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LA CALLE PELIGRO

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La Calle Peligro, también llamada por otros “Carretera del Peligro” de Algorta, es una de las desconocidas en el callejero municipal.

La primera vez que aparece recogida dicha calle es en una fogueración de 1862 en la que se menciona: “...se rotulan por primera vez algunas calles de Algorta entre ellas la “Del Peligro...”

De ella ya hablaba en mi entrada del miércoles 24 de octubre del 2014: Calle Nueva: Así era denominada en 1887, la calle del Puerto Viejo que empezaba en el punto denominado “El Farol”, a la terminación de la calle Caridad, y terminaba en su encuentro con la calle Rivera. Esta calle anteriormente recibió el nombre de calle “Peligro”. En aquellos años contaba con tan solo dos edificios en su mano derecha “Tatoena” y “Aquechena”; y en su mano izquierda tres “Entelladorena”, “Nebaoena” y “Mugaburu nuevo”.


El colegio del Colegio del Puerto, que por su emplazamiento estaba ubicado en la calle Caridad, parece que primitivamente era también de la llamada “Del Peligro”.

Muy probablemente el nombre deviniera por estar en antiguos caminos, todos ellos, agrestes, peligrosos, estrechos e incómodos para transitar, por los que había que caminar cara al norte al descubierto en los días de lluvia.

Otra de las veces que va a aparecer esa denominación, en un expediente municipal, es en 1890, cuando Dña. María Justa de Ajeo el 3 de julio de 1890 solicitaba: “…que teniendo que construir un caño que desahogue, en la casa de mi propiedad Gorostiondo, situada en la calle del Peligro...” Hoy esa casa ocupa el numero 11 de la calle Nueva.

También aparece el nombre en varios escritos:

Entre ellos en el libro “Getxoko Leku Izanak” de Mikel Gorrotxategi, cuando habla de la casa de 1842: “...nombrada “Arteguiena” con sus pertenecidos, radicante en jurisdicción de la Anteiglesia de Guecho, en la carretera del Peligro, hoy calle de la Caridad, barrio de Algorta...”

Cuando lo hace sobre la casa Basaldua”: “...1873 La referida Casa Basartena parte oriental, está situada en el barrio de Algorta...es conocida también con el nombre Aquechena de Basaldua...por la calle o carretera llamada del Peligro...”

O cuando menciona a la casa: “...titulada Gorostiondo, señalada con el numero catorce, sito en la calle de peligro en 1879...”

Nuevamente al hablar de: “...Gorostiondo la nueva 1866 casería denominada Gorostiondo la nueva, finca rústica, sita con sus pertenecidos en jurisdicción de Guecho, radicante en el barrio de Algorta, entre la Carretera nueva que en el termino de Arechondo baja al puerto y la carretera llamada del Peligro, se halla señalada en la numeración local con el nº 22...”

Y cuando lo hace de la calle Caridad: “...1894 sita en la carretera del "Peligro", hoy calle de la caridad, en el barrio de Algorta...” En 1881: “...de las obras que se hayan ejecutando en la carretera del peligro, desde la casa de Padrena a la plazuela de Mugaburu...”

Finalmente cuando menciona: “...Tatoena la nueva 1860, 1860, 1860, 1884 cuya nueva casa que es en la que habita, se conoce con el nombre de "Tatoena la nueva" y se halla situada en la plazuela intermedia de las calles de Tetuan y del Peligro de este barrio de Algorta...”


Los motivos por los que esta calle llegó a llamarse “Del Peligro” o “Peligro” pueden deberse a diferentes motivaciones, pero sin duda es una de las más atractivas del Puerto Viejo de Algorta, de sinuoso y estrecho trazado que de barandillas precisa, sobre sus fachadas lucen hieráticos los faroles, mientras sus escaleras nos conducen cadenciosas hacia Tatoena y Etxetxu.



EL CATAFALCO DE DIFUNTOS DE ÁNIMAS

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El catafalco de “Difuntos de Animas” de Getxo era un mueble destinado a rezar por los difuntos, que en algunos lares llevaba dibujada la llamada “Danza de la Muerte”, representada en la parte superior por un esqueleto pintado portando una guadaña, y en el paño frontal una calavera con un bonete de tres picos. El túmulo iba cubierto por un manto de seda negra, armazón funerario que representaba el féretro de un difunto. Una vieja tradición del barrio de Getxo (Andra Mari), perdida y ya casi olvidada.

Pero antes de pasar a esta celebración, hacer un pequeño resumen de otras, anteriores:

Hay fiestas cuyo origen se remontan al origen de los tiempos, una de ellas es el “Día de difuntos”, también llamada popularmente como “Todos los Santos”. Las tradiciones ligadas a las misma llegan desde ceremonias de los druidas en tiempos anteriores al cristianismo. Muchas son las tradiciones que se celebraban en otros lugares, los celtas lo hacían al dios de los muertos llamado Samhain, fiesta que coincidía con el día primero de noviembre.

Pero no iremos hasta la época de las persecuciones de Diocleciano. Ni a los distintos cambios de fecha en su celebración, acaecida por primera vez, en tiempos del Abad del monasterio de Cluny (998 d.C.), que la instauró el 2 de noviembre para honrar a los difuntos. La fiesta de “Todos los Santos” en sus comienzos se celebraba en mayo, hasta que el Papa Gregorio-III la traslado al 1 de noviembre, fecha que ha venido celebrándose hasta nuestros días.


De sus costumbres nos llega como acto de ceremonial religioso-mundano, el acudir a los camposanto para adecentar las tumbas y llevar flores a los familiares fallecidos. Pero existen distintas formas de celebrar el día de difuntos con distintas tradiciones a lo largo del Pueblo Vasco. En la provincia de Bizkaia, en Beriz era costumbre colocar una calabaza, a la que se daba forma con ojos y boca, en la torre del campanario al anochecer. Esa costumbre estaba bastante extendida por toda la geografía vasca, y no pocos niños de los años 40-50 recordarán tradiciones similares.

Pero respecto de ceremonias, sobre todo religiosas, me gustaría recordar una tradición muy peculiar relacionada con los rituales de recuerdo a los difuntos, que como casi todas, por transmisión oral, me la ha contado un buen amigo, ya entrado en años, que la vivió. Esa celebración era un ritual que en los años 40-50 se realizaba en la Iglesia de Andra Mari de Getxo el día 2 de noviembre.


A la misa de difuntos, que se celebraba el día 2, acudían todos los feligreses de getxo (Andra Mari), siguiendo una costumbre que aún hoy se mantiene, los de la zona de arriba (Goierri) lo hacían por el pequeño pórtico que da al actual Batzoki, y los de la zona de abajo (Bearri) por el pórtico que da a la campa de la iglesia. Todas las señoras iban vestidas de negro, cubiertas con mantillas largas del mismo color; los señores con chaqueta y boina negra. Durante la misa de difuntos del mes de noviembre, misa mayor de las 10 de la mañana. Entonces las mujeres se colocaban en la parte trasera del templo, que era el lugar donde, en el XVIII estuvieron las sepulturas de los difuntos. Allí, guardando el mismo sitio que de forma oral se transmitía de padres a hijos, las etxekoandres colocaban un paño negro con cuatro candelabros en las cuatro puntas del paño. Familia y amigos acudían a las “sepulturas” y depositaban en los paños un puñado de monedas que después de contarlas las dejaban en el bonete que el párroco llevaba en una mano. El párroco rezaba “in situ” un Pater Noster por cada tantas pesetas. Después asperjaba con el hisopo en la falsa sepultura. Había un grupo de chirenes que decía invariablemente: “...Hoy en casa del párroco comen chuleta...”. También era tradicional colocar un enlutado catafalco, de forma rectangular, bajo el cual llevaba unas ruedas que permitían su desplazamiento. El túmulo iba cubierto por un manto de seda negra con diferentes grabados relacionados con la muerte, a ambos lados se alzaban unos imponentes candelabros (tres en cada lado); en su frente se colocaba un banco-sillón para tres en el que se sentaban los celebrantes. Este armazón era colocado en el pasillo central de la nave, frente al altar. Junto a él se cantaba el “Liberame Domine de viis inferni”.

En un momento de la ceremonia religiosa, los celebrantes, junto a los asistentes y los monaguillos salían por la puerta que da a la campa de la iglesia, por Bearri; se desplazaban en procesión hasta la parte posterior de la iglesia (detrás del altar mayor), junto a la calle Maidagan, allí, en el centro del la pared, en una hendidura de la misma, existía una especie de pequeña sepultura, coronada por césped, de unos dos metros de altura, en la que decía la tradición que era una antigua huesera. Tras realizar una breve ceremonia con cánticos en latín, el celebrante provisto de acetre e hisopo bendecía los restos. La comitiva regresaba al interior de la iglesia, esta vez por la puerta de acceso de Goierri, junto al Batzoki, donde continuaba la misa de difuntos hasta su finalización.


Parece que la prohibición de introducir cuerpos de difuntos en la iglesia durante las exequias, en algunos tiempos, dio origen a una práctica de carácter formalista, que consistía en colocar en el centro de la iglesia y ante las gradas del presbiterio un armazón funerario que representaba el féretro del difunto.


Esta tradición, quizá con aportaciones de mayores que vivieron aquellos días, más adelante pueda ser completada. Pero quede esta referencia de una tradición funeraria de nuestro Pueblo.

UN DEPORTISTA DE SANTUKO

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Un deportista de “Santuko”, Javier Hormaza Garay. Nace en el caserío de ese nombre en noviembre de 1944, hijo de José y Jesusa, el primero de Piñaga (Andra Marí) y la segunda de Galdakao. Algunos de sus recuerdos y algo de su vida deportiva es lo que voy a recoger en esta pincelada de su vida.

Santuko” estaba situado en la plaza de Alango (Algorta). En sus recuerdos de niñez describe la plaza como un espacio grande, cruzado por un camino de piedra, que servía para dar servicio a los comercios que había en esos años. En la parte superior de la plaza había una zona de hierba, que fue en la que dio sus primeros chuts a un balón, que como el dice: “…!el que podíamos encontrar!, porque en aquellos tiempos, hace más de 60 años, se jugaba con lo que se podía, incluso con pelotas de trapo y papel. Salvo algún privilegiado como Andoni Uribarri, que tenía un balón de los de reglamento. !No era fácil hacerse con un buen balón y aquel sí que era una gozada, era un esférico autentico! A él dedicábamos todo el tiempo que nos dejaban Amelia Bidegorri y Mari Andikoetxea, las de la Academia San Ignazio (Bidegorri). Esa fue mi primera escuela, hasta que con 14 años empecé a trabajar en la “Unquinesa”...”


En la fotografía superior podemos ver la plaza de Alango, Santuko era el tercer edificio empezando por la izquierda: “...Era una vivienda compartida, nosotros vivíamos en el lado de la derecha y a la izquierda vivían los Fullaondo. Debajo había dos chatarrerías, en la parte delantera estaba la de Pablín Deusto y en la parte trasera la chatarrería de Antonio y Clara, que era también su vivienda. Santuko estaba flanqueado, a su izquierda por la casa de los Uribarri y a su derecha por la Academia Bidegorri. Entre los comercios de la plaza de Alango estaba la tienda de D. Pablo, la carpintería de Bidegorri, la chatarrería de Pablín Deusto, y la de Antonio Lorenzo...” Finalmente aquella plaza se urbanizó y hoy tan solo queda un pequeño monolito en su recuerdo.

