía una demanda, que ya había tomado cuerpo en julio de ese año, y que en diciembre de 1882 volvía a ser tratada por nuestros ediles: “...«Numerosos vecinos y propietarios del barrio de Las Arenas, teniendo presente que ninguna mejora se ha podido realizar en aquel barrio, debido a la escasez de recursos en obras de mejora de la plaza y calles, las cuales darían impulso para que la edificación se desarrollase con mayor escala en el barrio naciente»...” Solicitaban al consistorio que se abordase la mejora de calles y plaza de dicho barrio. El Ayuntamiento acordaba dirigirse a la Delegación Provincial de Hacienda, a fin de que con los recursos de la venta de propiedades comunales se atacaran aquellas demandas.


A mediados de diciembre de 1882 terminaban los exámenes en uno de los centros de enseñanza de Algorta, “La Purísima Concepción”. Las actas municipales y la prensa recogían la noticia: “...«Han terminado los exámenes en el colegio de la Purísima Concepción, dirigido por la señorita Dña. Carmen Gómez. Los mismos se realizaron bajo la atenta mirada de D. José de Ansoleaga, teniente alcalde y D. Martín Retana cura párroco. La gran influencia de la iglesia se hizo sentir en los mismos, ya que el primer temario consistió en Historia Sagrada, catecismo y moral cristiana, que presentó la directora del centro, comprendiendo ser estas materias las ramas más importantes de la educación cristiana. El señor cura párroco empleó dos horas en preguntas sobre el tema, las niñas jóvenes educadas, hablan con viveza al sentimiento, preparan y conducen el corazón a seguir con decisión y entusiasmo los derroteros y caminos de la virtud. En Historia y Aritmética llenaron su cometido»…” Finalizaban alabando a la directora por: “...«el celo y firme carácter derramado en el corazón de las jóvenes el suave aroma de las virtudes»...” En definitiva, todo un compendio de la moral y conocimientos de la época.

Y como las cosas de la próstata no eran asuntos menores en esos días, el Ayuntamiento, preocupado por las evacuaciones de sus vecinos, encargaba al Arquitecto bilbaíno D. Martín Guridi que: “...«Sin pérdida de tiempo hiciera todo lo posible para colocar un meadero decente en la plaza de Las Arenas»...”

Llegábamos al fin de año, y ya próxima la navidad, nuestros ediles decidían celebrar la natividad acudiendo al banco de la presidencia de la iglesia de San Nikolas de Bari de Algorta.

Hasta en esas fechas las obras avanzaban a buen ritmo, esta vez era la fuente del punto de Santa María denominado “Chacharro”, la llamada a servir a los vecinos del barrio para el abastecimiento de agua. El 28 diciembre de 1882 se plantaban tamarindos en el monte y barranco de Ereaga.


En la próxima entrada veremos los enfrentamientos entre los poderosos hacendados y el Ayuntamiento al tratar estos de pasar por encima del Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. Y cómo en marzo de 1883 se anunciaba con carteles colocados por el pueblo la feria de ganados en la campa de Alango.


NAUFRAGIOS EN LA RÍA, EL TOÑIN

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La mayor parte de los naufragios en nuestra costa, en la de Getxo, a lo largo de la historia se produjeron en la temida barra de Portugalete, algunos en nuestras playas o en la Galea. ¿Pero cuantos naufragios se produjeron en la ría?. Esa es una pregunta que poco a poco trataré de contestar.

Desde aquellos primero naufragios, de los que se tiene conocimiento, como el Bretón “San Agustín” 1730, el Francés “La Genoveva” 1735 o la “Juan y María” de 1753, hay uno de ellos que hacia la mitad de la Segunda República Española, dejó huella, incluso fotográfica, de nuestra ría.

Se trata de un vapor construido en 1889 en los astilleros de J. Fullerton, en Paisley (Escocia). Medía 31,66 metros de eslora, 6,23 de manga y 2,56 de puntal, con un calado a toda carga de 11 pies, a popa. Desplazaba 160 toneladas, siendo de 59 el tonelaje neto, y estaba provisto de una máquina de alta y baja presión de 35 caballos efectivos, con una marcha normal de siete a ocho millas hora. A lo largo de su vida tuvo varios nombres, desde el inicial Amy, que en 1922 cambiaría por “Toñín García”, aunque se le conociera más habitualmente con el primer nombre “Toñín”.


Perteneció a una flota llamada “María Cruz”, cuyos barcos pertenecían a la Casa armadora de D. Francisco García, de Bilbao y Santander. Barcos que eran conocidos con el nombre de “los Marías”. Desde el año 1922 pasó a ser propiedad de la Compañía “Vapores Costeros, S. A.”, domiciliada en Bilbao. Se dedicaba al servicio regular de mercancías entre Pasajes, Rivadeo y puertos intermedios del Cantábrico.

El 23 de marzo de 1934, toda la prensa local y la del Estado recogían en sus páginas, el naufragio del “Toñín”: “...A la una y cuarto de la madrugada de ayer naufragó en Las Arenas, yendo a montar sobre la escollera del muelle del Relleno, frente al monumento en construcción a Churruca. El vapor español "Toñín", de matrícula de Bilbao, perteneciente a la Empresa "Vapores Costeros, S. A.", presentada por los consignatarios Sres. Acha y Arregui, de la plaza Uribitarte....”

El relato del inicio del naufragio lo realizaba el patrón del vapor, D. Paulino Fernández Jardón a pie de escenario: “...Salimos de Santander, próximamente a las ocho de la noche, llevando a bordo ciento veinte toneladas de carga general, entre ellas setenta y nueve de café y cacao, procedentes de Centro América, transbordadas en Santander del trasatlántico francés "Cuba", con destino al comercio de Bilbao...”

Durante todo el día el fuerte Noroeste reinante, con algunas ráfagas de Norte, provocó un temporal durísimo. Para hacerse una idea de la situación en la ría, baste recordar que: “...era tal la violencia del viento, que a las nueve de la noche se podía observar cómo el transbordador del puente de Bizkaia, detenido en el muelle, era mecido por el vendaval…” El temporal provocó que varios buques tuvieron que entrar de arribada forzosa y suprimir la salida algunos de los que pensaban hacerse a la mar.

Tras una travesía, en la que navegaron con un fuerte viento del noroeste, y mar gruesa, a pesar de que la tempestad parecía echar una partida a la muerte, el barco soportó admirablemente, probablemente debido a sus excelentes condiciones marineras, los envites de las olas. A las once y media avistaron la luz de la Galea, embocando el puerto exterior sobre la una menos, coincidiendo con la hora de la bajamar.

Enfilada la ría, y al llegar a la altura del inicio de la mojojonera de Las Arenas, falló de repente el guardín de estribor, lo que provocó un brusco giro del timón a la banda contraria. Ese giro ocasionó que el barco diera una brusca guiñada, virando a babor, yendo en un momento sobre las peñas de la escollera del muelle, en el lugar llamado el relleno de Churruca. Fruto del choque contra las rocas, a flor de agua se veían la proa y parte de la chimenea y del puente.


El patrón, tan pronto como el barco quedó sin gobierno, comprendió que de nada serviría intentar guarnir un aparejo para gobernar a popa, porque el ancho de la ría no permitía realizar la maniobra a tiempo. Rápidamente ordenó a su tripulación que tratara de alcanzar la orilla, y al maquinista D. Francisco Antonio Fontao, que apagara los fuegos y abrir los escapes de vapor para evitar que la caldera hiciera explosión. Al quedar el barco encaramado de proa sobre las peñas, muy cerca del muelle, facilitó que los siete miembros de la tripulación pudieran alcanzar tierra. Durante todo el día, fue incesante el desfile de curiosos para ver la situación en que había quedado el vapor siniestrado.

Enseguida llegaron las primeras ayudas. El subdelegado de marina les acompaño hasta el Hotel Antolín, situado en la Plazuela de Las Arenas (la del Puente Bizkaia actualmente), donde quedaron hospedados y se realizaron las primeras tomas de datos sobre el accidente. Para más tarde, al llegar los consignatarios del vapor, trasladarse a Bilbao.

La carga que transportaba el “Toñín” sobre la cubierta, bocoyes de vino, bidones de aceite, cajas con latas de petróleo y otros efectos, fueron recogidos, algunos en la playa de Las Arenas y otras zonas próximas, desde donde fueron llevados a un almacén, permaneciendo bajo la custodia de los carabineros.


Días más tarde, aprovechando la mejoría del tiempo, el casco del vapor “Toñin” fue revisado por un buzo, comprobando que el mismo, al quedar apostado sobre las rocas, había sufrido abolladuras en algunas planchas, presentando abierta una vía de agua, que por fortuna, no era tan extensa como se temía en un principio. Por lo que decidieron empezar a alijar la carga, para hacer una taponadura provisional en el casco, y si el tiempo lo permitía, tras terminar el alijamiento, intentar levantarlo por medio de la grúa flotante de la Junta de Obras del Puerto. Una vez puesto a flote con el auxilio de un remolcador fue conducido a la playa que se extendía al fondo de la Dársena de Galdames en la jurisdicción de Sestao, donde se procedió a su reparación.

De aquel naufragio dieron cuenta varios periódicos bizkainos: “El Noticiero Bilbaíno”, “El Nervión”, “Euzkadi”, “La Gaceta del Norte”, “El Pueblo Vasco” Y “La Tarde”. También lo hicieron otros del resto del Estado como “La Vanguardia” de Cataluña, y los diarios madrileños: “Luz”, “La Libertad”, “Ahora” y “Siglo Futuro”. Pero como decía uno de aquellos diarios que informaron sobre su hundimiento, lo más importante de aquel echo fue: “...«Que se salvó toda la tripulación»…”


PRIMERO DE MAYO

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Primero de mayo, conocido como el “Día de los Mártires de Chicago”, y cuyo origen está en las luchas que sindicalistas americanos desarrollaron en 1886 para reivindicar la jornada laboral de 8 horas. Iniciada con la consigna de: “...«Obreros, que vuestra consigna sea: ¡Cobardes a la retaguardia! ¡Hombres al frente!»...” Pronunciada por August Spies, provocaría que fechas más tarde cinco de ellos fueran ahorcados. A partir de esa fecha todos los trabajadores del mundo celebran su día de reivindicación más popular.