Javi, paso de jugar al balón, en los tiempos en que como palos de porterías se colocaban los jerséis, en las campas de Alango y Arkotxa, a la competición como deportista del balompié. Esta última campa estaba entre la “Casa Barco” y el “Convento de Las Adoratrices”: “...era una campa inclinada que, hasta tenía porterías...” (En ambas campas se celebraron torneos juveniles).


Sus primeros partidos los hizo como aficionado y más tarde como profesional. Algunos de los equipos que participaban en las competiciones de aficionados tenían nombres locales o alegóricos de la zona: “...Alango, Neguri, San Ignacio; Chupacharcos, este último del barrio de la humedad (Villamonte)...” Javi jugó en el Alango, en ese equipo jugaron entre otros: “...Manolo Fullaondo, Txomin Fullaondo, Antonio Ahedo “Panizo”, de portero Juantxu Azkorra, Ismael Moral (+) y su hermano Ignacio Moral “Paiño”, Alfonso Maguregui…, algunos de esos futbolistas aficionados pasamos a jugar en los juveniles del “Katipunan F.C.”...”

El “Katipunan F.C.”, fue un equipo que creó Javi González “Tatxinda” (el nombre venía de una hermandad revolucionaria Filipina que en 1892 contribuyó al final del Imperio español en Asia). Con él participamos en un torneo a nivel de Bizkaia organizado por el Athletic. En ese equipo había algunos jugadores que no eran de Algorta: “...El primer torneo celebrado en 1959 lo jugamos en los Salesianos de Deusto. Aquel año jugamos la final contras el Racing de Gobela (un equipo de Gaztelueta), que nos ganó por 3 a 0”…” Participamos en unos 7 u 8 partidos.


En la fotografía superior se puede ver a los componentes del equipo:

En la fila superior y de izquierda a derecha están: Ignacio Moral “Paiño”, Bolibar, Garay, Pérez, Asanza, Javi González “Tatxinda” e Iñaki Aresti (Portero).

En la fila inferior y de izquierda a derecha están: Javi Hormaza, Juan Artaloitia “El Mexicano”, Aburto, Alfonso Maguregui y “Erandio”.

Recordando ese torneo comenta Javi: “...De aquel torneo salieron jugadores del Athletic como Fidel Uriarte que jugaba en los “Boinas de Sestao” y Txutxi Aranguren que lo hacía en el “Portugalete”...”

Más tarde, en el año 1960, me llamaron para jugar en los juveniles del Athletic: “...pero yo dije que no quería saber nada, que quería jugar en el Getxo...” De 1960 a 1963 estuvo jugando como federado en el Getxo en juveniles en tercera división. El presidente del Club era Ángel Astorqui; en juveniles el primer entrenador fue Merodio, y de masajista Eduardo Martínez. En la fotografía inferior podemos ver al equipo del Getxo en tercera división, en la temporada 63-64, entre aquellos jugadores aparecen:


En la fila superior y de izquierda a derecha: Javi Etxebarria, “Mauri” (+), Salva (+), Katxas (+), Garay, Kike Madariaga (Portero).

En la fila inferior y de izquierda a derecha: “Justito”, “Menoyo” (+), Ibarra, Manchón y Javi Hormaza.

En el Getxo, Javi jugo durante tres años en juveniles y dos en tercera. Su primer gol en el equipo getxotarra lo metió: “...jugando contra el “Baskonia” en Basozelai…, allí empecé una racha de meter goles hasta que me lesioné jugando contra el “Rayo Cantabria” en el Sardinero en el año 1963, íbamos ganado por dos a cero, yo había metido los dos goles. Me lesioné y me llevaron al Hospital de Valdecilla en Santander...” De esos tiempos recuerda Javi: “...Que no pocas chuflas las corríamos en el Bar El Porrón de Villamonte, también solíamos caer por EL Bar la Marina de Telletxe...”

En mayo de 1965 ficha por el Athletic de Bilbao: “...Yo estaba trabajando en la Unquinesa y me vino a buscar Txano Echevarría, en un taxi con mi Aita. Me dijeron !Vístete que vamos a Bertendona, que vas a fichar por el Athletic!, eso fue tremendo para mi, el lunes fiché y el martes ya estaba jugando con el equipo rojiblanco...” Debutó en el Athletic el 28 de noviembre de 1965: “...Entonces estaba de presidente del club bibaíno D. Julio Eguskiza y como entrenador Antonio Barrios...” Su primer gol en el equipo bilbaíno fue en dicho año, jugando contra el Real Madrid, partido que finalizó con el tanteador 2 a 0 a favor del Athletic. Los goles fueron metidos, el primero por Fidel Uriarte y el segundo por Javi Hormaza: “...llevaba una racha el Athletic, de unos 8 partidos sin ganar al Real Madrid, y en aquel partido nos desquitamos...” En la fotografía superior podemos ver a Javi Hormaza, en aquel partido, en cuclillas sujetando el balón, debajo de Iribar. Javi jugó con el Athletic de Bilbao hasta 1970.


De sus días de gloria en el Club rojiblanco hablan titulares de prensa, como el del 30 de noviembre de 1965, en que en el diario “La Gaceta del Norte”, el comentarista deportivo “Joma” decía: “...ORMAZA, BIEN, y no le pongo “muy bien” para que no se enfade Gainza...”.

Posteriormente jugó en la “Agrupación Deportiva Ceuta”, durante dos años 1970-71 y 1971-72: “...fueron dos años estupendos, me encontré con una gente fabulosa…, En el club jugaba Javi Etxebarria, que fue suplente de Iribar, de portero; también estuvo Antón Azurmendi, un chico de Elorrio, que paso del Oviedo al Ceuta; al año siguiente vinieron Ituiño y Doro, que habían estado en el Bilbao Athletic...” Al fallecer el presidente del Ceuta decidió fichar por el Levante, equipo en el que estuvo una temporada 1972-73. La siguiente temporada 1973-74 ficho por el Tudelano.

En esa temporada (1974), cuando iba a cumplir 30 años, tuve que tomar la decisión más importante mi vida, pues mis hijos empezaban a la Ikastola de Algorta. Tenía propuestas de otros Clubs como el Salamanca, Girona, Cartagena, equipos que pagaban bien y ofrecían un buen contrato, pero para entonces ya tenía tres hijos, y tenía que ir yo solo. Así que junto con mi esposa Marieli adoptamos la decisión de dejar el fútbol.

Tenía 30 años y estaba en plena plenitud física: “...seguía yendo a San Mamés a ver jugar al Athletic, pasaba unas envidias tremendas al ver jugar a mis antiguos compañeros...” En el año 1975 empezó a jugar con los veteranos del Athlétic, jugó con ellos durante 10 años: “...hasta que un tirón fortísimo en los isquiotibiales me envió al dique seco...”

De los años de jugador en el Athletic conserva muchos recuerdos, uno de ellos ligado al Bar Gurugu y su entorno: “...Mi ama compraba la carne donde Lombera, y José Ignacio Isla (+) me dijo: Con cada gol que metas en el Athletic te regalo una chuleta de kilo. Aquel chuletón solía compartirlo con mi Aita en casa, las piezas eran de tal calibre que le dije !Dame dos más pequeñas!Hubo varios partidos en los que marqué dos goles, así que le dije que solo me enviara una...” El Gurugú era casi como su txoko particular, allí comentaban los partidos e incidencias del domingo.



Una de las cosas que recuerda, no sin cierto cansancio físico y hasta mental, son los desplazamientos “...Con el Getxo los más largos eran a Cantabria o a Reinosa, íbamos en los autobuses de “Mamba” de Las Arenas. Pero luego en primera, con el Athletic, !buff aquello si que era duro!, por ejemplo, para jugar en Sevilla teníamos que salir el viernes a las 9 de la mañana en autobús a Madrid, !entonces no había autopista (hace 50 años)!, parábamos a comer en Aranda de Duero, llegábamos a la capital el oso y el madroño a eso de las nueve de la noche. Allí, tras cenar un poco, cogíamos el coche cama dirección a Sevilla, y después de toda una noche de viaje, llegábamos el sábado por la mañana, habían trnscurrido casi 24 horas de viaje. Por la mañana entrenábamos hasta la hora de comer, un poco de siesta, cine, para luego ir pronto a la cama. El domingo por la mañana íbamos a misa !entonces era costumbre!, los partidos casi todos comenzaban entre las 16:30 y 16:45, al terminar cenábamos un poco y otra vez al coche cama. El lunes desembarcábamos en Madrid a primera hora, vuelta a coger el autobús y para Bilbao que nos dejaba en San Mamés. Luego yo tenía que coger el tren hasta Algorta. En aquella época no tenía coche, así que llegaba a casa baldado a las 9 de la noche ! Aquel viaje era toda una odisea!...”

Y como una de las anécdotas más agradables recuerda que: “...el primer viaje que hice con el Athletic en 1965, fue a Pontevedra. Allí jugamos contra el equipo local el partido de cuartos de final de Copa, a mi me tocó compartir habitación con Iribar. Aquel partido lo ganamos por 0-3. Durante mi vida deportiva en el Athletic, aunque sin jugar, estuve en tres finales, perdimos dos, una contra el Zaragoza en 1966 y otra contra el Valencia en 1967 y ganamos la de 1969, contra el Elche por 1-0, gol que metió Antón Arieta...”


Hasta aquí un pequeño recorrido por la vida deportiva de uno de los vecinos de Algorta, que pasó de un equipo juvenil, el Katipunan F.C. a lucir los colores del equipo rojiblanco, junto a viejas glorias como Iribar, Arieta, Argoitia, y Uriarte.

DE CAMINOS, VEGAS, OBRAS Y OTROS ACONTECERES DEL SIGLO XIX EN GETXO y -XII-

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En esta entrada finaliza esta serie, en ella veremos, entre otras cosas, como se convocaban los plenos y recaudaban los arbitrios.

Según relataban en noviembre de 1873, la forma de convocatoria vecinal a los plenos se realizaba: “...previo aviso a los domicilios y a son de campana tañida en el salón de la casa Consistorial, según uso y costumbre foral...” Ya desde 1860 hasta 1928 las reuniones se celebraron en el Ayuntamiento situado en la Plaza de San Nikolas. Precisamente, y volviendo a las demandas de las fuerzas armadas, el 17 de noviembre del año 1873, el Consistorio trataba en un pleno sobre un oficio remitido por el Almacenero del distrito militar de Munguia, en el cual se indicaba: “...se ordena la remisión al mismo de 3.588 raciones de pan de primera, las cuales incluirán un cuartillo de vino y libra de carne; y para la caballería 1.816 libras de maíz, 450 libras de salvado, 73 arrobas de paja y 18 libras de velas…” El Ayuntamiento solicitaba que de las mismas fueran descontadas las: “...raciones suministradas en la última semana a la fuerza que ha permanecido en esta Anteiglesia...” Aquellas raciones habían sido suministradas por el Regidor D. Robustiano de Larrondo y el vecino de Getxo D. Juan José de Ibatao. No fue esta la única demanda de las partidas armadas, ya que el Comandante de Armas de Sondica exigía la entrega en Erandio de: “...240 reales y 16 celemines de habas y pienso de caballo para ocho días antes de las dos de la tarde de ese día...”

Los arbitrios era otra de las preocupaciones de nuestros ediles. Las condiciones de los remates en noviembre de 1873: “...de vinos, aguardientes, chacolis y otros líquidos, además de las carnes frescas, se realizaban en dos bodegas de la taberna de Echebarria en Las Arenas...” La graduación de los aguardientes quedaba al criterio de los vendedores, eso si, se advertía que: “...deben de ser de buena calidad, y no dañar la salud pública, no debiendo el aguardiente bajar de 19 grados. Siendo el precio base de partida de 78.000 reales...” Para el precio de la carne también se fijaba el precio de partida, el cual debía de ser de: “...como en el presente año, y también para el próximo durante todo el año, para veinte cuartos será de 24.000 reales...” Quedaba clara la intervención municipal en la fijación de precios.


Y la guerra seguía creando conflictos, que afectaban a ambas márgenes de la ría. El 11 de diciembre de 1873 llegaba una orden del Jefe de Distrito de Munguia D. Sebastián de Gorordo, por la que se hacía saber que: “...se prohíbe en absoluto el paso de la parte de acá de la ría a la de la rebelde Villa de Portugalete, al barquero D. Antonio de Mendieta...” Sin embargo el consistorio decidió que no entraba dentro sus atribuciones el establecer aquella prohibición, y echando balones fuera, dejaba al criterio del barquero la decisión. Otro de los asuntos afectados fue el correo, el administrador de la cartería de Munguia comunicaba que: “...desde ayer, desde Munguia se conduce el correo para Francia, Navarra, Álava y Guipuzcoa, pudiendo pasar una persona de su pueblo a recoger o llevar la correspondencia...”

Terminaba el año con la prohibición de extraer arenas y césped de la vegas, ya que según una queja presentada por D. José Ramón de Urresti, quedaban las vegas, al extraer la capa de césped, decía en la misma: “...se produce un daño notable a la propiedad comunal, en las arenas y vegas de esta jurisdicción, ya que algunos se dedican a arrancar el césped dejando el terreno estéril...” El Ayuntamiento acordaba la prohibición ya que se dañaban los pastos comunales.


En las próximas entradas continuaré con un paseo a lo largo del último cuarto del Siglo XIX, viendo algunos de los aconteceres de aquellos días, que a nuestros vecinos creaban no pocos sinsabores y a veces alguna alegría.

LAS CÉDULAS PERSONALES EN GETXO

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Padrones de Vecindad, Cedulas de Vecindad, Cedulas personales, muchos nombres para casi una sola finalidad, mantener controlados a los ciudadanos. Los primeros aparecen en la legislación general, en un Decreto del 3 de febrero de 1823. Eran utilizados como medios de control parapolicía y reparto de contribuciones. Las Cedulas de Vecindad vinieron a sustituir a los pasaportes que hasta 1854 eran necesarios para circular por todo el territorio del estado, en ellas se recogían toda clase de datos relativos a los vecinos (nombre y apellidos paterno y materno, estado, profesión, domicilio, provincia a que se pertenecía). Las cédulas de vecindad, por la Ley de Presupuestos de 8 de junio de 1870, fueron convertidas en un impuesto con el nombre de cédulas de empadronamiento, que más tarde en 1872, por una Ley de Presupuestos pasaron a ser gratuitas, solo estaban exentos de su aplicación los pobres de solemnidad, los peregrinos, menores de catorce años, las religiosas profesas, los penados y las viudas siempre que su pensión no excediera los 1.500 reales. Por un Decreto junio de 1874 pasaron a ser denominadas “Cédulas Personales”. Las “Cédulas Personales” eran un medio que según algunos, servía para identificar a los habitantes y para controlar sus obligaciones con hacienda.

En alguna latitud lejana, como Filipinas, que en su día estuvo bajo la corona española, en 1894 las describían así: “...Dáse el nombre de cédula personal, al documento que la Administración y con arreglo a la fortuna o sueldo, entrega mediante pago correspondiente, a los tributantes, para que puedan identificar su personalidad...”

De la elaboración de las mismas se tiene conocimiento en Bizkaia, a través de los documentos existentes: En primer lugar a partir de una circular emitida en 1872 por el “Caballero Corregidor del Señorío de Vizcaya” D. Juan Jauregui. En ella informaba que: “...Con fecha 17 de febrero de 1872, el Iltmo. Sr. Director de General de Contribuciones me dice lo siguiente: Se ha dispuesto quede en suspenso la Real resolución por la por la que se obligó a los habitantes de las Provincias Vascongadas a proveerse de la oportuna Cédula de vecindad...”


En nuestro entorno decir que: A finales de octubre de 1878 el consistorio getxotarra trataba el tema de las “Cedulas Personales”, y lo hacía anunciando la distribución de las mismas y los días en que se iban a expedir. Era algo que ya se venía haciendo desde hacía años de forma anual. Cada vecino tenía una, eran de diferentes clases, dependiendo de la riqueza contributiva y económica de sus propietarios, y de su relevancia social, por lo que se establecieron varias categorías.

Y a pesar de que en 1872 se publico una circular del “Caballero Corregidor del Señorío”, en la cual se decía: “...quede en suspenso la Real resolución por la que se obligó a las habitantes de las provincias Vascongadas a proveerse de la oportuna Cedula de vecindad...” Volverían a ser utilizadas, prueba de ello es el documento de segunda clase que acompaño, de 1900, que estaba a nombre la vecina de Algorta Dña. Maria Landarte, cuyo visado realizaba el encargado del negociado D. Emilio Saliquet.


Las Cédulas Personales se expedían todos los años. Cada vecino tenía una, y eran de varias clases, dependiendo de la riqueza contributiva y económica de sus propietarios y de su relevancia social. Por ello se puede afirmar que las mismas tenían implicaciones de tipo impositivo y socio-económico, así como político y jurídico. Eran a su vez utilizadas como documentos identificativos, que había que presentar a las autoridades en procesos legales, testamentarios, o en actos de carácter legal y jurídico.

Buena prueba de ello son los datos que se recogían, en el llamado “Padrón de los individuos sujetos a impuestos de cédulas Personales”, de los años 1885 a 1900. En ellas se recogía, además de los datos personales (Nombre y apellidos, domicilio, estado civil y profesión), otro datos relativos a la contribución directa que debía de abonar, el lugar donde prestaba sus servicios, los alquileres que pagaba, la clase de cédula que tenía y el importe del recargo municipal.

En el ejercicio económico de 1885 a 1886se aplicaban 11 clases de cédulas, a personas de ambos sexos, que eran asignadas a: Empleados públicos o particulares (18 personas), inquilinos (618), individuos no cabezasde familia (933) y finalmente a jornaleros y sirvientes (98). Las categorías de cédulas aplicadas iban desde la de 6ª clase a las de 11ª clase, siendo las más numerosas estas últimas, ya que suponían 1235 sobre un total de 1667 cédulas.


El listado iba por calles, y estaba encabezado en la calle Tetuán (actual Avda, Basagoiti) por Dña. Francisca Aizterola de 20 años, también aparecía la figura del farmacéutico en la persona de D. Cándido Zugazagoitia que tenía 35; la calle Carretera la encabezaba Dña. Dominga Eguzquiza de 60 años y el panadero D. Maximo Llantada de 41; la de la calle Alangüetas lo era por D. Manuela Urrutia de 58 años; la de Las Arenas lo era por Dña. Daría Fernández de 23 y la de Santa Maria por D. José Uriarte de 68 años. Respecto de personas de renombre, por su profesión: Cabe mencionar a D. Ciriaco de Menchaca (Maestro de Obras) que vivía en la calle Tetuán de 44 años; la del médico D. Manuel Hormaechea de la calle Carretera de 40; la de los maestros de Las Arenas D. Juan Antonio Muñio de 55 y D. Joaquín Romance de 55 años; enese mismo barrio aparecía el ingeniero D. Eduardo Aguirre Labroche de 48 años y sobre todo uno de los maestro que pasaría más tarde al callejero municipal D. Paulino Mendivil Otaolea de 27 años. De Santa María caben citar al sacerdote D. Justo Barrenechea de 47 años y a las maestras Dña. Teresa Ansorena de 56 y Dña. Andresa Cortina de 20 años.

Respecto de los alquileres pagados: Los precios iban desde 1 peseta que abonaba el carpintero D. Miguel Lejarza de Las Arenas, pasando por las 25 pesetas de Dña. Dominica Zalduondo de Santa María, las 75 pesetas del cantero D. Antonio Larrabeiti Larrazabal de Alangüetas, las 200 pesetas que pagaba D. Andrés Larrazabal Tellería de Las Arenas y a las 250 pesetas que pagaba el comerciante D. Manuel Zubiaga de la calle Tetuán de Algorta.

Entre las profesiones destacaban los labradores (de los 159 dedicados a esa profesión, 95 de ellos eran de Santa María); le seguían los marinos (37); a continuación iban los canteros (34); los carpinteros (34); los jornaleros (26); los comerciantes (15); albañiles (9); los maestros (8); panaderos (5); herreros (4). Le seguían otras profesiones, estas menos numerosas, como los zapateros (3), camineros (2), farmacéuticos y cocineros (1), barberos, sacristanes, pintores, cesteros, notarios, armeros, cocheros, mayorales, hojalateros, y 1 empleado de la empresa del tranvía.


Para el ejercicio 1896 a 1897los alquileres habían subido: D. Andrés Larrazabal Tellería de Las Arenas, que en 1886 pagaba 200 pesetas, había visto subir su alquiler a 248 pesetas. Pasados otros 10 años nuevos vecinos habían llegado al pueblo: En Las Arenas estaba la fondista Dña. Felipa Bustingorri, que instalada en la calle Barria, pagaba por su alquiler 280 pesetas; en la Vega de Santa Eugenia tenía su vivienda, la Luiandesa Dña. María Romo, por la que tan solo pagaba 50 pesetas; mientras que en la calle Carretera de Algorta el naviero D. José Ramón Uriarte pagaba 500 pesetas. La calle María Cristina de Las Arenas era otro lugar de alquileres altos, la familia de Dña. Aurora Zamacona pagaba 501 pesetas por su domicilio. Nuevas personas nos visitaban como el vecino de Wiesbaden D. Teodoro Serbold o la Strasburguesa Elisa Picquart, que vivieron en la calle Máximo Aguirre de Las Arenas, pero sus alquileres no aparecían en aquel listado. También lo hicieron otros llegados desde Navarrete (Logroño), como los Muro (Eusebio y Ángela) que se afincaron en la calle la Estación.

Todos los datos relativos a las Cédulas Personales están sacados de los padrones de los individuos sujetos a impuestos, durante los años 1885 a 1900, expedientes 2940-8, 2940-9 y 2940-10).


Hasta aquí un pequeño recorrido por lo que se dio en llamar las “Cédulas Personales”, que según se puede ver el el cuadro que acompañode 1886, formaban parte del padrón de los individuos sujetos a impuestos.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -I-

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A partir de esta entrada iremos viendo una sería de acontecimientos que afectaron a Getxo, algunos relacionados con las guerras entre Liberales y Carlistas, otros del devenir del día a día del Pueblo.