Un día de lucha, no de descanso. Y que en nuestro Pueblo nace desde las entrañas de Triano, antes yermos despoblados, donde la explotación del mineral del hierro hizo crecer un potente movimiento obrero, ya desde los inicios de 1880. Cuyos vecinos en mayo de 1883, en una carta enviada a la prensa, presentaban como: “...«Una numerosa población diseminada por aquellos montes, que no podía permanecer más tiempo privada de los derechos de ciudadanía, viviendo como parías, en medio de una sociedad cuyas cargas levantaban sin opción a participar de ninguno de sus derechos»...” Y que años más tarde ,en 1885, en el mismo medio de difusión decían, con motivo de la llegada de las elecciones: “...hoy que un honrado trabajador se ve obligado a elegir entre votar por el candidato que el amo le indica, o que este le ponga de patitas en la calle...” En esas condiciones de vida, no iba a ser raro que desde esas minas partiera toda la lucha que la clase obrera iba a desarrollar años más tarde.

Como decía en 1887, al referirse al primero de mayo, un escritor: “...«Es el día en que la clase trabajadora, los desheredados, las victimas de todas las iniquidades sociales, se reúnen para demostrar a la clase opresora la justicia de sus pretensiones»...”

Y es precisamente hoy, en que los derechos de los trabajadores se ven pisoteados con jornadas abusivas, con salarios de miseria, con condiciones de trabajo cada vez más leoninas, que esta fecha toma cada vez más sentido. Para luchar y reivindicar, derechos que ya teníamos, y que estos gobernantes han hecho retroceder, el derecho a salarios dignos, a contratos dignos, a pensiones dignas.


!GORA MAIATZAREN LEHENA!

!VIVA EL PRIMERO DE MAYO!

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -XXXIV-

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En la anterior entrada veíamos la importancia que se daba a los fondos municipales Las necesidades de información administrativa y legal parece que anidaban en nuestro munícipes. También leíamos cómo trataba la prensa en agosto de 1882 al barrio de Las Arenas, del que decía que hacía veinte años, tan solo había en él no más que dos ó tres edificios, y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna vegetación. Y en ese año estaba cubierta de bosques y Jardines frondosos, entre los que se alzan multitud de lindos y suntuosos edificios. En esta veremos los enfrentamientos entre los poderosos hacendados y el Ayuntamiento al tratar estos de pasar por encima del Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. Y cómo en marzo de 1883 se anunciaba, con carteles colocados por el pueblo, la feria de ganados en la campa de Alango.

Los enfrentamientos entre los poderosos hacendados y el Ayuntamiento seguían repitiéndose al tratar, éstos, de pasar por encima del Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. El 28 de diciembre de 1882 D. Fernando Mieg, que en julio de 1865 había adquirido uno de los terrenos de Las Arenas, solicitaba al Gobernador permiso para: “...«elevar 5 litros por segundo del rio Gobela a fin de regar la finca Sagarra-Barrena de mi propiedad»...” El Ayuntamiento de Getxo se opuso alegando que: “...«los ganados no podrán abrevar, impedirán que las lavanderas acudan a sus orillas, no pudiéndose utilizar las aguas para beber y uso doméstico, no pudiendo desarrollar su industria las tejeras e impedirá que los dueños de terrenos de Santa Eugenia puedan regar sus fincas»...”

Y finalizaba el año con un acto, que seguro que a los implicados no gustó excesivamente, el “Sorteo de Mozos” para el remplazo del ejército del año 1883. Entre los llamados a quintas aparecían nombres conocidos en el barrio: Luis Arondo, Santiago Luis Saitua, Eduardo Sarria, Juan Bautista Larrinaga, Hilario Aguirrechu, entre otros.

En la próxima entrada veremos la llegada del nuevo año, 1883 con sonsonetes cuarteleros referidos a los suministros de materiales bélicos, hechos por el consistorio durante la última Guerra Carlista


En la anterior entrada vimos las necesidades de información administrativa y legal que anidaban en nuestros munícipes, y cómo eran tratados los impuestos sobre la sidra. En ésta veremos la llegada del nuevo año, 1883, con sonsonetes cuarteleros referidos a los suministros de materiales bélicos hechos por el consistorio durante la última guerra. Y los conflictos con la Cofradía de Mareantes del Puerto de Algorta.

Y así comenzaba el año 1883, con sonsonetes cuarteleros, referidos a los suministros de materiales bélicos, hechos por el consistorio durante la última guerra a las tropas del Gobierno (a los Liberales), que habían sido suministradas por el vecino de Madrid D.Baldomero Burreros.

Entre las obras que se iban a acometer nada más empezar el año estaban la Plaza y calles de Las Arenas, un lavadero cubierto en el río Gobela en el punto llamado Lejarreta. En enero de 1883 se acordaba establecer el sistema métrico decimal en el Matadero de Algorta.

Y para que no quedaran dudas de la religiosidad del barrio, se ordenaba hacer los listones para colocar las tablillas con las láminas del Antiguo Testamento en la Escuela de Niñas de Santa María de Getxo. Y como no fuera que las iras divinas descargasen sus rayos celestiales, el 25 de enero el consistorio encargaba a D. Julián Torre la colocación de un pararrayos en la torre de la iglesia de Andra Marí.


A mediados de febrero de 1883 eran varios los vecinos de Las Arenas quienes ofrecían al Ayuntamiento la cantidad de 27.000 reales para arreglar la calle que iba desde la carretera, junto al Balneario de Baños de Mar Bilbaínos, a la capilla de Santa Ana. El proyecto quedó encargado al maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca.

Para cumplir la orden del Gobierno Civil, del 19 de febrero de 1883, que demandaba: “...«la construcción de un lugar independiente al cementerio para enterrar a las personas que fallezcan fuera de la religión Católica»...” El consistorio acordaba estudiar la ampliación del cementerio de San Nikolás, y la construcción del citado recinto para los no católicos.

El 19 de marzo de 1883 se anunciaba con carteles colocados en el pueblo la feria de ganados en la campa de Alango. Y aunque no era el caso, en esos días, las pruebas de bueyes que estaban prohibidas, demandaban el interés de la prensa: “...«por el gobierno civil de Vizcaya se prohibieron las repugnantes pruebas a que se sometían en nuestros feriales las yuntas de bueyes, pruebas que consistían en hacer arrastrar a los pobres animales, a fuerza de gritos, rejonazos y palos, enormes piedras cuyo peso era cuando menos doble del que buenamente podían arrastrar las yuntas…, las pruebas no eran más que pretexto para las apuestas y, a decir de la prensa, levantar las más bajas pasiones de crueldad contra los animales...»” A pesar de ello, varios municipios del interior de Bizkaia recogían firmas para levantar la prohibición.


A finales de marzo se trataba sobre un documento de propiedad de las casas denominadas Goñi-bekoa nueva y vieja, presentado a requerimiento del consistorio por D. Juan Antonio de Goñia, el cual adjudicaba la propiedad de la campa llamada “Goñí” a la primera casa. No obstante el Ayuntamiento se reservaba el uso de la misma, si lo consideraba conveniente.

Y como la custodia de los fondos municipales era cosa importante, el 29 de marzo, el consistorio adquiría a “Gostcher y Cª de Bilbao” una caja de hierro, cuyo precio fue de 880 pesetas, reforzada por tres cerraduras, no fuera que alguien habilidoso pudiera abrir alguna.

En la próxima entrada veremos cómo para mediados de abril de 1883, los vecinos y concejales ya eran conscientes de que el cementerio de Algorta (Campa del Muerto) se había quedado pequeño, y pensaron en comprar un terreno cercano a éste, de propiedad particular, para ampliarlo. Y cómo para finales de abril de 1883, ante la invasión de ganados que pastaban por los jardines próximos al tranvía, en Las Arenas, incluido el recinto de las cocheras, el Ayuntamiento acordó prohibir toda clase de rumiantes en la zona.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -35-

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En la anterior entrada veíamos los enfrentamientos entre los poderosos hacendados y el Ayuntamiento al tratar estos de pasar por encima del Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. Y cómo en marzo de 1883 se anunciaba, con carteles colocados por el pueblo, la feria de ganado en la campa de Alango. En esta veremos cómo el cementerio de Algorta (La Campa del Muerto) se había quedado pequeño, y cómo los vecinos pensaron en comprar un terreno cercano a éste de propiedad particular para ampliarlo; y cómo el ganado pastaba por los jardines próximos al tranvía, en Las Arenas.

Para mediados de abril de 1883, los vecinos y concejales ya eran conscientes de que el cementerio de Algorta (Campa del Muerto) se había quedado pequeño, y pensaron en comprar un terreno cercano a este de propiedad particular para ampliar el cementerio, y para poder realizar: “...«un lugar independiente y decoroso para las personas que mueran fuera de la religión católica»...” Pero aquella obra para la que el consistorio pidió ayuda para abonar sus costes, a la Junta de Fábrica de la Parroquia de San Nikolás, no tuvo buena recepción por parte de ésta, ya que contestaron negativamente. Así que el Ayuntamiento informaba a la parroquia que sus pretensiones de que: “...«tras amortizar el coste de la obra, se adjudique todo el Campo-Santo a la parroquia, ya que además lo prohibía la Real Orden 17 de junio de 1863»...”

El 18 de abril era recepcionada la nueva Casa Consistorial de San Nikolas, tras recibir el certificado de que las obras estaban terminadas por el Maestro de Obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca. Las obras habían sido realizadas por D. Domingo de Aurrecoechea.


A finales de abril de 1883 parece que el ganado pastaba por los jardines próximos al tranvía, en Las Arenas, incluido el recinto de las cocheras, por lo que el Ayuntamiento acordó prohibir que toda clase de rumiantes (vacuno, caballar, mular, cerda, lanar, y cabrío, así como aves) pastaran por los mismos. El barrio y sus jardines, al parecer, o eran un lugar de engorde para toda suerte de animales, o el Ayuntamiento previsor para no tener que repetir las ordenes del Bando de Buen Gobierno, incluyó a toda la cabaña de labor y corral del municipio. Algunos de aquellos ejemplares de ganado lanar, cómo los corderos y cabritos de leche del país, vivos, y según la clase y tamaño, se cotizaban de 4,50 a 6 pesetas la unidad.

Por esas fechas el responsable del cementerio de Santa María de Getxo, que estaba junto a la iglesia del mismo nombre, solicitaba al Ayuntamiento diverso material para realizar sus funciones, entre aquellos materiales se incluían: “...«un caco, una zarda-pala solida de treinta centímetros de ancho, compuesta de siete hojas y con intermedio medio centímetro de hoja a hoja, además de una sierra para corte de mangos de ataúdes»...”

El 10 de mayo de 1883, el consistorio se daba por enterado, de un oficio del Gobernador de la Provincia, mediante el cual se informaba que: “...«con fecha del cinco del corriente, manifestaba haber concedido a la Compañía del Cable Submarino, que representa D. José Aparicio Fernández, el establecimiento de una nueva línea telegráfica subterránea entre Bilbao y Las Arenas»...” La noticia era recogida por el “Noticiero Bilbaíno” la víspera.