Parte de la historia de nuestros barrios transcurrieron, en el último cuarto del Siglo XIX, influidos por un acontecimiento bélico: la “Tercera Guerra Carlista” (1872-1876), que para nuestro municipio terminaba el 29 de febrero de 1876, con la lectura de un Boletín enviado por el Gobernador de la Provincia al Ayuntamiento de Getxo. Aquellos y otros acontecimientos que iremos viendo, formaron parte del devenir de nuestros vecinos y de las calamidades que las guerras llevan a los ciudadanos de a pié, pero también del día a día y de la transformación de nuestro Pueblo.

Comenzaba el año 1874 bajo la presidencia de los regidores D. Robustiano Larrondo y D. Francisco de Urrutia. Quienes, el día 8 de enero, daban lectura a un oficio remitido por el Comandante General del Norte D. Antonio Cosío, en el que ordenaba que: “...a las cinco de la tarde se presenten en la Avanzada 60 hombres, provistos de seis barras de hierro, diez picos, diez cacos, veinte palas y veinte cestos, para contribuir a las fortificaciones que se van a realizar dentro de este pueblo…” La guerra estaba en su punto más álgido con enfrentamientos entre liberales y Carlistas a ambos lados de la ría. El sábado 17 de enero la prensa madrileña (La Época) informaba que: “...El cuerpo alto de la torre de la iglesia de Portugalete se vino abajo después de haber resistido siete días de fuego de cañón. En Portugalete ardía una manzana de casas en el muelle nuevo, quemada por los carlistas; en Las Arenas ardían otras incendiadas por los proyectiles de los Liberales, y a cada nuevo disparo se oía el ruido de los escombros que producían las casas al desplomarse...”

El consistorio decidía: “...que para todos los servicios personales, que se vean obligados prestar los vecinos del pueblo a las fuerzas Carlistas, sea de día o de noche, se establece el jornal de 14 reales para todas las profesiones de artesanos y navegantes, llenado el cupo por medio de voluntarios, siempre que los hubiese, y si no se sortearan. Para pagar dichos jornales se recurrirá a una contribución vecinal…” Acordaron dentro de aquella contribución que: “...se imponga inmediatamente 100.000 reales de contribución, 60.000 sobre las propiedades y 40.000 sobre los vecinos. Procediendo al cobro en el plazo de dos meses...” La demanda de pago, en este caso de las raciones, que desde Munguía se exigían era tan asfixiante para el municipio, que decidieron reunir a varios vecinos para que ayudaran a reunir las cantidades, en forma de un préstamo de 8.000 reales. Lograron que 14 vecinos aportaran cada uno 900 reales.

En la Junta de Vecinos celebrada en las Escuelas de Sarri el 28 de enero de 1874, las espadas de los vecinos parecían estar en alto, ya que días antes se había celebrado una reunión en: “...la casa escuela pública de niñas del barrio de Santa María, bajo la presidencia del fiel regidor D. Ramón de Azcorra a la que se quiso dar el nombre de Junta General de Vecinos, sin haber contado con ninguno de los otros fieles regidores...” Incluso se llegó a cuestionar que la sede municipal de Santa María fuera el sitio idóneo para celebración de juntas: “...la Escuela dejó de servir para tales reuniones y demás actos públicos desde que el año 1860 se construyó en el barrio de Algorta o San Nicolás otro destinado a tal efecto, donde han venido celebrándose elecciones, sesiones y demás actos públicos , por cuyo motivo deben seguir celebrándose en este local...” Por ese motivo daban por anulados los acuerdos tomados los días 15 y 18 de ese mismo mes, en las que se eligieron fieles regidores, en el pórtico de Santa María.


Las fricciones entre los barrios de Santa María y Algorta se hacían sentir, así lo expresaban en las actas del 8 de febrero de 1874, cuando el regidor de esta última D. Robustiano de Larrondo decía: “...los actos del fiel regidor de Santa María D. Ramón de Azcorra, acerca de la contribución, inducen malicia con propósito, sin duda, de perturbar la tranquilidad y la paz de ambos barrios...” Convocado a la Junta del Pueblo, el regidor Azcorra se negó a asistir, dar cuenta de las raciones suministradas y de la cobranza de la contribución. Por ese motivo el regidor de Algorta, hacía constar en acta el acuerdo de la Junta celebrada: “...Que dicho fiel regidor ha fijado en público varios anuncios, con dañada intención, con intención de entorpecer la cobranza de la contribución de propiedades…, que dicho fiel D. Ramón de Azcorra hace uso de todos los medios con el firme propósito de perturbar la paz y concordia…, la Junta acuerda que es de necesidad la destitución del citado fiel, designando al mando a segundo fiel D. Juan Bautista de Aguirre...” Las diferencias de criterio, no estaban claras si se debían a las cuantías de la contribución, o si eran debidas a diferencias de posición respecto de las simpatías políticas de los bandos contendientes en la guerra. Que bien pudiera ser así.

El 19 de febrero de 1874 se celebró una Junta General de Vecinos: “...bajo la presidencia de D. Robustiano de Larrondo, fiel regidor del barrio de San Nicolás y Juan Bautista de Aguirre, fiel regidor segundo del de Santa María, por haberse negado a concurrir el primero de dicho barrio D. Ramón de Azcorra...” A esa junta acudieron numerosos vecinos, las actas recogían: “...la mayor y más sana parte de los que a semejantes actos acostumbran a concurrir ordinariamente...” El secretario municipal, dio cuenta de una circular remitida por la Diputación General desde Durango: “...relativa al empréstito forzoso de dos millones de reales, impuesto sobre la riqueza territorial del Señorío en 117 raciones…, habiendo correspondido a este pueblo treinta y cuatro mil quinientos cincuenta y un reales, pagaderos y amortizables a un año de la toma y conservación de la Villa de Portugalete...” Aquel impuesto según seguía la circular era : “...para dar mayor impulso al estado actual de la guerra, como para suministrar a la división del cargo de la Diputación el equipo de invierno...” Debian realizar la entrega de la mitad de la cantidad asignada como impuesto para finales del mes en curso, y la otra mitad a finales del mes de marzo. Aconsejaban a los pueblos que para hacer los pagos ordenados recurrieran a empréstitos, derramas, o a la venta de terrenos comunales. El Ayuntamiento de Getxo acordaba para poder realizar dichos pagos: “...sin prejuicio de seguir cobrando la contribución actual, se imponga otra inmediatamente sobre la propiedad, procediendo a su cobro sin demora...” Para ello tomaron como base la riqueza territorial de 1848. Tal era el ahogo que aquella medida suponía para las mermadas arcas del Pueblo, que dieron un plazo de 15 días para que si algún vecino deseaba prestar dinero a bajo interés, fueran las propiedades comunes de la Anteiglesia quienes garantizaran el cobro. La Diputación de Durango, amenazaba con imponer a los pueblos que no abonaran las cantidades asignadas, con aplicar un recargo del 3% diario sobre la cantidad establecida.


En la próxima entrada comenzaremos con uno de los acontecimientos que supuso la pérdida de gran parte de la historia escrita de Getxo.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -II-

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En la anterior entrada terminaba con las fricciones que se hacían sentir entre los barrios de Santa María y Algorta. En esta iremos viendo cómo la guerra afectaba a la maltrecha economía de nuestros vecinos y cómo las fricciones continuaban.

Corría el año 1874, durante la tercera guerra entre Carlistas y Liberales. Para prevenir que los papeles cayeran en manos de los Carlistas, quienes gobernaban Getxo en 1874, decidieron trasladar toda la documentación a un piso de Bilbao, escondiéndola en un camarote. En dicha casa cayeron varias bombas, provocando un gran incendio que destruyó la mayor parte de la documentación histórica municipal, dejando inservible lo poco que se salvó de las llamas. Entre esta documentación se encontraban los justificantes de propiedad de la mayor parte de los solares de Las Arenas, que más tarde serían vendidos por el Estado.

Para situar las posiciones de los contendientes decir que: “...el Ejército Liberal concentraba sus fuerzas en las capitales. Los carlistas se hacían dueños del interior y establecían allí sus propias Diputaciones para administrar el territorio. Dominaban toda Vizcaya, salvo Bilbao y Portugalete…”

No eran esas las únicas demandas que Carlistas y Liberales hacían a nuestro pueblo. El Comandante de Armas de Portugalete remitía un oficio al Ayuntamiento de Getxo en el que reclamaba: “...diferentes útiles para los hospitales de Portugalete y Santurce...” Nuestros ediles contestaron que: “...se halla establecido en este pueblo un hospital de sangre para hacer frente a todos los pedidos de esa Villa y Munguia...”

Sin embargo, los enfrentamientos entre los regidores de ambos barrios (Santa María y Algorta) continuaban. Mientras que a las Juntas de Vecinos acudían como regidores, el de Algorta D. Robustiano de Larrondo y el segundo de Santa María D. Juan Bautista de Aguirre, en las actas se hacía constar, refiriéndose al díscolo regidor de Getxo D. Ramón de Azcorra que: “...tendía a malquistar ambos barrios con el fin de perjudicar al de Algorta...” Quien al parecer se negaba a obedecer las ordenes emanadas de la Diputación Provincial y las autoridades militares. Se referían en el acta municipal, al oficio por estas remito con motivo del empréstito acordado en la junta del 19 de febrero, dejando constancia que : “...su actitud lleva las de comprometer gravemente al barrio de Algorta, a fin de que sus vecinos, en particular los que no son de su devoción sean atropellados...” Por lo que decidían destituirle y ordenaban que entregara su vara de mando a su segundo D. Juan Bautista de Aguirre.


Aquel estado de cosas llevó a la celebración de una junta de los vecinos de Santa María. Dicha junta se celebro el día 9 de abril de 1874 en la casa escuela de Sarri, aunque con anterioridad se venían celebrado en San Nicolás. La presidieron D. Robustiano de Larrondo y D. Ramón de Azcorra, junto a un número importante de vecinos. La presidencia hizo notar que el motivo de aquella convocatoria no era otro que: “...tratar y resolver convenientemente sobre la circular del 2 del actual, relativa a que pague este pueblo dentro de cinco días el contingente de 34.991 reales…, del reparto forzoso impuesto por la Diputación...” En esa junta se trataron también los “grades y extraordinarios” pedidos que estaba suministrando el Pueblo al almacén de Munguía. La queja en general era que los impuestos y las reclamaciones de guerra, estaban haciendo imposible que muchos propietarios pudieran abonar las cantidades a ellos asignadas. Otro de los problemas que atormentaba a nuestros vecinos era los: “...continuos atropellos, que por no estar establecido un turno de asistencia a las trincheras y demás trabajos de fortificaciones, se han visto sometidos los vecinos por las fuerzas armadas...” Para evitar que unos pocos vecinos sufrieran aquellos atropellos, decidieron establecer una lista de moradores, que debían de prestar aquel servicio. Sin exceptuar pobres, artesanos, ricos o viudas, ni ausentes siempre que no sean pobres. La convocatoria a aquella junta se realizó mediante notificaciones a domicilio y tañidos de campanas. No obstante, al día siguiente, celebraron una nueva junta, porque los impuestos acordados no eran suficientes para hacer frente a: “…las extraordinarias necesidades actuales de la guerra...” Decidieron aumentar la contribución en un 300%, en lugar de la establecida hasta ese momento, que era de un 120%.