El 10 de mayo el regidor D. Ángel de Zavala, refiriéndose a la Cofradía de Mareantes del Puerto, planteaba ante el pleno municipal: “…«Que ha llegado a su conocimiento que la Cofradía de Mareantes del Puerto de Algorta, que en virtud de no se que derecho, se deja abandonados a los intereses locales de este pueblo o a sus gremiantes, puesto que el día 8 del corriente mes, habiéndose reunido en la Comandancia de Marina de Bilbao en Junta, con el Comandante de Marina, quedo acordado que el servicio de abordaje, que ahora se viene haciendo con toda libertad y en mejores condiciones para los pobres navegantes de alta mar, y en particular para los de ultramar, en esa junta se había acordado que se realizara por turno entre los prácticos»...” Al parecer el fondo del conflicto estaba en que los mareantes de Algorta habían incluido una cláusula, que beneficiaba a los del Puerto y por la que: “...«Solo ellos harán ese servicio, sin ocupar a ningún remero no práctico, ya que lo dispuesto en la misma no admite más de dos jóvenes de la clase de no prácticos en la lancha, quedando así solo para ellos, ese patrimonio quedando un numero considerable de remeros de aquí sin trabajo, que hasta ahora era libre, y las gentes del pueblo ganaban su pan, por lo que siendo iguales vecinos los que quedan abandonados, que son la mayoría, ruego a mis compañeros se disponga lo que sea más conducente a los interese locales»...” Tras un encendido debate acordaron llamar al Mayordomo de la Cofradía para que expusiera lo acordado en la Comandancia de Marina de Bilbao.

En mayo de 1883 se acordaba realizar un camino peatil para el transito de los vecinos desde la casa del finado Sr. Hormaechea hasta la campa de Alango, que a su vez iba a ver cómo su superficie era adoquinada con piedra traída desde la playa de Arrigunaga. Trabajo que como decían en el acta iba a ser realizado por un experto cantero.

En mayo de ese año 1883, la utilización de los fuegos de artificio, que tanto gustaban a los vecinos, eran estudiados al recibir una oferta del pirotécnico bilbaíno D. Ciriaco de Berastegui, en la que se comprometía a quemar por 500 pesetas, en las próximas romerías de la localidad. Además dicho artesano se comprometía a dejar un número importante de fuegos a disposición del municipio, así cómo seis libras de pólvora y ocho docenas de voladores de diversas clases.

El 23 de mayo de 1883, y en vista de que el cementerio para los no católicos no prosperaba, el Gobernador Civil amenazaba a los ayuntamientos que no cumplieran la Real Orden del 28 de febrero de 1872: “...«Sobre la construcción en lugares bien cerrados, inmediatos los cementerios e independientes de ellos, para inhumar a los que mueran perteneciendo a religión distinta de la Católica»...” El Ayuntamiento de Getxo acordaba que: “...«Sin más dilación se construya cerca del cementerio de Santa María, en terreno perteneciente al municipio, un cementerio cercado, con una puerta, para enterrar, por ahora, a los cadáveres de las personas que fallezcan en esta Anteiglesia, perteneciendo a religión distinta de la Católica»...” Y como la obra, a decir del consistorio, era de mucha consideración, se formó una comisión encargada del proyecto compuesta por los ediles D. Roque Zabala y D. Asensio Inchaurtieta.


En esa misma fecha se recepcionaban las obras del tranvía entre la carnicería y el Casino (desde la casa de D. Cipriano de Urquiola hasta D. Antonio Arrigunaga) , en la entonces Calle de la Carretera”, actual Algortako Etorbidea. Las obras fueron realizadas por el contratista D. Manuel Learra.

Y como la celebración del Corpus, que era al día siguiente, era un fiesta de gran relevancia en el barrio de Algorta, el Alcalde D. Manuel de Zalduondo, invitaba a toda la corporación a asistir a la función religiosa y procesión, que se iba a celebrar en la iglesia de San Nikolas de Bari de Algorta. Solamente declinó la invitación D. Roque de Zabala, ya que como habitante del barrio de Santa María, iba a acudir a la celebración que con ese motivo se celebraba en dicho barrio de Getxo.

En la próxima entrada veremos cómo algunas reclamaciones del secretario municipal de Getxo alanzaban a edificios religiosos de Portugalete y Bilbao. Y la solicitud de la Compañía “Direct Spanish Telegraph” para establecer una caseta habitable en Las Arenas, en el punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -36-

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En la anterior entrada veíamos cómo el cementerio de Algorta (La Campa del Muerto) se había quedado pequeño y cómo los vecinos pensaron en comprar un terreno cercano al cementerio, de propiedad particular, para ampliarlo. En esta entrada iremos viendo las relaciones económicas de Getxo y la Diputación.

Los pueblos de la provincia de Bizkaia desde antiguo venían aportando unas cantidades a la Diputación en concepto de Culto y Clero. Ya desde 1845 la Constitución española establecía que: “...La religión de la Nación española es la católica, apostólica, romana. El Estado se obliga a mantener el culto y sus ministros, siendo los municipios los encargados de sostener el culto parroquial...” En mayo de 1883, la institución provincial envió una circular a los municipios para exigirles que los Ayuntamiento debían de aportar las cantidades correspondientes. En concreto, el de Getxo estaba obligado a aportar a la tesorería provincial 11.237, 16 pesetas. Nuestro municipio contestaba a la Diputación que: “...«Según el arreglo parroquial corresponde pagar a esta anteiglesia por ese concepto 10.275 pesetas, debiendo permanecer en ella dos párrocos y cinco coadjutores, y que faltando un coadjutor a la parroquia de Santa María, este Ayuntamiento se ve perjudicado en el repartimiento realizado por dicha institución, por lo que solicita se modifique la cuota asignada a este Pueblo»...”
En esas fechas era D. Ignacio Arias, quien reclamaba para su propiedad los censos de los conventos de Santa Clara de Portugalete y de la Capellanía de Lekumberri, que era quien venía cobrándolos.

Así mismo las caserías de Garayena Nueva del barrio de Usategi y Salsidua de la entonces Vega de Fadura trataban de ser inscritas en el Registro de la Propiedad por D. Miguel Antonio de Ibarguren.


El 7 de junio de 1883 el representante de la Compañía “Direct Spanish Telegraph”, D. José Aparicio Fernández residente en Madrid, solicitaba al Ayuntamiento de Getxo un terreno de 40 metros cuadrados para establecer una caseta habitable en Las Arenas, en el punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés. Dicha caseta estaba situada: “...«En la faja de terreno de treinta metros de ancho, situada al Este entre la carretera que desde Algorta se dirige al barrio de Las Arenas, y las posesiones de D. José Niceto de Mezquiza»...” La misma tenía una habitación al costado para ser habitada por el peón caminero encargado de la custodia de dicho cable. El consistorio autorizó dicha instalación, condicionándola a que si algún día la Compañía del Cable abandonaba aquel edificio, el suelo pasaría de nuevo a manos del Ayuntamiento.

Las obras del camino al cementerio de San Nicolás, que habían sido realizadas por el contratista D. Juan Bautista Eguía, y que al decir de su cuantía no habían sido muy importantes, tan solo costaron 16,50 pesetas, veían su finalización.

Otro de los temas que la corporación municipal trataba en esos días, a propuesta de varios vecinos, era la música. Entre los que se encontraba D. Maximo Llantada. Trataban de que el consistorio contratara a D. Ambrosio Meigoya para ocupar el cargo de maestro de enseñanza de solfeo para los niños de Algorta. Además, y como ya estaban próximos los exámenes finales de curso en las escuelas del municipio, acordaban repartir la misma cantidad a las cinco escuelas existentes en el mismo. El local en el que se instaló dicha escuela de solfeo fue en el antiguo salón de sesiones, comenzando a funcionar el día 18 de agosto de 1883.

Y en relación a la música, también fueron protagonistas en aquellos días los miembros de la Banda Municipal, que según el Ayuntamiento habían cumplido sus actuaciones del año, habiendo recibido el dinero estipulado para las mismas, que alcanzaba la cifra de 250 pesetas. Además fueron contratados para las actuaciones veraniegas, que iban desde el 24 de junio hasta el 30 de septiembre, en las que debían de tocar en las procesiones y festividades religiosas, así como en las noches de los meses de julio y agosto, por las que les iban a ser abonadas 500 pesetas.


A mediados de junio de 1883 se nombraba vigilante de la playa de Las Arenas, dependiente de la autoridad local del barrio, a D. Isidro de Inchaurtieta.

En el presupuesto económico de los años 1883-1884, se incluían las 104.195 pesetas que el Ayuntamiento recibió de la Tesorería de la Hacienda por los terrenos propios que habían sido vendidos. Para cuadrar el presupuesto el Ayuntamiento de Getxo tuvo que recurrir a empréstitos, que hubo que devolver, los cuales figuraban en una relación que el consistorio envió a la Diputación Provincial.

El 1 de julio de 1883 nombraba el consistorio a sus nuevos miembros. Al no existir ningún reglamento que fijara la forma de elección, lo hicieron mediante sorteo, quedando como sigue: Primer Edil D. Roque de Zabala, le seguían D. Pedro José Urquijo, D. Manuel Valle, D. Juan Bautista de Echevarria, D. Dámaso Ibarra, D. Ángel de Zabala y D. Manuel de Zalduondo. La misma contaba con otros ediles como D. Asensio Inchaurtieta, D. Andrés Larrazabal,

La distribución para las comisiones que se crearon, respondían a las siguientes funciones:

Hacienda e Instrucción Pública: D. Pedro José Urquijo, D. Ángel de Zabala y D. Dámaso Ibarra.

Fomento Deslindes, Policía Urbana y Rural:D. Asensio Inchaurtieta, D. Manuel Valle y D. Juan Bautista de Echevarria.

Regidor Interventor: D. Ángel de Zabala.

Cuidado de la Alhóndiga, toma de razón de vinos y otras bebidas, pan elaborado, leches, pesas y medidas de los establecimientos: Para este cometido acordaron repartirse las funciones, los ediles de dos en dos, durante los meses del año.

En la sesión municipal del 12 de julio de 1883 se daba cuenta del saldo existente a esa fecha de la Escuela de la Fundación de Niñas Pobres de San Martín de Algorta, el cual ascendía a 5.848,70 reales.

Y como todo no iban a ser saldos favorables, la nueva llega del Obispo de la Diócesis para visitar a sus administrados e impartir la Confirmación, el consistorio decidía preparase para el recibimiento. El cual se realizó mediante el lanzamiento de cinco docenas de volanderas (cohetes), la limpieza de las calles por las que iba a transitar el prelado, intervención de la Banda de Música Municipal y el alquiler de un coche del tranvía para que el séquito municipal pudiera acompañar al Obispo. Aquellos gastos fueron consignados en el capítulo de imprevistos.


En la próxima entrada veremos cómo en una sesión municipal se leía la solicitud del Club Náutico de Bilbao para que el Ayuntamiento de Getxo encabezara, “con alguna cantidad decorosa”, la instalación de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao. Y cómo la temporada de verano, que ya estaba llamando a la puerta, veía cómo la prensa local anunciaba la apertura de baños en el establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”.

LOS MAYORES CONTRIBUYENTES O LOS HOMBRES INFLUYENTES

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Los mayores contribuyentes, ¿Los hombres influyentes, los privilegios de unas castas en otras épocas, ya desaparecieron? Algo de ese poder ya había, al menos así se desprende de los recortes de prensa y leyes que se dictaron, a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Y Getxo no era ajeno a esta circunstancia.

Desde la antigüedad, tanto los filósofos, oradores cómo los políticos griegos (Sócrates, Platón o Pericles…), destacaron por la aplicación de sus conocimientos en beneficio de su pueblo. Sin embargo, los más influyentes o los mayores contribuyentes de Getxo, el orden casi da igual, su poder, su influencia no siempre fue debida a sus conocimientos, muchos de ellos más bien lo fueron por su poder económico y su visión de la evolución del Pueblo ligada a sus intereses. Siempre hubo hombres honrados, pero la generalidad estuvo ligada a intereses económicos. Alguno de ellos a quien Algorta dedicó una avenida, influyó para que nuestras playas fueran respetadas, y su barrio le dedicó un homenaje y una avenidaa principios del Siglo XX.

Ese poder ya existía desde los tiempos de los Martiartu y los Butrón, cuyos vecinos ya en el Siglo XVI: “...«obedecían al pariente mayor»...” Tiempos en los que ya contaban con el privilegio de “Nombrar a los Fieles Regidores de la Anteiglesia”. El señor tenía el poder, con lo que esto suponía de control de la vida municipal y administrativa del Pueblo.

A finales del Siglo XVIII, cuando todavía eran cuatro los representantes de cada parcialidad (barrio), los elegidos para decidir de lo que afectaba a los vecinos, ya se oían voces desaconsejando la proximidad de los fieles a los administrados. Este estado de opinión llevaría a la desaparición de los plenos abiertos hasta la llegada de la Ley de bases de régimen local de 1935.

Pero entre tanto, a lo largo del Siglo XIX, será la nobleza y/o los grandes propietarios, perceptores de rentas, que ya comenzaban a destacar en actividades industriales y comerciales quienes ejercieron la hegemonía local. Incluso en la elección de los alcaldes, que a lo largo de los años irá evolucionando. Mientras que en 1812 su figura era la de un cargo de elección directa, de segundo grado y su elección se realizaba a través de electores-compromisarios previamente designados. Los portavoces municipales coincidían con los mayores propietarios y rentistas, tanto vecinos como foráneos. En 1814, debido al gran deterioro que habían sufrido las aportaciones recaudatorias de las zonas de humedal (vegas), que se hallaban inundadas, formaron una comisión para que se rebajara el impuesto establecido por la Diputación al Municipio. Aquella corporación fue presidida por D. Juan Ignacio de Sarria, y entre los propietarios figuraban nombres de nobles como el Marques de Villarías, o propietarios cómo Juan Bta. de Sarria, Juan de Ugarte o Manuela Zalduondo cuyas rentas oscilaban entre los 633 y 311 reales.

En 1837 se promulgará una nueva Ley Electoral, la cual establecerá una serie de requisitos para poder ser elector o elegible. Había que disponer de un mínimo de riqueza; a decir de las actas municipales, tener ciertos estudios y posición. De esta guisa: para ser Diputado General era necesario tener unas rentas urbanas de al menos 12.000 reales. Pero no solo era el poder económico lo que hacía ser elegible. En 1880 para poder ser elegido candidato a Diputado Provincial, había que tener algún titulo que acreditase la capacidad del postulante.

Ya antes, irán apareciendo nombres de esos grandes propietarios, entre los que figuraran apellidos conocidos cómo los: Aldecoa, Arrigunaga, Basaldua, Cortina, Goiri o Sarria. Así que no resulta raro que en 1879 las cuentas de fabrica de la Iglesia de San Nicolás de Bari: “...fueran revisadas por una comisión compuesta por cuatro mayores pudientes o contribuyentes y el Alcalde...”

A partir de la Ley de Ayuntamientos de 1840, el Alcalde será nombrado por el Monarca o sus delegados. La Ley Municipal del 21 de octubre de 1868 establecía ya que la elección del Alcalde se realizara por los Concejales. La Ley de Bases de 1935, anteriormente citada, sentenciaba que: “...«Los Alcaldes serán siempre elegidos por el pueblo o por el Ayuntamiento»...”


En 1904 se producía un dictamen a una ley del senado de reforma de la administración local y provincial, propuesta en la que se dejaba bien claro que: “...ante transcendencia de la reforma acometida por el Gobierno de S. M. al presentar este problema de la Administración local y provincial ante las Cortes..,cuidando de que no resulten alteradas en las provincias Vascongadas y Navarra las especialidades hoy subsistentes en ellas...” Ya que en dicho proyecto se contemplaba que: “...Entre las variaciones que ha introducido la Comisión en el proyecto de ley que remitió a esta Cámara el Senado, presentado el 27 de Mayo último al Senado por el Sr. Maura, Ministro entonces de la Gobernación, era sin duda la de mayor relieve la que hace referencia al nombramiento de alcaldes en las capitales de provincias…, el nombramiento de los alcaldes, de las capitales de provincia se atribuía, por excepción, al Gobierno…, creemos lealmente, que dada la duplicidad de funciones que los alcaldes han de ejercer, representando en una como jefes a la administración municipal, obrando en otras como delegados del Gobierno; que sean elegidos por la propia Corporación. Así se respeta el voto popular y se reconocen el carácter y el origen municipal del cargo...” Por ello, proponían que: “...en las poblaciones de más de 100.000 residentes se establecerán cuatro grupos o turnos, que serán los siguientes: 1.° De Ateneos, Academias, Círculos científicos, artísticos y literarios, Sociedades de Amigos del País y cualesquiera otras Corporaciones ó Asociaciones análogas con fines de ilustración y cultura. 2.° De Cámaras de Comercio, Círculos mercantiles, Centros industriales, Asociaciones de fabricantes, Cabildos de mareantes y otras entidades sociales para fines mercantiles é industriales. 3.° De las Cámaras agrícolas, Sindicatos de propietarios, Centros de labradores, Sindicatos de riegos y otras Corporaciones animadas por los fines relativos á la prosperidad de la propiedad rústica y urbana; y 4.° De las Asociaciones obreras de todo orden…” En aquellos Municipios donde no existían Asociaciones ni Corporaciones algunas proponían que: “...se elegirán por mitad los concejales entre los contribuyentes con mayores cuotas...” Así que Getxo quedaba entre estos últimos.

Incluso en 1929 el consistorio de Getxo acordaba: “...«Aprobar la formación definitiva de la lista de mayores contribuyentes que, con los señores concejales, tendrán derecho a la designación de compromisarios para la elección de senadores durante el año actual»…” ( El Noticiero Bilbaíno del 7 de febrero de 1929). Un año más tarde, y en el mismo diario, se recogía la relación de los 11 mayores contribuyentes del municipio, quienes tenían la potestad: “...«En virtud del decreto ministerial reciente, de integrar la mitad del Ayuntamiento»...”

Entre los hacendados:

Se encontraban los siguientes, Ramón de la Sota y Llano, Luis Lezama Leguizamón, Cristóbal Valdés Menéndez, el marqués de Arriluce de Ibarra, Venancio Echevarría Careaga, Constantino Zabala Arrigorriaga, Horacio Echevarrieta Maruri, Manuel Eguía Iturain, José María de Basterra Ortiz y Policarpo Eguiraun Cortina. Los cuales pertenecían a familias dedicadas a actividades navieras, mineras, comerciantes o simplemente acaudaladas.

Los diez restantes puestos habían de proveerse entre los que obtuvieron mayor número de votos en las elecciones para concejales de los años 1917 a 1923, correspondientes a los tres distritos de Santa María de Getxo, Algorta y Las Arenas.

Por el Distrito Primero (Andra Mari) fueron: Agustín Aldecoa Eguzquiza, Juan Ardanza García, Félix Arrieta Ugarte, Serafín Laucirica Acha, Tomás Acillona Uría y Serapio Bringas Trueba.

Distrito segundo (Algorta) fueron: José Antonio Gáldiz Mendiola, Nicomedes Mendialdúa Idezaga, Jesús Uribarri Ituráin, Román Arana Bengoecbea y Jacinto Araluce Ajuria.

Distrito tercero (Las Arenas) fueron: Gregorio Domingo Aldama, Agustín Elejoste Astarbe, Celestino Elorza Elabe, Alejandro de la Sota Aburto, Marcelino Ruiz de Aguirre Lambarri y José María Abaitua Amézaga.

Durante las dictaduras los hombres influyentes, los mayores contribuyentes siguieron en los Ayuntamientos, en los despachos, incluso como gobernantes, volviendo a repetirse los nombres conocidos de épocas anteriores. Ahora que todos son elegibles y que las decisiones formalmente se toman en los plenos, cabe la pregunta de si: ¿Tienen algo que ver en las decisiones los hombres influyentes, ahora que no coinciden con ser los mayores contribuyentes, porque la ingeniería fiscal se lo permite?

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -37-

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En la anterior entrada veíamos cómo algunas reclamaciones del secretario municipal de Getxo alcanzaban a edificios religiosos de Portugalete y Bilbao. Y la solicitud de la Compañía “Direct Spanish Telegraph” para establecer una caseta habitable en Las Arenas, en el punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés.