Finalmente cuando parecía que la guerra entre el barrio de Getxo y Algorta quedaba zanjada, ya que el 19 de abril de 1874 D. Ramón de Azcorra y D. Robustiano de Larrondo acordaron nombrar una comisión para: “...examinar todas las cuentas que se produjesen por aquellas personas que hubiesen manejado fondos públicos...” Formaron parte de dicha comisión, por el barrio de Getxo (D. Antonio de Cortina y D. Justo Barrenechea) y por el de Algorta (D. Juan Bautista Basagoiti, D. Juan Bautista Elortegui y D. Pedro de Urquijo). Se comprometieron a entregar las cuentas en el plazo de ocho días y fijaron como centro de reuniones la casa Altamira de Algorta. Curiosamente el mandato era expeditivo, ya que se fijó una multa de100 reales diarios en caso de retraso. Las rencillas entre D. Ramón de Azcorra y D. Robustiano de Larrondo continuaban. El segundo, refiriéndose a Azcorra, en la junta vecinal acusaba: “...en la Junta el día 31 de marzo atropelló los derechos de la mayoría de la misma, respecto de una proposición presentada y aprobada, que Azcorra en lugar de acatar y obedecer la voluntad de los concurrentes, hizo pedazos dicha proposición que había sido firmada por la mayor parte de los concurrentes...” Así que Larrondo puso el tema en conocimiento del Corregidor y la Diputación. Azcorra no parece que compartía esas afirmaciones, ya que en la misma junta afirmaba: “...el papel al que se refiere Larrondo no estaba firmado por vecino alguno, y como la convocatoria de aquel día era para tratar otros asuntos, relacionados con crear recursos, rompí aquel documento que entorpecía la marcha del Ayuntamiento...”


Mientras, las actuaciones militares seguían afectando al Pueblo. El martes 10 de marzo: “...La entrada de la ria está cerrada de muelle a muelle por siete cadenas y calabrotes. En la punta de los muelles de Portugalete y las Arenas, tenían hechas, ambos ejércitos, barricadas con grandes pipas de vino y arena, y en las Arenas tenían una batería de cuatro piezas en forma de corchete, mirando una parte al mar y otra parte a la ría….” El 20 de abril se daba cuenta de una comunicación fechada el día anterior, enviada por el Oficial de la Brigada General del Ejercito del Norte. Ordenaba que aquel mismo día se enviaran a Retuerto y pusieran a su disposición tres carretas con sus yuntas y carros. El consistorio acordó que por el prejuicio que para los labradores suponía tener que abandonar sus haciendas, se pagara a estos 100 reales, la mitad en su casa y la otra mitad a su retorno. Y respecto de los carros y yuntas, que si por algún motivo sufrieran daño, fuera el Pueblo quien abonase los daños. Para realizar la evaluación y para efectuar la entrega en Retuerto se designo D. Donato Acha, D. José de Zuazo y D. Santiago Zubiaguirre. Por otro lado las fuerzas reales acantonadas en Las Arenas, exigían que desde el día 25 de aquel mes, fuera abastecido el Hospital y toda clase de tropa situada en de dicho barrio, bajo apercibimiento de que si no se realizaba tomarían medidas contra el pueblo. Nuestros ediles parece que tenían dificultades para suministrar la bebida (vino), ya que los continuos requerimientos habían dejado muy mermadas las barricas del pueblo, y temían que la falta de suministro del líquido reparador provocara atropellos de las tropas a la población. Por si esto fuera poco, el coronel de operaciones del ejército del norte exigía fueran enviadas a Bilbao cuarenta carretas para relevar a las de Erandio.

En la próxima entrada veremos cómo las juntas que se venían celebrando en las Escuelas de Sarri (Santa María), en adelante pasarían a celebrarse en los locales de la plaza de San Nicolás.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -III-

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En la anterior entrada veíamos como la guerra afectaba a la maltrecha economía de nuestros vecinos. En esta seguiremos el transcurso de la misma en nuestros barrios y cómo las Juntas vecinales trasladaron su sede a Algorta.

El día 10 de mayo de 1874, acordaban que las juntas que se venían celebrando en las Escuelas de Sarri, pasaran a celebrarse en los locales de la plaza de San Nicolás. Ante esa demanda el regidor D. Ramón de Azcorra abandonó la reunión. Algunos asistentes presentaron una protesta por el cambio de salón de plenos.

Ante lo agobiante de la situación provocada por la guerra y las sucesivas demandas de los bandos contendientes, en la junta celebrada el primero de junio acordaban en lo referido al cobro de los impuestos: “...Que se proceda inmediatamente al cobro todas las contribuciones…, pasando aviso a domicilio a los deudores para que en el plazo de tres días pasen a pagar…, autorizando a esta comisión a pasar en unión de la autoridad local para proceder contra los morosos…, pidiendo la autorización del señor juez municipal para la entrada en el domicilio de los mismos…” También crearon una lista de vecinos con obligación de acudir al servicio de trincheras.

El 12 de junio de 1874 una nueva demanda de dinero venía, esta vez desde el lado Carlista. Lo hacía el Comisario de Guerra desde Zamora, quien exigía la entrega de 6.400 reales como adelanto para el pienso para la caballería del cuartel general de Deusto. La entrega debía realizarse a D. Pedro Yarritu. Terminaba el escrito con la frase: “...a fin de que no sea atropellado este pueblo...” Pidieron a la Diputación que se repartiera la cantidad entre los pueblos del distrito.

En esas fechas la Escuela Pública de Algorta veía la petición del maestro de primera enseñanza, solicitando el cesar en su cargo. Se presentaba por los vecinos de Santa María la propuesta de que fuera D. Carlos Salazar, de aquella feligresía, quien ocupara el cargo con la dotación de 4.400 reales al año y 500 reales por casa habitación.


El 30 de junio en relación a la demanda del Comisario de Guerra de Zamora, la comisión que se había nombrado para tratar sobre el pago exigido fue: “...que la tarde del día 31 de mayo fueron conducidos al retén Carlista, bajo amenaza, por el Sr. Yarritu, con fuerza armada, donde les exigieron el pago del al cantidad antes mencionada...” Las demandas seguían y tuvieron que llevar al Almacén de Munguia los listados de entregas realizadas en los últimos tiempos.

El 22 de junio el gobernador de la provincia, en nombre del Brigadier de los Ejércitos Nacionales D. Manuel Sarasola, nombra de forma provisional a los ediles del municipio. Recayó aquel nombramiento el los Alcaldes 1ª, 2ª y 3ª D. Martin Berreteaga, D.Pedro de Urquijo y D. Miguel Garcia Salazar; y como secretario a D. Jose María Sarria.

Las fuerzas del gobierno estaban ya acantonada en Santa María: “...y tenían un parapeto en el punto denominado San Martín...” Lo que dificultaba el traslado del maestro Sr. Salazar desde dicho barrio a Algorta con sus enseres, por lo que de forma provisional continuó ejerciendo de maestro en ambos barrios. El señor presidente, en aquel acta, informaba: “...de los grandes dispendios que tenía el pueblo con motivo del acantonamiento de las fuerzas Liberales en él...” Se dividió al vecindario en ocho clases, señalando a cada una la cuota que le correspondía pagar. Las fuerzas acantonadas demandaban gran cantidad de alimentos y forraje, por lo que establecieron una tarifa: “...para que las reses que se trajeran a este Pueblo a matar pagaran un impuesto...” Desde que se establecieron las fuerzas armadas en nuestro municipio, para compensar las continuas demandas de suministros, estaba establecido que: “...a toda persona que adelante bueyes y otros efectos se le abone un seis por ciento de intereses...” Por lo que el ayuntamiento acordó: “...Que en todo tiempo sean validos los vales y documentos que se hayan expedido o expidan con el referido seis por ciento...” De los carreteros que en mayo habían tenido que acudir a Bilbao para trabajar en la fortificaciones, doce de ellos en el mes de diciembre continuaban realizando trabajos, con lo que esto suponía de gastos, que aún no habían sido abonados.


Las libaciones de aquellas tropas debían ser considerables, ya que el día 28 de agosto de 1874, la vecina de Getxo Dña. Manuela de Cortina solicitaba que: “...se le abonen 2.360 reales procedentes de varias pipas y barricas que dio a las tropas atrincheradas en esta localidad...” Tal era la precariedad en la que se encontraba Getxo por las continuas demandas que acordaron: “...se gestione por todos los medios que se le exima en adelante de suministrar raciones a las guarniciones establecidas en él…, y que los carreteros de Bilbao sean relevados...”

El 3 de septiembre de 1874 renunciaba a su cargo el organista de San Nicolás de Bari de Algorta D. Blas de Madariaga.

Y a pesar de las continuas advertencias de la precariedad por la que estaba pasando el municipio, quien ejercía las funciones de Alcalde D. Pedro de Urquijo, fue llamado por el teniente coronel jefe de la guarnición de Algorta: “...exigiendo se pongan a su disposición raciones para tres días para la tropa...” El Ayuntamiento le informaba que: “...Constando este pueblo de dos barrios Santa María y San Nicolás de Algorta, teniendo el primero ciento setenta vecinos y el segundo de trescientos y pico, la mayoría de los del primero no atienden al pago de las contribuciones, encontrándose el barrio de Algorta, por más esfuerzos que haga, en la imposibilidad de atender al suministro de dichas raciones...” Y en vista de esta situación acordaba el Ayuntamiento establecer derechos de tarifas para los siguientes géneros introducidos o exportados: “...Para las harinas de trigo y maíz que se introduzca 3 reales; el pan un cuarto de libra; la alubia que exporte el Pueblo dos reales en fanega; el salvado que se introduzca medio real; la patata que se introduzca, vaya en transito o exporte un real el quintal; los garbanzos, arroz y fideos que se introdujeran un real en fanega; a la castaña y nuez que se introdujera dos reales en fanega; al café en grano o molido medio real la libra; al cacao un cuartillo de real en libra; para el azúcar sin refinar cuatro medios de libra y para la refinada ocho medios de libra. Para el chocolate fuera importado o exportado un cuartillo de real en libra. A todas las conservas en lata medio real en lata. El jabón bien introducido o en tránsito era gravado con dos reales. Los cabritos o corderos introducidos o en tránsito un real y medio por cabeza. La sardina prensada (gallega) diez reales en millar, a la fresca que se exportara dos reales en millar. Para todas la aves de corral que se introdujeran, en transito o exportaren cuatro cuarto de real por cabeza. A cada docena de huevos exportada o en transito cuatro cuartos de real. Al bacalao, aceite y petróleo medio cuarto o dos en libra. Las velas de sebo o espelma (*) dos medios en libra...” Para poder hacer frente a la entrega inmediata de raciones acordaron matar un buey del barrio de Algorta y que en adelante se acudiera para el efecto al barrio de Santa María. Para poder hacer efectivo el cobro de aquellos nuevos impuestos, decidieron trasladar al barrio de Las Arenas al regidor D. José María de Larrazabal y al caminero D. Juan Antonio de Miragaray. (*) El “espelma” que escribían en las actas, era en realidad “esperma”: una cera o aceite blanquecino, que se conocía también como “blanco de ballena”; estaba presente en las cavidades del cráneo de los cachalotes.


En la próxima entrada veremos cómo, con la llegada al Pueblo de nuevos contendientes, hacía aumentar las demandas de víveres para la tropa, empobreciendo cada vez más a nuestros vecinos.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -IV-

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En la anterior entrada veíamos cómo las Juntas vecinales trasladaron su sede a Algorta. Y cómo la guerra afectaba a la maltrecha economía de nuestros vecinos. En esta seguiremos viendo como algunos de aquellos hechos bélicos continuaron preocupando a nuestros antecesores.

En septiembre de 1874 el regimiento de Saboya (Liberales) estaba acantonado en Las Arenas. El coronel de dicho regimiento demandaba la entrega de 300 reales diarios para pago de los jornales diarios de los soldados a su cargo. Por aquellos días se podía oír, por la noche en Las Arenas, la retreta que el regimiento tocaba frente a la casa del Brigadier Cassola. Es el día 24 de ese mismo mes, cuando el primer batallón del regimiento de infantería de Saboya solicitaba al Alcalde le fuera cedido el pórtico de la iglesia de San Nicolás como refugio de noche.

Con la llegada al Pueblo de nuevos contendientes las demandas arreciaban. Ahora era el Brigadier de la segunda brigada de Vizcaya, quien exigía que se lavaran los colchones que tenía en deposito el Ayuntamiento, y que habían servido para el Hospital de Sangre de las compañías Carlistas para utilizarlos en el hospital que los Liberales iban a instalar. Y sin embargo, el consistorio se veía entre la espada y la pared para poder cobrar los impuestos, ya que el barrio de Santa María estaba controlado por las tropas Carlistas, y lo cobrado del barrio de Algorta no alcanzaba ni para el pago de un mes al ejército Liberal. Los suministros de vino a las fuerzas de ambas márgenes de la ría, provocaban reclamaciones desde Portugalete: “...el 29 de septiembre el Alcalde de la Villa de Portugalete, reclamaba al de Getxo, se le hicieran efectivos a D. Juan de Acha 7.837 reales por el suministro de vino a las tropas allí acantonadas, y que correspondían pagar a esta Anteiglesia. El vino había sido pedido a la Columna del Sr. Segundo de la Portilla...” El de Getxo afirmaba que no se había comisionado a D. Juan de Acha para el suministro de dichas raciones de bebida a las tropas referidas.


Entraba octubre y el frío empezaba a hacerse sentir, las fuerzas acuarteladas en Algorta demandaban la entrega de madera para poder hacer la comida a la guarnición. Ante la imposibilidad de realizar tal suministro el Ayuntamiento acordó: “...se proporcione por cuenta del municipio carbón de piedra y hornillas para hacer rancho a los soldados...”

Seguimos en octubre, y las listas de contribuyentes que se había impuesto, para atender las necesidades de la guarnición Liberal establecida en Algorta estuvo expuesta al público durante cuatro días. Provocaron diferentes reclamaciones: las viudas y viudos solicitaban se les aplicara la mitad de la contribución que pagaban los matrimonios de su misma clase. Sin embargo, el Ayuntamiento aducía para no hacerlo, que: “...No es cierto ni verídico haber sido costumbre en este Pueblo pagar media contribución viudos y viudas...” Aunque parece que si se aplicó una sola vez, se acordaba pasar a las personas que estuvieran en esas circunstancias y que habían sido clasificadas en 1ª clase para pago de contribución, pasarlas a 2ª clase.

Hasta el cura de la ermita de Santa Ana, a la que llamaban la de Lamiaco, D. José E. de Gorrondona, venía provocar quebraderos de cabeza a las maltrechas arcas municipales ya que reclamaba: “...el pago de 2.000 reales por la celebración de misas en días festivos durante un año...” Algún pequeño ingreso venía a aliviar la maltrecha economía local, en Bilbao se habían matado tres bueyes de los carreteros que en mayo habían tenido que acudir a Bilbao para trabajar en la fortificaciones para raciones de la tropa, y el Ayuntamiento ingresó en sus arcas loa cantidad de 476 reales.

Los navegantes de Algorta reclamaban no hacer servicio de construcción de trincheras para la guarnición: “...habiendo sido llamados en el día de ayer, 18 de octubre, varios vecinos de este Pueblo para trabajar en las fortificaciones y trincheras que se están realizando, por orden de los jefes de la guarnición, se han opuesto a realizar dicho trabajo...” El motivo que aducían era que si realizaban trabajos por mar y tierra, iban a realizar el doble de los demás vecinos. El consistorio apoyó sus reclamaciones diciendo que no estaban en servicio activo.


La caseta de carabineros del Castillo había sido asaltada por algunos vecinos necesitados de tejas. El asunto se puso en manos del Juez, sin que se tenga conocimiento de que los “rateros” fueran localizados. En aquellos días, en el pueblo había muchas casas cerradas, y el municipio advertía a sus propietarios que: “...las abran inmediatamente, porque si los militares cometieran algún atropellos con las mismas, por falta de alojamiento, esta corporación no se hará responsable...”

Para conseguir mejorar la maltrecha economía municipal el Ayuntamiento solicitaba al Gobierno de la Nación, que de la venta que el estado había realizado de terrenos propios pertenecientes a Getxo entre 1866 y 1869, le fuera concedido convertir sus valores en bonos al portador: “...para que el Ayuntamiento pueda venderlos con intermediación de agentes de Bolsa, a fin de atender con su producto a las cargas municipales...”


En la próxima entrada veremos cómo nuestro consistorio tuvo que realizar el control de entrada de artículos importados.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -V-

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En la anterior entrada veíamos cómo la guerra causaba las penurias de Getxo, mientras el consistorio se veía entre la espada y la pared para poder cobrar los impuestos, ya que el barrio de Santa María estaba controlado por las tropas Carlistas y lo cobrado del barrio de Algorta no alcanzaba ni para el pago de un mes al ejercito Liberal.

El 22 de octubre de 1874, el Gobernador de la provincia, enviaba un oficio en el que informaba de: “...la colocación de un cable telegráfico entre Bilbao y Santander...”

El control de entrada de artículos importados era rigurosamente supervisado por el Jefe de la guarnición de Las Arenas. El consistorio advertía al caminero D. Ángel Egusquiza, que ejercía el control en el puesto de guardia establecido a la entrada de la carretera de Bilbao a Las Arenas para que no dejara paso a dichas mercancías. Los artículos que habían sido prohibidos importar eran: “...Petroleo, alpargatas de cáñamo y suela para zapatos. Se ordena al caminero permanezca en dicha entrada para impedir la entrada de estos productos...”

La valija municipal era trasladada a Bilbao en una cartera de cuero, la cual tenía un rótulo indicando Guecho e iba cerrada con un candado. El coste de la misma era de 130 reales y fue adquirida al vecino de Bilbao D. Gregorio López.

Comenzaba diciembre de 1874 con noticias de la guerra, el teniente coronel de la guarnición Liberal de Algorta D. Bonifacio Ruiz, reclamaba al Ayuntamiento lo siguiente: “...Sabiendo extrajudicialmente que en la secretaría de este Ayuntamiento, existen instancias de vecinos de esta población dirigidas a los Carlistas o sea a la Diputación, solicitando a la misma se exima del servicio de armas rebeldes, alegando que sus hijos o parientes se hallan ausentes; en ultramar unos y de marineros otros; bajo la más estrecha responsabilidad e ese Ayuntamiento, proceda a efectuar su entrega a mi autoridad para inutilizar dichos armamentos, aun no estén en poder de las fuerzas de ocupación Liberales...”


Los sellos de impuesto eran también sujeto de fraude, por lo que el 3 de diciembre se leyó un oficio del Administrado Económico de la provincia. Ordenado se evitará el uso de los sellos de impuestos de guerra fraudulentos, el Alcalde solicitó de la Diputación: “...que la misma emitiera una regla de conducta a seguir...” En esa fecha se hizo presente el informe sobre el cobro de arbitrios de 1873: “...estando presente al frente de este Pueblo Autoridad ilegitima o fieles Regidores, fueron sacados a subasta pública los arbitrios de vino tinto, blanco, chacolí, aguardiente y licores, que el rematante valoró en 34.600 reales…, estando el mes de enero esta población totalmente ocupada por fuerzas Carlistas rebeldesTambién se hizo entrega de vino a las fuerzas de la Nación destacadas en Portugalete así como para las rebeldes...”

El decomiso de bebidas alcohólicas, por no pasar las normas establecidas, estaba a la orden del día. Entre los barriles decomisados se encontraba alguno conteniendo Ron y otro de una bebida dulce llamada Marrasquino, (un licor delicado, incoloro, glutinoso, dulce y fragante. Que se hacía de una variedad de cerezas llamadas marrascas, a las que se añadía azúcar, almendras y miel).

Aunque a decir de las actas, no todo eran noticias de represalias, ya que a veces la tropa colaboraba en el salvamento de náufragos. Era el caso del siniestro acaecido frente al Puerto Viejo de Algorta el día once de diciembre de 1874. Se hablaba: “…del naufragio y destrozo de la barca “Juanita Bilbao”, en que hallándose entre las olas y los cascos del buque los náufragos fueron salvados, algunos de estos por D. Joaquín Roca y Beltrán, soldado de la quinta compañía del segundo batallón de infantería del regimiento Saboya...” En la barca, cargada de madera y con destino a Barcelona, a consecuencia de un fuerte temporal, murieron siete de los doce tripulantes.


Finalizaba el año con malas noticias para la educación de los niños, la crisis económica llevaba al consistorio a adoptar una de las medidas más controvertidas: “...en las actuales circunstancias por falta de fondos…, por las cargas que ocasionan las Escuelas Públicas de Primera enseñanza de niños de ambos sexos…,y considerando que suprimirlas completamente traería consecuencias quizá irreversibles…, acordamos suprimir y se suprime…, desde el día 1 de enero de 1875, mientras otra cosa no se determine, las retribuciones a los maestros, que correrán a cargo de los padres, quienes deberán satisfacer directamente al maestro...” El sueldo del maestro de Algorta era de 3.300 reales anuales más otros 990 como compensación de casa habitación; el de Santa María recibía 2.200 y tenía casa habitación puesta por el pueblo. No parece que aquella decisión contentó a los maestros, ya que el día 3 de enero el maestro de Santa María de Getxo D. Carlos de Salazar, con razón, renunciaba a la oferta de hacerse con la plaza de Algorta, ya que según su escrito: “...No conviene a sus intereses el regentar la escuela de Algorta con la rebaja y supresión acordada…, por lo que me quedo con la de Santa María, por la que tengo 5.000 reales pagados en todos los conceptos...” El Ayuntamiento para mantener su criterio afirmaba que: “...teniendo en cuenta que hallándose abandonada, como se halla, la escuela de Santa María por las circunstancias actuales es imposible dar la enseñanza. Acuerda el Ayuntamiento que dicho maestro dé la enseñanza como sitio seguro y sin peligro, en el edificio titulado “Escuela de Náutica” de la feligresía de Algorta, reconociendo a su favor 5.000 reales anuales. Pero como se expresaba en el acuerdo del 31 de diciembre, debe de pasar a los padres las papeletas del importe de las retribuciones...”


En la próxima entrada veremoscómo el nuevo año comenzaba al igual que el anterior, con ruido de sables, caballos y una tropa que comía mucho y al parecer bebía más.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -VI-

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La anterior entrada terminábamos viendo cómo al finalizar el año con malas noticias para la educación de nuestros niños, y cómo la crisis económica llevaba al consistorio a adoptar una de las medidas más controvertidas.