En la misma sesión municipal se leía la solicitud del Club Náutico de Bilbao, para que el Ayuntamiento de Getxo encabezara, “con alguna cantidad decorosa”, la instalación de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao. Previamente el Club Náutico de Bilbao ya venía realizando algunas gestiones tendentes a llevar a buen puerto dicho proyecto, cruzando comunicaciones con la Institución de botes salvavidas de Gran Bretaña. Como resultado de aquellas averiguaciones convinieron en que eran necesarias 30.000 pesetas para llevar adelante dicha estación de salvamento. Por lo que el día 1 de junio de 1883 anunciaban en la prensa bilbaína su intención de dirigirse a la entidades locales para solicitar su ayuda. El Ayuntamiento de Getxo decidió esperar a ver las cantidades que iban a aportar otros municipios como Bilbao o Portugalete. La capital Bizkaina, el 20 de julio de 1883, decidió colaborar con 1.000 pesetas. La Diputación Bizkaina, el 1 de diciembre de 1883, lo hacía con 2.500 pesetas. Otras entidades colaboraron, según informaba la prensa el 19 de diciembre, como el ayuntamiento de Santurce con 250 pesetas y la Junta del Club Náutico con 1.000 pesetas. El 3 de enero de 1884 la Junta Local de Salvamento de Portugalete, situada en el Muelle Viejo, daba cuenta de la suscripción abierta en dicho municipio, que a la fecha era de 1.397 pesetas. Para febrero de 1885 en la prensa se decía: “...«La suscripción abierta entre el vecindario y comercio de Bilbao y otras entidades, para establecer en Las Arenas la estación de salvamento produjo una suma considerable que, se creyó suficiente para realizar aquel proyecto»...” El 12 de Marzo de 1920, en nombre de la Asociación de Navieros, Francisco de Aldecoa, solicito el permiso para la construcción de un edificio destinado a Salvamento de Náufragos y Cofradía de Pescadores.

Y como la temporada de verano ya estaba llamando a la puerta, el 7 de julio de 1883, la prensa local anunciaba la apertura de baños en el establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”. Galería balnearia que estaba situada junto a la playa de Las Arenas (Más o menos donde se encuentra en al actualidad el Club Marítimo del Abra). Los baños de playa eran anunciados desde el día 1 de julio al 30 de septiembre; y los baños calientes, estos dentro del establecimiento, a partir del día 10 de julio hasta el 30 de septiembre. Y como la empresa de baños quería ver sus instalaciones llenas de los veraneantes más exquisitos anunciaban en el “Noticiero Bilbaíno” las excelencias de sus instalaciones y el barrio: “...Todo cuanto se diga acerca do la belleza, agradable estancia y otros atractivos que ofrece la playa de las Arenas es poco. La playa de las Arenas en la costa Cantábrica, de unos dos mil metros de extensión, posee las mejores condiciones para baños; porque además de su clima saturado por las fresca brisa del mar, tiene una pendiente imperceptible, esta roda ella tapizada de una finísima arena sin escollos ni peligros. Dista de Bilbao 11 kilómetros, que los recorren cada quince minutos elegantes coches y tranvías, también vaporcitos por la ría, unos y otros por módicos precios y empleando de 50 a 60 minutos en el trayecto, que se hace sumamente agradable por lo ameno y variado de las orillas del Nervíon, comparadas por muchos viajeros con la pintorescas orillas del Rhin. En Las Arenas existe una vega encantadora junto a la playa, desde la cual se contempla la entrada y salida de centenares de buques de todas las naciones. El Balnerio, en unión de otras fondas y casas de huéspedes y particulares, vístosos chaletes y casas de campo, hacen de dicha playa un lugar de esparcimiento y recreo frecuentado por numerosa y distinguida concurrencia. En una bonita y cercana plazoleta rodeada de jardines, hay música todas las tardes de los jueves y días festivos, también se ofrecen otros espectáculos, romerías, expediciones, y otras diversiones...”


Le seguía una relación de las excelencias del propio balneario: “...En este balneario, además de poderse tomar los baños de ola, para lo cual se dispone de casetas fijas y movibles en la playa, de bañeros prácticos que cuentan muchos años en esta faena, se ha montado con todo esmero y perfección el servicio de baños y duchas calientes; eficaces para combatir, entre otras enfermedades, las alecciones herpéticas y reumáticas, las escrófulas, contusiones, parálisis, raquitismo en los niños e impotencia, así como también para fortalecer las naturalezas débiles.El departamento de baños calientes, está dotado de pilas de mármol blanco y gris. El de hidroterapia, contiene la Ducha general o de circuito, la escocesa, dorsal, hidromezcladora de chorro, lluvia y otros aparatos destinados a ciertas enfermedades y que se adaptan a los expresados, ofrecen la ventaja de poder aplicarse el agua pura del mar por medio de vapor y de una cañería que la conduce a las bañeras y depósitos de hidroterapia, por lo cual no sufre la evaporación ni corrupción que a veces la hacen ineficaz, cuando se trasporta en pipas o vasijas. Existen en la misma galena diversas dependencias y servicios para comodidad del público, como son gabinete de lectura y recreo, excelente guarda-ropa, consulta facultativa, botiquín, estanco, despacho de refrescos, venta de trajes de baño, efectos de playa y otros…”

El balneario de Las Arenas, además distribuía un prospecto y con la tarifa y una bonita vista de la playa, que repartió entre los forasteros. En el grabado de ese prospecto figuraba en primer término la galería balearia, seguía el gran Hotel Bilbaíno, provisto de suntuosos comedores, un elegante casino, salón de baile, capilla y amenos jardines.

Algorta no le iba a la zaga, ya que la Fonda San Ignacio anunciaba también la apertura de sus instalaciones para los visitantes de la provincia y del resto del estado: “...En la misma carretera por la que pasa el tranvía de Bilbao, se halla esta fonda abierta el verano próximo pasado. Rodeada de arbolado y jardines, se disfruta la agradable vista del Abra desembocadura de la ria de Bilbao. Formando cuerpo con la fonda hay otro edificio con habitaciones independientes, cada una de las cuales tiene cinco camas, y su módico precio es de diez pesetas diarias. El establecimiento estará abierto desde el 10 de julio al 15 de setiembre…”

El día 12 de julio de 1883 se trataba en el pleno sobre la construcción de una fuente lavadero en el barrio de Iberre de Santa María de Getxo: “...«El maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca presenta plano y presupuesto para la ejecución de una fuente, lavadero y abrevadero en el punto llamado Chacharro, barrio de Iberres de la feligresía de Santa María»...”


En esas fechas el consistorio tasaba un pequeño terreno de propiedad municipal, de dos metros y sesenta y cinco centímetros cuadrados, decían sobrante de la vía publica y que había sido solicitado por D. Pedro José Urquijo, para levantar en él: “...«Los escusados y el comedor de su casa de Altamira»...” Según el Ayuntamiento: “...«Siendo un terreno insignificante e inútil, sobrante de la vía pública, que no sirve para uso de ninguna clase, que ha sido tasado en 26,50 pesetas, y teniendo este Ayuntamiento el párrafo 1º artículo 89 de la vigente ley municipal, antes de proceder a la cesión del terreno se saca a conocimiento público»...”

El 26 de julio de 1883 el Gobernador Civil autorizaba a correr toros embolados y ensogados en las fiestas de aquel verano. Y como los animales pagaban con su vida las celebraciones, era cosa de que el rematante (comprador) de la res que se corrió en Las Arenas, abonara las 50 pesetas, que tras el festejo sacrificaba al animal, y de las que el consistorio se beneficiaba.

A los vigilantes de arbitrios, que habían cesado por aquellas fechas, se les exigía la devolución de sus revólveres, que los portaban, además de las insignias de identificación.

En la próxima entrada veremos cómo el consistorio desarrollaba obras de urbanismo, frente a la antigua Fonda San Ignacio; y la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas.


ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -38-

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En la anterior entrada veíamos cómo el Club Náutico de Bilbao se dirigía al Ayuntamiento de Getxo para que encabezara “con alguna cantidad decorosa”, la instalación de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao. Y como la temporada de verano ya estaba llamando a la puerta, el 7 de julio de 1883, la prensa local anunciaba la apertura de baños en el establecimiento de “Baños de Mar Bilbaínos”.


Era el 23 de agosto de 1883 cuando el consistorio desarrollaba obras de urbanismo frente a la antigua Fonda San Ignacio y se recibían las mismas: “...«Recibir las obras de afirmado y paseo de carretera al lado sur de donde se hallan colocados los raíles del tranvía, frente a la Fonda de D. Miguel Uria, hasta la casa del finado D. Domingo de Aurrecoechea»...” El rematante de las obras había sido D. Gregorio de Arruabarrena.

Al finalizar el mes de agosto las cuentas de los gastos por los festejos del verano ascendían a 2.797,50 pesetas, los correspondientes a fuegos de artificio, lanzados por el industrial pirotécnico Sr. Charlin ascendía a 2.384 reales. Los faroles del pueblo también tenían su capitulo de gastos: el vecino de Portugalete D. Marcelino de la Vega había construido cuatro faroles nuevos, cuatro quinqués y sus bolas de metal por un importe de 702 reales, mientras que las palomillas de los faroles eran obra de D. José Suarez, cuyo importe ascendía a 40 reales. En las actas municipales se indicaba que los cohetes lanzados en el Puerto habían sido muy satisfactorios.

El 31 de agosto, la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas. En la misiva que envió, expresaba con todo detalle los gastos e ingresos previstos de aquella celebración, señalando al Ayuntamiento su cupo que era de 2000 reales. El consistorio, tras un encendido debate, decidió que en vista de las muchas obligaciones y asuntos a los que debía atender, que solo podía aportar a aquella fiesta la mitad de lo solicitado por la Compañía del Tranvía, por haber agotado el presupuesto de fiestas.


El 13 de septiembre de 1883 el Ayuntamiento estaba tratando sobre la traída de aguas potables al municipio. El ingeniero encargado de dicho asunto era D. Laureano G. Santa María. Para tratar el asunto se convoco a varios vecinos para la colocación de fuentes en los respectivos barrios, entre los que se encontraban: D. Juan José Unibaso, D. José Ramón de Ansoleaga, D. José Joaquín Urisabel, D. Juan Antonio Aldecoa, D. Eladio Sustacha, D. Martín Berreteaga y D. Miguel Uria. Para ello encargaron al alguacil que les entregara la citación. Por otro lado acordaron, previa solicitud del ingeniero, facilitarle: “...«El número de almas que habita en la anteiglesia en los últimos cinco años, especificando los que pertenecían a los barrios de Santa María, Algorta y Las Arenas»…"

A mediados de septiembre, algunos vecinos de Las Arenas, componentes de una comisión de propietarios adinerados, cedían al municipio 27.000 reales para realizar obras en dicho barrio. Entre la que se encontraba la explanación y afirmado del camino que conducía desde el establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos, propiedad de la familia Aguirre, a la Ermita de Santa Ana. Pero no sería hasta finales de noviembre de 1883 cuando por fin se aprobara el proyecto.

El 20 de septiembre de 1883, el Ayuntamiento de Getxo recibía una circular de la Junta de Instrucción Provincial, publicada en el Boletín Oficial del 18 del mismo mes, destinada a los maestros y maestras para que: “...«Se esfuercen en inspirar a la niñez los sentimientos de benevolencia y razonable protección que se deben dispensar a los animales y plantas»...” En ella se incluía un listado de animales útiles y perjudiciales para la agricultura. Dicha circular fue publicada el 19 del mismo mes en el “Noticiero Bilbaíno”. Listados que se colocaron en unos cuadros, en las escuelas públicas del municipio.

El 27 de septiembre se recepcionaron las obras del camino que iba desde el Casino Algorteño hasta San Martín, obras que bajo la dirección del Maestro de Obras D. Ciriaco de Menchaca, había realizado el contratista D. Juan Bautista de Eguia.

Las arcas municipales, siempre ávidas de recaudar nuevos fondos, se ponían en marcha en nuestro municipio de la mano de los munícipes D. Roque de Zabala y D. Damián Ibarra. El objeto de los nuevos impuestos iban a ser las landas de la Galea, de las que se decía eran extensas en árgoma, y que algunos vecinos: “...«Se aprovechan de forma atrevida sin utilidad alguna para los fondos municipales»...” A pesar de que desde 1880 existía una prohibición municipal para su uso. Y para que los fondos municipales pudieran obtener nuevos réditos, acordaron dividir las campas en lotes, sacándolos a pública subasta: “...«Desde los confines de Sopelana hasta Aixerrota, para que los vecinos de la feligresía de Santa María hagan uso de ella»...” Era habitual que los agricultores esparcieran, durante el otoño, gran cantidad de paja, helecho, árgoma, hojarasca y otras materias para que pudriéndose allí durante el invierno, se transformaran en material apto para abonar los campos. No obstante, se fijaban fuertes penas a fin de que no se perdieran los terrenos para el pasto, o se extrajeran tierras al cortar la árgoma.

El barrio de Alangüetas, que era así denominado, veía como D. Pedro Mazas, en representación de su hermano D. Diego Mazas, solicitaba que se construyera el caño proyectado anteriormente: “...«En el barranco de Alangüetas, atravesando un solar de su propiedad»...” para suministrar agua a dichos aledaños.

En esas mismas fechas, el Ayuntamiento autorizaba a D. Juan José de Bilbao, responsable de los faroles del alumbrado público del barrio de Las Arenas, a utilizar una casta que se encontraba en la Plazuela de dicho barrio (actual Bizkaiko Zubia Enparantza). Su uso venía condicionado por que dicho señor se comprometiera a cuidar y gobernar los faroles del alumbrado público de dicho barrio, siendo únicamente por cuenta del Ayuntamiento, el suministro del liquido que consumían. Se decía que los faroles eran de “reverbero”, porque hacían reverberar la luz que desprendían. Por ello acordaba el consistorio comprar 40 cajas de esencia de mineral para el alumbrado público.

El 11 octubre de de 1883, se acordaba que todas las pesas y medidas del Ayuntamiento de Getxo: “...«Sean del nuevo sistema métrico decimal, y se adapte a ese sistema la romana que posee la corporación, de arrobas y libras»...”


El 25 de octubre de ese año, en vista del deplorable aspecto que presentaba al camino desde San Martín hasta Jauregi, el consistorio decía repararlo: “...«Hallándose en bastante mal estado el camino de carros de la entrada de San Martín, así como el camino peatil que le sigue desde la puerta del jardín de Telleche, hasta la puerta de la encrucijada llamada de Jauregui, encarga al maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca, realice el proyecto para su reparación»...” En dicha encrucijada, junto al caserío “Jauregi”, se estaba extrayendo piedra para obras particulares. ¿Quién sabe si alguna de ellas pertenecía a la desaparecida torre de Getxo?

En la próxima entrada iremos viendo cómo la administración de propiedades e impuestos de la provincia llamaba a los ayuntamientos a percibir el premio que los correspondía por la cobranza de cédulas personales del ejercicio del882-83, así como por la formación de padrones y listas cobratorias del propio ejercicio.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -39-

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En la anterior entrada veíamos cómo en agosto de 1883 el consistorio desarrollaba obras de urbanismo frente a la antigua Fonda San Ignacio. Y la Compañía del tranvía proponía al Ayuntamiento la celebración de una fiesta Veneciana en Las Arenas, en agosto.

A mediados de noviembre de 1883, la administración de propiedades e impuestos de la provincia llamaba a los ayuntamientos a percibir el premio del 3,40% que los correspondía por la cobranza de cédulas personales del ejercicio do l882-83, así como el 1% por la formación de padrones y listas cobratorias del propio ejercicio. El Ayuntamiento de Getxo delegaba en el correo peatón D. Antonio San Martín, el cobro de las cantidades que le correspondían en la Caja de la Administración Provincial.

Las relaciones del barrio de Algorta con las maniobras del ejército, en nuestros barrios, tuvieron sus más y sus menos. En noviembre de 1883, en las actas municipales, se hacía constar que: “...Con motivo del ejercicio de tiro al blanco desde la Campa del Castillo al mar, reventaron en el aire varias bombas esparciendo sus cascotes entre la población, lo cual motivó gran desasosiego entre la población, por cuanto alguno de los restos que pesaba más de 12 libras, cayo sobre alguna casa cercana a la iglesia de San Nicolás...”

Y ya entramos en 1884, año que traería nuevas mejoras al municipio, esta vez relacionadas con la instalación del telégrafo en nuestro Pueblo. El 15 diciembre de 1883, el consistorio de Getxo había solicitado la mediación del Diputado a Cortes D. Eduardo Aguirre para que mediara ante el ministerio, en nombre del Ayuntamiento para solicitar la instalación de dicha estación telegráfica. El 8 de enero de 1884 se recibía una contestación de dicho político: “...referente a la estación telegráfica que se desea establecer en esta población de Algorta y de las gestiones que venía realizando...” El consistorio le mostraba su agradecimiento por ellas.


En febrero de 1884 era el Semáforo de la Galea el que llevaba noticias al libro de plenos. Se nombraba primer vigía del mismo a D. Miguel Morales, a quien se cedía un terreno contiguo para que pudiera cultivarlo. Mientras que de la carretera a Plenzia, estaba echada la grava hasta Sopelana, solo faltaba completar el tramo hasta Algorta. En marzo se trabajaba sobre el camino que iba desde Jauregi hasta la iglesia de Santa María. Y por fin, el 3 de febrero de 1884, llegaba el primer coche desde la Villa de Plentzia a Las Arenas.

Los ingresos de los abastos municipales, que el 7 de febrero de 1884 se daba información en el pleno del Ayuntamiento de Getxo, ascendían a: Por vinos y aguardientesconsumidos en Getxo durante el año 1883: 4.677,2 Pesetas. Por suministros de piensos y pana las tropas del ejército, durante los meses de agosto y octubre: 157,25 pesetas. Quedando por cobrar del mes de noviembre 75 pesetas. Por no haber presentado, el rematante, toro para correr durante las fiestas del verano: 50 pesetas. Por derechos de limpieza del matadero durante el mes de enero: 17,50 pesetas.

En esas fechas, algunos vecinos del barrio de Las Arenas, no parecían estar muy satisfechos del servicio de correspondencia (correo). Al parecer los retrasos muchas veces no eran de horas, si no de días. El Ayuntamiento derivaba la queja al Administrador Provincial de Correos, que era la persona responsable de la distribución en la Provincia para que remediara aquellos fallos de servicio.

Como explicaba con anterioridad, el servicio de telégrafos, no solo era una necesidad, si no que empezaba a ser una realidad en nuestro Pueblo. A primeros de febrero de 1884, el Ayuntamiento de Getxo, tras recibir una instancia del Director del Telégrafo Inglés, situado en Las Arenas, acordaba pasar dicha instancia al Departamento de Fomento municipal, para que el maestro de obras (arquitecto) D. Francisco Ciriaco de Menchaca, señalara al solicitante los terrenos que habían sido comprados a la Familia Aguirre, para tal fin. En ese año los vecinos de Algorta trataron de instalar el servicio de telégrafos en el Ayuntamiento (San Nikolas), por cuenta del municipio.

Por fin el arreglo del camino peatil, que iba desde la encrucijada de Jauregi hasta la Iglesia de Santa María, salía a remate el 16 de febrero de 1884.

El 21 de febrero de ese mismo año, se daba lectura al expediente aprobado por la Diputación de Provincial, relativo a la demolición del antiguo matadero, y a la construcción de una pequeña casa para habitación y despacho de carnes frescas. En la discusión desarrollada en el pleno municipal decían: “...Para poder llenar las necesidades de este vecindario que siempre va en aumento...” No obstante el proyecto aprobado por la Diputación era escaso, por pequeño en dimensiones, por lo que el Consistorio decidía que se aumentara el tamaño de la edificación: “...Se aumente y modifique el plano de dicha casa, incluyendo una alcoba donde se pueda secar las pieles de las reses...” El 28 de febrero de 1884 se sacaba a subasta dicha obra, que se iba a realizar en el punto denominado Altamira, en el barrio de Algorta, que entonces se encontraba en la calle Tetuán (Actual Avenida Basagoiti). Las obras fueron realizadas por el rematante D. Francisco de Fullaondo, a quien acompañaba cómo fiador D. José Antonio de Cortina.

En esa misma fecha, se daba cuenta del obsequio que hacía la Compañía del Tranvía al Ayuntamiento de Getxo para el traslado: “...«De forma gratuita, para trasladar a Bilbao, a los mozos quintos, a quienes no se cobrará el traslado»...” Aquel transporte se realizó el día 21 de febrero de 1884.


El Ayuntamiento de Getxo, el 15 de marzo de 1884, anunciaba la feria de ganado que se venía celebrando en la campa de Alango, para el 19 de ese mismo mes.

En la próxima entrada veremos cómo el camino desde la Avanzada a Las Arenas veía realizar mejoras. Y cómo las laderas del monte en la playa de Ereaga eran continuamente atacadas por las mareas, lo que obligó a realizar un muro en la ladera de Ereaga para defensa de las aguas del mar.

UN PELOTARI DE AREETA : “TXIKITO DE LEKEITIO.”

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Un pelotari Txikito”, es lo que la prensa decía, refiriéndose a su estatura, pero que llegó a ser uno de los grandes de ese deporte al que algunos llaman “la mano contra la piedra”, la “Pelota Mano”. Un pelotari Txikito, que ni en su juego ni en su origen dejo indiferente a nadie, y es que a pesar de haber nacido en 1896, en el 2017 volvía a aparecer en la prensa, en la que se cuestiona su lugar de nacimiento.

De la “polémica” acerca de su origen daba cuenta la revista “Herriaren Arima Eibar”, popularmente conocida como “La revista de Eibar”, publicación que se editó por primera vez el año 1952. En sus N.ºs 139 (diciembre 2017) y 140 (marzo 2018), dicha revista reproducía su historial y en uno de ellos surgió la controversia sobre su origen. De su largo historial de la pelota vasca, daba cuenta la prensa histórica, a principios del Siglo XX.