El nuevo año comenzaba al igual que el anterior, con ruido de sables, caballos y una tropa que comía mucho, y al parecer bebía más. Aunque algunos actos lúdicos venían a dispersar la negrura del pesado horizonte bélico.

Ante la crítica situación en que se hallaba el Pueblo, el Ayuntamiento en pleno presentó ante el Gobernador de la Provincia su dimisión el día 9 de enero. Dimisión que no fue aceptada.

La tropa, como decía anteriormente estaba acuartelada entre el Pórtico de la Iglesia de San Nicolás y el tinglado de la plaza. Algún fenómeno al que llamaban “exhalación” había causado daños en el tejado del pórtico, por lo que ordenaban al consistorio que reparase dicho tejado y cubriera con tablas el tinglado de la plaza, para mejorar el acuartelamiento de la tropa Liberal.

El ambiente parece que empezaba a relajarse de ruidos de sables, y aunque el final de la contienda no estaba aún próximo, faltaban todavía dos años, ya empezaban a conocerse noticias relacionadas con acto lúdico Uno de los personajes relacionados con los mismos era el “Tamborilero”, cuya plaza había quedado vacante por fallecimiento del que hasta entonces había cubierto la misma. De sus habilidades hablaba lo escrito en las actas municipales: “...el Pueblo no puede prescindir de él, en las romerías, procesiones y fiestas locales…, y traerlo de fuera costaría tanto o más que si fuera propio...” Por lo que decidieron cubrir la plaza de ese funcionario, cuyos emolumentos ascendían a 1.900 reales anuales. Entre sus funciones estaba la de: “...Recorrer el Pueblo, tocando el tamboril la mañana de todos los días festivos. Tocará en la plaza después de la misa mayor todos los días de fiesta, asistirá al servicio de ella por la tarde, y en los carnavales. También tenía obligación de tocar siempre que se lo ordenara la autoridad local. No podía ausentarse en los días festivos del pueblo, salvo causa justificada de enfermedad…”


Sin embrago, en el barrio de Santa María, que se hallaba dominada por las fuerzas Carlistas, algunos miembros de la misma que se llamaban fieles regidores: “...Hay dos individuos llamados D. Juan Bautista de Aguirre y D. Ramón de Osticoechea, que titulándose autoridad, llevan a cabo exacciones en dicha feligresía, llevando suministros a dichas fuerzas rebeldes...” Era el regidor de la corporación de Algorta D. Juan Manuel de Ugarte quien realizaba aquel informe y lo trasladaba al Gobernador: “...A fin de que no recaiga sobre esta corporación ninguna responsabilidad...” Los caballos de la tropa comían mucho, ya que devoraron 212 arrobas de paja en un corto espacio de tiempo. Incluso simples materiales de obra, como un madero, fueron expropiados por el Coronel del regimiento de Infantería Saboya, que le fue incautado a D. Juan Bautista de Eguia, para las fortificaciones que se estaban realizando en Algorta. Eran días de embargos, que bien por los militares o por falta de pago de contribuciones, hacían que muchos de nuestros vecinos fueran cada vez más pobres. El miedo a las represalias por el otro bando se hacía sentir.

Y a pesar de que los recursos municipales escaseaban, no fue obstáculo para que el 8 de abril de 1875 el símbolo de la autoridad municipal fuera cambiado: “...Hallándose en mediano estado y poco decentes los bastones de insignia de autoridad del Alcalde y el teniente de este pueblo, acuerda el Ayuntamiento sean cambiados por otros más decentes...”

El estiércol en los laterales de los caminos también fue objeto de un bando en esas fechas: “...A fin de corregir los abusos que se cometen en algunas calles y vías públicas, colocando en las vías públicas y a la vista del público montones de estiércol para uso en jardines y propiedades particulares, siendo los mismos perjudiciales para la salud, acuerda el Ayuntamiento colocar bandos prohibiendo colocarlos en las calles más que un día, bajo la pena de 25 reales, el primer día, y diez por cada uno de los siguientes...” Los coches y carruajes también eran objeto de bando y multa, cuando se dejaran abandonados en la población de Algorta: “...bajo la pena de 10 reales, a los dueños o conductores...” Se establecía como lugar de aparcamiento obligado una plazuela o terreno público a la que llamaban “Flor de Alangüetas”. Eran los tiempos del mandato de D. Juan Manuel de Ugarte.


La picaresca de los consulados de algún país se hacía notar a la hora de esquivar impuestos de guerra, a decir de lo recogido en las actas del 8 de abril de 1875. En esa fecha algunos súbditos de embajadas francesas como D. Antonio Belín, residente en una casa de campo en el barrio de Las Arenas, presentaba la siguiente certificación: “...Consulat de France en Vizcaya & Alava. El Cónsul de Francia en Bilbao certifica, en virtud del artículo 4 de la convención consular entre Francia y España, de fecha 7 de enero de 1862, los súbditos franceses en España, y los mismos súbditos españoles en Francia, estan exentos de todas las contribuciones de guerra, por lo tanto la claúsula se aplica a D. Antonio Belín residente en Las Arenas de Lamiaco...” Se le había impuesto una contribución de 44 reales de vellón, no obstante el Ayuntamiento de Getxo se retrotraía a la Real Orden del 17 de noviembre de 1852 por al que si estaban obligados a pagar impuestos, y pasaba la última decisión al criterio del Gobernador. Parece que dicho francés, que tenía en el mismo barrio una casa de comercio de bebidas, era algo pillín ya que hacía unos días: “...se le ha decomisado un pellejo de vino, que introducía en su casa de contrabando, con objeto sin duda de eludir el impuesto municipal para dichos líquidos...”

En abril de 1875, ante la gran concurrencia de mendigos que se observaba en la población, el consistorio decía que : “...de un tiempo a esta parte se observa una gran afluencia de mendigos forasteros, y teniendo en cuenta lo dificultoso y perjudicial que podría ser en las actuales circunstancias, la tolerancia de los mendigos forasteros en la localidad, acuerda que dichos mendigos cualquiera que sea su sexo y clase, sean despachados inmediatamente...” Para ejecutar aquella decisión fueron autorizados el alguacil y los camineros.


En la próxima entrada veremos cómo durante la noche del 28 al 29 de abril de 1875 fuerzas Carlistas apoyadas por gentes del pueblo, en la oscuridad de la noche, se adentraron en el interior de la población de Algorta, esquivando las fortificaciones.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -VII-

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Terminábamos la anterior entrada viendo como la gran afluencia de mendigos forasteros, provocó que el Ayuntamiento acordara que dichos mendigos, cualquiera que fuera su sexo y clase, fueran despachados inmediatamente del Pueblo.

Durante la noche del 28 al 29 de abril de 1875 fuerzas Carlistas apoyadas por gentes del pueblo, en la oscuridad de la noche, se adentraron en el interior de la población de Algorta, esquivando las fortificaciones. Más de 300 familias, temerosas de que pudieran realizar alguna represalia, abandonaron la población. Algún regidor parece que se sintió indispuesto, no pudiendo ser localizado. Para evitar nuevas incursiones decidieron realizar un Blocado en las inmediaciones de Alango. El Blocado para la defensa del pueblo decidieron edificarlo en los terrenos de D. Franisco de Zubiaga, cercano a la casa Santurtun; era un paraje situado entre una de la avenidas que llegaban de Berango a Algorta, y a una distancia de 90 metros de las casa próximas al fuerte de Las Canteras. En aquella zona estaba establecida la iglesia entonces utilizada como cuartel. El trazado para su construcción fue realizado por el Sargento Méndez y el maestro de obras D. Manuel Otaduy, bajo la atenta mirada del Capitán Ricardo Seco. La construcción, que no contó con el beneplácito del propietario del terreno, costó al municipio 9.741 reales.

Hasta el reloj de la torre de San Nicolás parece que se revelaba contra las fuerzas Liberales, ya que el día 3 de mayo el comandante de dichas fuerzas exhortaba al Alcalde a que se reparara, ya que a su decir: “...Se halla parado desde hace algunos días, y es necesario a las fuerzas armadas para sus actos de servicio. El ayuntamiento acordaba que fuera reparado por los grandes servicios que está destinado a prestar tanto a la fuerza como a los vecinos...”

Las reclamaciones de la tropa no cesaban, el día 9 de mayo de 1875, era demandado por el Brigadier de la segunda fuerza de las fuerzas Liberales acantonadas: “...se exhortara la población que excitase los sentimientos filantrópicos del vecindario para que hagan donativos de hilas, trapos, sabanas y toallas con destino al hospital militar de Portugalete...” EL Ayuntamiento tratando de justificar la escasez de útiles de es clase decía: “...durante el tiempo que permanecieron la fuerzas Carlistas en esta localidad, hicieron acopio de gran cantidad de cajas de hierro, colchones, almohadas, fundas, toallas y cubiertos. Sin embargo dio este municipio en octubre a sus fuerzas, con destino al hospital militar, 31 colchones, 5 mantas, 2 almohadas, 127 sabanas y 128 fundas...”

La circulación por algunas calles principales del Algorta está prohibida para carros y coches, por los destrozos que en las mismas provocaban las llantas de los carros. Era el caso de las dos arterias principales del barrio: “...Tetuán (actual Avenida Basagoiti) y San Nicolás desde Iturrieta hasta la puerta del jardín de la casa llamada Telleche. Las mismas se habían cerrado al trafico por un acuerdo del 29 de abril de 1871…” Siendo desde aquella fecha peatonales.


El agua, uno de los bienes más apreciados, escaseaba en Algorta, al menos eso se desprende del lo anotado en el acta del 17 de junio de 1875: “...Hízose presente que en esta población escasea mucho uno de los artículos de primera necesidad que es el agua...” Por lo que decidieron aprovechar un pequeño manantial próximo a la casa de D. José Ramón de Arecheta, y realizar una fuente para el consumo del vecindario. Por aquellos días decidieron construir fuentes en Ereaga y Arrigunaga.

Parece que en esas mimas fechas, el tratamiento para oficiales y tropa era ciertamente clasista, ya que se ordenaba al Regidor D. Diego de Uribarri que vivía en el barrio de Las Arenas: “...que haga boletas de alojamiento los oficiales y militares de graduación que tengan que alojarse en el barrio, para evitar la incomodidad de dichos señores...” El Comandante General de las fuerzas acantonadas en Las Arenas había prohibido toda clase de suministros y pedidos, por el abuso que se estaba cometiendo contra la población, y envió jergones y camas por cuenta de la Administración Militar. Y no obstante el teniente coronel del Regimiento de Infantería Murcia, del segundo batallón acantonado en Las Arenas, pedía al Ayuntamiento el suministro de 22 camas para 44 hombres, !Parece que los pensaban hacer dormir de dos en dos!. El Ayuntamiento a pesar de la prohibición expresa del Comandante General contestaba al teniente coronel: “...este Ayuntamiento dispuesto a secundar los buenos deseos de del referido señor jefe, dentro de tres semanas empezará paja nueva, proporcionando entonces la cantidad de paja larga que pueda con destino al destacamento a su mando...” Mientras, la tropa pernoctaba en tiendas de campaña, sobre la piedra y tierra, en el duro suelo, que era donde colocaban sus raídos jergones. El Ayuntamiento se vio en la necesidad de hacer acopio de maderas, para hacer camastros, y evitar que durante el invierno los soldados padecieran enfermedades, por el frío y la humedad de los suelos.