Hablamos de Julio Aretxabaleta Mendiguren“Txikito de Lekeitio”. Bajo ese apelativo, cualquiera hubiera asegurado que se trataba de un pelotari de la villa marinera, en cuyo escudo aparecen representados una ballena y su ballenato siendo arponeados, de Lekeitio.

Julio Aretxabeleta, al igual que otros dos de sus hermanos (María Teresa y Tomás), nace en Las Arenas (Getxo), el día 27 de mayo de 1896, y será bautizado en la Iglesia de San Nikolas de Bari de Algorta. Fue hijo de Juan Tomás Aretxabaleta Urriolabeitia, natural de Gerrikaitz (Munitibar) y de Benita Mendiguren Garagarza, natural de Bergara. Con pocos años, tras el fallecimiento de su madre, se trasladó a Lekeitio, de donde procede su apodo manomanístico. Muy joven, a los 14 años cambiará su residencia a la Ciudad armera de Eibar (Gipuzkoa). Allí empezará a destacar como pelotari. Profesionalmente desarrolló el oficio de modelista de maderas nobles. Se casa con la Eibartarra Luciana Urcelay Aguirrebeña, con la que tuvieron a su única hija Julia Aretxabaleta Urcelay.

Su carrera como profesional de la pelota, al menos por lo recogido en la prensa, se desarrolla en el primer cuarto del Siglo XX. Txikito de Lekeitio debuta en el Astelena de Eibar, a los 16 años, el 26 de diciembre de 1912, lo hizo teniendo cómo compañero a “Mallavia -I-”, ambos jugaron contra “Mondragones”. A lo largo de los 20 años de su vida deportiva, una de sus citas ineludibles fueron la de las fiestas de San Juan de Eibar.

Así durante las fiestas de esta población armera, en junio de 1920, se va a producir una de sus grandes hazañas deportivas. Jugaba Txikito de Lekeitio contra Murua, a decir de la prensa del momento: “...«El partido careció de interés, pues el de Lequeitio dejó a su enemigo en 20 a 7»...” Como el resultado fue rápido, y el público lo demandaba, se concertó otro partido entre los mismos contrincantes, con saque del 2, desarrollándose la pelea en idénticas condiciones que la anterior, puesto que Txikito se llevó el partido de calle, y eso que jugó con un dedo lesionado.

Pero no todos los partidos fueron victorias, algunos que jugó en pareja, a pesar de su buen juego, no tuvieron el éxito apetecido. Eran las fiestas de San Juan de ese año. Eibar presentaba un aspecto soberbio, a pesar de la honda crisis producida tras el cierre de los principales mercados eibarreses en el exterior (Rusia y Turquía), la villa iba recobrado su pujanza industrial. Las fondas, las casas de comidas, los restaurantes, las casas particulares, todo el pueblo estaba lleno de forasteros. Se iba a celebrar un gran partido de pelota, decía la prensa entre: “...Zapaterito y Chiquito de Lequeitio contra Chiquitó de Azcoitia y Chortena. El partido era a veinte tantos, y desde el primer momento se vio el dominio de la segunda pareja, dominio tan marcado que estuvo el dinero cien a uno. Sin embargo, Zapaterito y chiquito de Lequeitio tuvieron briosas arrancadas, que pusieron en grave aprieto a la pareja contraria. Partido que al llegar a los veinte tantos, la pareja primera solo había conseguido llegara al tanto 14...”


Según recordaba el propio Txikito, en la revista “Herriaren Arima Eibar”: “...uno de los partidos de más grato recuerdo fue el jugado el año 1921, contra Chiquito de Azcoitia y Baltasar, en compañía de aquel gran pelotari que en vida se llamó Zapaterito de Lequeitio. Tras una lucha dura y enconada de más de dos horas, y en contra de todos los pronósticos, resultamos vencedores por 22 a 20...”

En enero de 1922, en un partido en el que contendieron Txikito de Lekeitio, sacando del dos contra Txapasta, con saque libre. Después de varias alternativas y numerosas igualadas en el tanto, venció el primero por dos tantos.

Y es en ese año, un 13 de diciembre, cuando en un espectacular partido jugado en el Astelena, en el que contendían el gran Mondragonés junto al veterano Baltasar, estos con distintivo rojo; contra Echave II y Txikito de Lekeitio, ambos de azul. En un partido que mantuvo hasta el último momento la tensión, que la prensa local definía cómo: “…«La cátedra se inclinó a favor del bando rojo, ofreciendo el ágio en proporción de 20 a 13; pero que cambió de parecer ante el empuje de los azules que venían dispuestos a demostrar que no se arredraban ante enemigo tan temible, y que en materia pelotística eran de tener en cuenta, y así, con esta convicción, comenzaron desarrollando juego envolvente, trayendo en continuo jaque al as de la pelota, al formidable Mondragonés, con jugadas magistrales de Echave, arrimadas y cortadas con toda exactitud y ma temáticamente medidas, y con la acertada y hábil cooperación de Chiquito, que desconcertaron a los adversarios. Haciéndose dueños de la cancha y del tanteador que marcó durante la ruda lucha 9 azul por 1 rojo en la primera decena, dominando con ventaja en la segunda hasta el tanto 20, en que los tantos se suceden, defendidos con tenacidad por ambos bandos. Destacándose en esa etapa Mondragonés, que bien secundado por Baltasar consigue alcanzar a los rojos y colocándose a 20 tantos para 22»...” Cuando saca Txikito y hace tanto, restado el siguiente, el definitivo, el partido se lo apuntan los azules en reñido peloteo, logrando del público una cerrada ovación que confirmaba la victoria de los azules. La prensa decía: “...«Es un fenómeno del juego a pelota este Echave II, un maestrazo; y es muy grande este Chiquito de Lequeitio, que ha crecido mucho»...” Se referían como pelotari.

Algunos de los partidos que jugó Txikito en parejas, lo hizo con algunas dificultades en el desarrollo del juego. El 6 de febrero de 1923, teniendo como compañero a Mondragonés, según contaba el diario “El Liberal”, lo hizo de la siguiente manera: “...«En primer término contendieron el gran Mondragonés, llevando de compañero a Chiquito de Iequeitio, con la limitación este último de jugar con la izquierda libre y con la derecha “aire”, contra Echave II y Ansola, éstos con saque del 1 y los primeros del 3»…” A pesar de lo cual, la pareja de Txikito ganó el partido por 22 a 16.

Entre las historias de este manomanista, está la de haber inaugurado el “Frontón Elorza” de Eibar, un 27 de junio de 1924, durante las fiestas de San Juan de la Ciudad Armera. Frontón que desapareció tras el bombardeo de Eibar, por la aviación franquista, el 26 de abril de 1937. Era un bello pabellón de 19 metros de largo, cubierto, conocido como “Salón Giputza”, que funcionaba como teatro y cine.

En algunas ocasiones, los partidos de pelota en los que participó, fueron de carácter benéfico, como el que se jugó en el Frontón Astelena, el día 30 de noviembre de 1925, festividad de San Andrés, con objeto de recaudar fondos a beneficio de los soldados eibarreses que se encontraban en África. Participando en dicho partido los hermanos Irureta contra Mallabia II y Txikito de Lekeitio.


Al igual que volverían a repetir, en la noche del 21 de julio de 1926, en la que competirían a beneficio de uno de sus vecinos, Juan Carral, que llevaba mucho tiempo enfermo. El partido los siguientes contrincantes Chapasta y Txikito de Lekeitio contra Marino y Errasti, ganando los primeros tras de una palea competidísima, después de la igualada en el penúltimo tanto a 21.

Uno de los últimos partidos de los que he logrado encontrar datos, fue el jugado durante las fiestas de San Juan de 1931. En el se enfrentaron Txikito de Lekeitio y Uribe a Gurruchaga y Aulestiarte derrotando por siete tantos los primeros a los segundos.

Su último encuentro profesional fue en el año 1932, en el frontón Astelena de Eibar, teniendo como compañero a Saturnino Arriola (Chirloya), ambos jugaron contra los elgoibartarras Arriola y Gurruchaga.

Más tarde, en noviembre de 1934, ya se hablaba en el diario “Excelsius” como: “...«el expelotari de mano Chiquito de Lequeitio, actualmente juez en la cancha del Astelena»...” Seguiría en contacto con el mundo que tantos triunfos le deparó, alternado su afición con su profesión de modelista.

Txikito de Lekeitio, Julio Aretxabaleta, fallece en la Clinica Guimón de Bilbao a los 66 años, el día 27 de mayo de 1962. El funeral se celebró en la parroquia de San Andrés Apóstol de Eibar, y sus restos fueron inhumados en el cementerio de dicha localidad.

Quiero agradecer al también Eibartarra Eusebio Gorritxategi Agote, su ayuda para realizar esta entrada.


ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -40-

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En la anterior entrada veíamos cómo la administración de propiedades e impuestos de la provincia llamaba a los ayuntamientos a percibir el premio que les correspondía por la cobranza de cédulas personales del ejercicio de l882-83, asícomo por la formación de padrones y listas cobratorias del propio ejercicio.

A principios de abril de 1884 se daba cuenta del estado de notas, aplicación, aprovechamiento, faltas de asistencia y comportamiento de los alumnos de Comercio y Lengua de esta localidad.

También el camino desde la Avanzada a Las Arenas veía realizar mejoras. El Ayuntamiento de Getxo encargaba a la Compañía del Tranvía, transportar doce vagones de piedra martillada, a razón de 34 reales cada uno, para reponer la ya deteriorada calzada que iba desde ese punto, junto a la Bola, hasta la plazuela de Las Arenas.

Las laderas del monte en la playa de Ereaga eran continuamente atacadas por las mareas. El 24 de abril de 1884, se autorizaba a D. Vicente Suárez, la construcción de un muro en la ladera de Ereaga cómo defensa de las aguas del mar.


Poco a poco los fondos para la creación de la “Sociedad de Salvamento Marítimo de Vizcaya” iban siendo una realidad, por lo que el “Club Náutico de Bilbao” invitaba al Ayuntamiento de Getxo a acudir a una reunión que se iba a celebrar en su sede, en la calle del Arenal N.º 8. En la misma se iban a preparar los reglamento y la inversión de los fondos conseguidos hasta la fecha. El consistorio de Getxo nombró para dicho cometido a D.Luciano de Alday y D. José Ramón de Uriarte.

Los obsequios que se habían realizado, en forma de pasteles y dulces para los niños de las Escuelas Públicas, en el mes de febrero, a instancia del Inspector de Primera Enseñanza de la provincia durante su gira por las escuelas de Vizcaya, además del refresco ofrecido a su acompañante el Gobernador de la Provincia, costaron 226 reales, y parece que dejaron las arcas municipales resentidas, ya que el consistorio acordó no volver a realizar aquellos obsequios en años venideros.

A finales de abril de 1884 eran varios los temas que preocupaban a algunos Ayuntamientos de la Provincia de Bizkaia, entre ellos estaba la utilización de los pastos de ganados por lo que la Diputación Provincial recordaba las normas existentes: “...«Con frecuencia se originan en nuestros pueblos, y hoy mismo penden en no pocos cuestiones sobre pastos de ganado menor en terrenos comunes. Las disposiciones más respetables por su origen son las consignadas en las leyes primera y segunda, titulo treinta y cuatro del fuero de Vizcaya, vigente en esta parte. Estatuyese por la primera de ellas que los ganados se echen a los montes y ejidos altos con guarda y pértiga que los guarde y traiga de sol a sol, y por la segunda se determina cómo los ganados que entran en las heredades ajenas y hagan daño en ellas se podrán prendar y encorralar por los dueños de las mismas heredades, y cómo se ha de proceder para que se haga efectiva la pena y resarcimiento del daño.

El objeto principal de estas leyes, fue evitar los perjuicios que los ganados causaban en las heredades. Da la colindante provincia de Guipúzcoa venían periódicamente a Vizcaya en cierta época del año numerosos rebaños de ganado lanar que no sólo invadían y consumían los mejores y más fértiles pastos del Señorío, sino que además se construían chozas provisionales para albergue de pastores y ganados en montes altos y sitios solitarios, causando en los arbolados, madroñales y jaros contiguos daños de consideración.

Los pastores de aquellos rebaños eran por lo común los autores de los grandes incendios de montes, producidos con objeto de limpiar el suelo de maleza y de que renazca fresca y abundante yerba que se proponen aprovechar a costa casi siempre de incalculables pérdidas y peligros para las comunidades y los particulares.

Por la ordenanza de montes aprobada por real orden de 27 de Noviembre de 1784 se mandó guardar inviolablemente lo estatuido en las leyes forales que hemos citado, y desde 1786 hasta 1866 han venido constantemente las Juntas Generales del Señorío dando disposiciones basadas en las citadas leyes del Fuero.

En 1813 se ordenó a las justicias de los pueblos de Vizcaya que dispusieran inmediatamente que todos los rebaños de ganado lanar forasteros saliesen de los pastos de su jurisdicción, y en 1814, el Señorío, no sólo aprobó esta orden de la Diputación, sino que mandó que todos los alcaldes y fieles procediesen a destruir las chozas construidas para guarida de rebaños por pastores forasteros.

Dos años después el mismo Señorío reiteró estos acuerdos y ordenó que se celase para evitar que por medios capciosos o convenios simulados se eludiesen.

En Junta General de 1823 se reiteraron las mismas disposiciones y se estableció que los guipuzcoanos que quisieran venir con sus ganados a residir en Vizcaya, hubiesen de fijar la residencia al menos por tres ó cuatro años continuos y bajo la garantía y responsabilidad de los dueños de las casas que alquilasen. En 1825 se dictaron enérgicas disposiciones para el cumplimiento de todo lo estatuido en cuanto a pastos.

En 1841 se acordó en junta general que a fin de evitar los graves daños que causaban las cabras y ovejas en los pastos y ejidos comunes, la Diputación tomase enérgicas disposiciones, y a este acuerdo se adicionó con otro en el que se determinaba que todo ganado que se encontrase paciendo en terreno a que hubiese llegado el fuego durante dos años después de la quema, fuese prendado y cayese en comiso»...” Estas eran en resumen las normas que en Vizcaya existían en materia de disposiciones sobre pastos de ganados.


Era el primero de mayo de 1884 cuando el Ayuntamiento de Getxo, a fin de traer el telégrafo a nuestro municipio, realizaba consultas con la Compañía del Tranvía para: “...«Saber la cantidad exigir por la colocación de los hilos, en sus postes, desde Las Arenas a Bilbao»...”

En esas fechas, el Ayuntamiento recordaba las deudas que el municipio tenía con las feligresías de Algorta y Santa María, en concepto de atrasos de 4 años desde 1877, por culto y clero: “...«Las cuales alcanzan los 84.740 reales. Y que ya se habían ido regularizando hasta la cantidad de 7.717 reales, de los cuales se habían abonado al Sr. Beneficiado Artega 823 reales, a D. Victor y al Sr. Egusquiza 3.744 reales, al culto de San Nicolás 1.256 reales, al culto de Santa María 1.256 reales y al organista Sr. Blas 638 reales»...”

Por otro lado el Ayuntamiento autorizaba, siempre que no se distrajera ningún fondo municipal, al 7º Batallón de Artillería de a pie de guarnición en Bilbao: “...«A utilizar el campo o terreno, que se halla en la inmediación de la fuente de Arrigunaga, para establecimiento de la escuela práctica, en la que todos los años realiza sus ejercicios de tiro»...” Se designaba como camino para transportar los materiales necesarios para dicha práctica: “...«El camino que pasa por Pitarrena»...”

En la próxima entrada veremos cómo 1884 las fuerzas armadas seguían dando quebraderos de cabeza al consistorio de Getxo, y este sorteaba como podía sus demandas dando todo tipo de excusas. Y cómo las elecciones a Diputados, venían siendo muy discutidas por algunos habitantes.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -41-

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En la anterior entrada veíamos cómo en el camino desde la Avanzada a Las Arenas se realizaban mejoras. Y el Ayuntamiento de Getxo encargaba a la Compañía del Tranvía transportar doce vagones de piedra martillada para reponer la ya deteriorada calzada que iba desde ese punto, junto a la Bola, hasta la plazuela de Las Arenas.

A mediados de mayo de 1884 las fuerzas armadas seguían dando quebraderos de cabeza al consistorio de Getxo, y este sorteaba como podía, dando todo tipo de excusas, sus demandas. Tal era el caso de la petición del Gobernador Militar de la Provincia, que demandaba reparar el “Fuerte las Canteras” por cuenta del municipio, o bien alojar a las fuerzas de artillería en casas particulares. El Ayuntamiento de Getxo declaraba que: “...«Habiendo estado persuadido de que el convenio concertado con la comisión de jefes y oficiales de artillería para el emplazamiento de las baterías, no le produciría gasto alguno, no consignó partida en el presupuesto municipal para tal fin»...” Y a partir de este razonamiento comenzó una serie de argumentos evasivos para esquivar lo que le demandaban, entre ellos el de la dispersión del Pueblo: “...«Que siendo muy extenso y diseminado este pueblo, el alojamiento de la fuerza en las casas de los vecinos, vendría a perjudicar muy notablemente a la parte reunida en el barrio de Algorta. Por lo que con sobrada razón se quejarían los de este barrio, pidiendo se cargara por igual a todos los vecinos de esta Anteiglesia, a lo que en justicia no tendría este Ayuntamiento otro remedio que acceder, y alojar a la fuerza en todos los caseríos, por más diseminados que se encuentren, por lo que dichas fuerzas resultarían perjudicadas por las largas distancias a las que se hallan dichos caseríos, diseminados en un radio de 4,5 kilómetros. Por ello solicita a la autoridad militar se sirva relevar a este vecindario de la carga de de alojamiento de la que se trata»...”


El degüello de cerdos, la abacería, era otro de los temas que preocupaba a nuestros ediles. Sobre todo porque era una de las fuentes de financiación del municipio. Y lo hacían aumentando en diez céntimos de peseta el arriendo del degüello de dichos animales. Justificaba tal subida para poder pagar con dicho producto las cargas provinciales anuales, ya que los recursos del municipio escaseaban.

Y para solucionar el problema de los retrasos del correo peatón, que el vecindario venía reclamando desde hacía ya algún tiempo, que se retardaba en la llegada al Pueblo hasta las seis de la tarde, lo que dilataba el reparto hasta las nueve de la noche, máxime cuando en verano por la afluencia de veraneantes los problemas iban a ser aún mayores. Acordaban dirigirse al administrador de correos de la provincia para que tratara de solucionar lo que en opinión del ayuntamiento de Getxo era un abuso, ya que había tranvías a todas las horas del día.

A finales de mayo de 1884, la Junta Municipal del Ayuntamiento de Getxo, decidía de acuerdo con el Reglamento aprobado por la Diputación Provincial, sacar a remate público, a venta libre, los arriendos de los arbitrios de vinos , txakoli del país, aguardiente y otras bebidas; también la casa matadero de carnes frescas, así como los asientos del mercado, puestos de poncheras y barracas para el año económico del 1884-85.

Y como las elecciones a Diputados, que tiempo antes venía siendo muy discutidas por algunos habitantes, por la provincia corrían unos versos, con cierto retintín:

...«Salen diputados
ciertos caballeros,
porque los votantes
son muy majaderos.
!Ay Manóle, ay Manóle¡
lo que puede el parné»...”

Mientras las obras en el Puerto de Algorta ocupaban su espacio en las actas municipales, en este caso era el caño que iba desde las inmediaciones de la “Taberna Pública de Echebarri” (Puerto Viejo), a la calle Tanger (hoy Ribera): “...«Por el mal estado en que se encuentra el caño o alcantarilla, de la calle del Puerto, desde la taberna pública de Echevarri, hasta el encuentro con la calle de Tanger»…”


A principios de junio de 1884 se informaba de la aprobación, por el Ayuntamiento y la Junta Municipal, el proyecto presentado por el ingeniero D. Laureano Gómez Santa María, de la traída de aguas a la población; “...«Desde los manantiales de Berango, Basarte, Achabale y Jauncoerreca, situados en los montes de la jurisdicción del inmediato pueblo de Berango. Así como el proyecto de recursos municipales para llevar a cabo las obras, acordado por ambas corporaciones. Para ello era necesario en primer lugar dar cumplimiento de lo establecido en el Artículo del 6 de julio de 1877 para la ejecución de obras públicas, someter el expediente a información pública durante quince días, para que durante ese tiempo puedan reclamar los particulares»...”

En julio de 1884, el consistorio de Getxo, ante la dificultad que representaba el cobro diario de los impuestos para cubrir los sueldos de los vigilantes de la playa durante la temporada de verano, acordaba: “...Que los derechos de 10 céntimos por cada caseta sean, abonados por los bañeros que se establezcan con sus casetas en las playas de Erega y Las Arenas, para cubrir con dicho impuesto los trajes de los vigilantes...”


En esas mismas fechas, 3 de julio, los profesores de Lengua y Comercio solicitaban al Ayuntamiento que dieran comienzo los exámenes de fin de curso.

En la próxima entrada veremos cómo para el 7 de julio de 1884, había quedado instalado el telégrafo en el establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos de Las Arenas. Y cómo ese mismo mes la vecindad de Getxo se preparaba ante la llegada de una nueva epidemia de cólera morbo.

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