Había algunos artículos prohibidos por un bando de guerra del Comandante General de Vizcaya, a los que se estableció unas tasas para poder hacer frente a las demandas de los militares: “...Al tabaco en rama de importación 90 reales de vellón; a toda clase de reses1 real; a los cerdos 1o reales; a los corderos y cabritos 4 reales, siempre por cabeza; la lista era interminable y abordaba a productos como el pan, trigo, patatas, café, bacalao, arroz, sardinas prensadas, queso de bola cuya tasa era de 1 real; los cales de lana también tenía un recargo de 1 real; los paraguas 4 reales; la cántara de vino común 4 reales y el chacolí del país 2 reales…” Decretaban que: “...cualquier producto que trate de pasar de contrabando, será decomisado y será para beneficio del pueblo...” Aquellos derechos sobre la lista de artículos fueron enviados al Gobernador de la Provincia: “...de conformidad al párrafo 2º de la regla 2ª, del articulado 132 de la Ley municipal del 20 de agosto de 1870. En el mismos se establecía que era para sufragar los gastos de guerra...” Y se nombraba recaudadores D. José Azcarate, Juan Bautista Incera y a D. Lorenzo de Barrenechea. No obstante también acordaron pedir autorización para su aplicación al Ministro de la Guerra.


En la siguiente entrada veremos cómo al llegar las fiestas de San Nicolás el consistorio agasajaba con bebidas a la guarnición militar que estaba en la población con comida y bebidas. Así como la orden del Gobierno de la Provincia para que se llevara a efecto el empadronamiento de los barrios de Algorta y Las Arenas.


ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -VIII-

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En la anterior entrada finalizábamos viendo cómo había algunos artículos prohibidos por un bando de guerra del Comandante General de Vizcaya, a los que se estableció unas tasas para poder hacer frente a las demandas militares. En esta veremos la llegada de las fiestas de San Nicolás de 1875.

Y como ya estábamos llegando a las fiestas de San Nicolas, era 29 de julio de 1875, y las romerías venían celebrándose los días 11 y 12 de agosto, para agasajar a la guarnición el consistorio acordaba: “...Que dichas romerías se celebren con el orden y solemnidad acostumbradas, teniendo en cuenta la presente situación, y se de a la guarnición el primer día de fiesta media libra de carne y un cuartillo de vino por plaza. Solicitar que venga la banda de música del regimiento, y se le de una gratificación de 1.000 reales…” El 19 de agosto se daba cuenta de los gastos de aquellas fiestas por el regidor D. Ignacio de Meñaca que ascendían a 2.482 reales.

En esa misma fecha se procedía, por orden del Gobierno de la Provincia al empadronamiento: “...que establece la Ley del 17 de agosto de 1870…” Y debido a que los pueblos de la provincia estaban solo ocupados parcialmente por al fuerzas Liberales, acordaron: “... se lleve a debido efecto el empadronamiento de los barrios de Algorta y Las Arenas, que es el territorio donde ejerce autoridad actualmente este municipio, dejando para tiempo oportuno, con arreglo a dicho Real Decreto, el empadronamiento del barrio de Santa María y Baserri, dominados por las fuerzas Carlistas...”

El agua escaseaba, los aljibes del Pueblo estaban casi agotados, los responsables de aquella critica situación no eran otros que la tropa, cuyo desmesurado consumo había mermado extraordinariamente las existencias de los barrios. Por lo que en agosto de 1875 el consistorio tuvo que decidir utilizar carros para transportar agua en barricas de pueblos cercanos.


En esas fechas la escuela de Santa María (Sarri) se hallaba abandonada, y el Pueblo dividido en dos, una zona ocupada por los Carlistas (Santa María y Baserri) y la otra por los Liberales (Algorta y Las Arenas), por lo que decidieron tapiar puertas y ventanas, para impedir que fuerzas carlistas pernoctaran en la misma. El Gobernador Civil, el día 3 de octubre, había ordenado que se prepararan las listas para realizar elecciones, así que para realizar las mismas acordó el Ayuntamiento, hasta que se unificaran los barrios, celebrarlas en un solo colegio que se denomino “Colegio de la Plaza”, que estaba situado en la de San Nicolás, ya que el barrio de Algorta era el más numerosos de población. Según el último censo de ambos barrios el arenero tan solo contaba con 11 votantes.

Parece que por esos días el consumo de carne de cerdo era muy elevado en Getxo, sin que el Ayuntamiento, cuyas arcas estaban muy mermadas, tuviera ningún beneficio por el sacrificio de los mismos. Por ello decretó un “Derecho de degüello”: “...tomando en consideración que los muchos cerdos que se matan en esta población, a fin de venderlos en fresco, y teniendo en cuenta las grandes obligaciones a que debe de dar cuenta el Ayuntamiento, sin que los arbitrios de vino, aguardiente y carne de vaca, alcancen para cubrirlos. Acuerda el Ayuntamiento imponer derechos de degüello municipal a los cerdos que se maten en la población, se estableció que dicho derecho importara 4 reales por arroba...” Los vecinos, antes de sacrificar los cerdos, debían de ponerlo en conocimiento del Alguacil, quien no lo comunicaba era castigado con una multa de 8 reales por arroba. Las cuentas de los arbitrios cobrados en el mes de septiembre alcanzaban la cantidad de 46.309 reales, los cuales equilibraban los gastos de la población.


A finales de octubre de 1875, el Inspector de Instrucción Publica de la Provincia, visitó las escuelas de primera enseñanza del barrio de Algorta. En su informe indicaba las carencias que había observado, por lo que el Ayuntamiento tuvo que : “...Suministrar el menaje para los niños que fuera preciso, así como a los niños pobres de ambos sexos, los libros y útiles necesarios para su enseñanza. Como, al no tener recursos el Ayuntamiento, no se abonaba sueldo a los maestros; ordenó que antes de finalizar el año se les pagaran la mayor cantidad posible de sus haberes…”

Era el momento de iniciar proyectos que recuperaran la maltrecha economía de Getxo. El 4 de noviembre de 1875, se daba lectura a un oficio remitido el 27 de octubre por el Gobernador Civil, en el que se ordenaba al Ayuntamiento emitir un informe sobra la solicitud de D. Eduardo Aguirre para la construcción de un establecimiento de Baños de Mar en Las Arenas. El consistorio se acusaba el recibo de la memoria y planos de dicho proyecto: “...que considera de alta importancia para el progreso y los intereses de la Provincia de Vizcaya, y en particular para esta población...” Por lo que se daba el pistoletazo de salida para la época dorada de los balnearios.

Existía en noviembre de 1875 una curiosa modalidad de correo, era el “Correo Peatón”. De él se decía: “...El correo peatón de esta población de Algorta, especialmente cuando los vapores correos pasan algo tarde para Bilbao, viene a deshoras de la noche, y temeroso este municipio (ya que tenía que venir andando desde Las Arenas o Bilbao) que en las actuales circunstancias (de guerra), le pudiera suceder algún percance desagradable, a dicho peatón, acuerda este municipio se ponga en conocimiento del señor administrador de correos de Bilbao, señale una hora de salida de Bilbao al peatón de esta localidad, para que pueda llegar de día a su destino...”


En 1876 los Ayuntamientos de Getxo, Berango y Leioa, eran los titulares del arriendo del barco de pasaje a Portugalete, estos tres Ayuntamientos bajo las condiciones aprobadas por la Diputación de Bizkaia, sacaban a remate el arriendo de dicho barco. Desde 1872 venía ejerciendo como barquero el vecino de Portugale D. Antonio de Mendieta. Durante su servicio tuvo que trasladar invariablemente a Carlistas y Liberales, cosa que más tarde le causaría perjuicio, ya que el Ayuntamiento de Getxo no reconocía los transbordos realizados a las tropas Carlistas.

En la próxima entrada veremos cómo en enero de 1876 se iban a celebrar las elecciones para elegir a a los Diputados a Cortes de Bizkaia. Y cómo el 29 de febrero de 1876 finalizaba la contienda.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -IX-

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La anterior entrada finalizaba con el servicio del barco del pasaje para trasladar invariablemente a Carlistas y Liberales entre ambas margenes de la ría.

El día 20 de enero de 1876 se iban a celebrara las elecciones para elegir a a los Diputados a Cortes de Bizkaia. Como decía anteriormente solo había una mesa para los electores, y ésta situada en la plaza de Algorta. La duración de las mismas era de cuatro días, y como venía siendo costumbre a los designados para la mesa, el consistorio abonaba las comidas, que en esta ocasión ascendió a 200 reales.

Pero como la guerra continuaba, el día 4 de febrero de 1876 el Comisario de Guerra de la plaza de Bilbao, exigía a Getxo la entrega de 12.000 libras de pan en San Anton, antes de las nueve de la mañana, para abastecer a sus fuerzas. Las posibilidades de hornear tal cantidad de pan por los panaderos del municipio era impensable, por lo que delegaron en el regidor D. Pedro de Menchaca para que acudiera a Bilbao para tratar de hacer entrar en razón a las autoridades militares.

El 29 de febrero de 1876, el Gobernador de la Provincia enviaba un Boletín Extraordinario al Ayuntamiento de Getxo, en el que transcribía el telegrama del Ministro de la Gobernación: “...entrando en territorio de Francia D. Carlos vencido por la adversa fortuna, ha renunciado a una lucha inútil, por lo que el Sr. Presidente del Consejo de Ministros ha declarado la Paz...” Con motivo de la finalización de la guerra entre Carlistas y Liberales, se celebraron 3 días de fiesta, el Pueblo apareció durante esos días engalanado con colgaduras e iluminaciones. Como iba a pasar por Getxo el nuevo monarca Alfonso XII, Para celebrar aquel acontecimiento se construyeron dos arcos del triunfo, uno en Las Arenas y otro en la casa de D. Domingo de Aurrecoechea, que fueron realizados por el ebanista D. José María de Ordeñana. El 21 de marzo se cantó un Tedeum en la parroquia de Santa María de Getxo en señal de acción de gracias por al finalización de la guerra.

El 2 de marzo de 1876 se acordaba: “...Conste para los fines consiguientes, haber sido concedida por Real Orden de 18 de octubre de 1872 la construcción de un tranvía desde Bilbao a Algorta, y su transferencia el 3 de noviembre de 1875…” El 26 de febrero D. Juan Amann concesionario del tranvía, en su nombre y el de otros concesionarios de dicho medio de transporte como D. Emiliano Amann, D. Eusebio García y Sres. Hijos de Aburto solicitaba: “...próximas a comenzar las obras del tranvía, en su parte de Bilbao a Las Arenas, y proponiéndose establecer en la Plazuela de este último punto, el correspondiente servicio de cambio de vías y cruces, para la debida separación de coches que se hallen parados, como para la gira de los que regresen de Bilbao, y que los cambios de vía se realizaran a nivel de suelo, sin obstáculo para el paso de carruajes, se le conceda permiso para hacer los estudios de la vía desde Las Arenas a Algorta...”


El 23 de marzo de 1876 , tras la solicitud del Mayordomo de la Cofradía del Puerto Viejo D. Ángel de Zavala, de ayuda para realizar reparaciones en el maltrecho lugar, y ser denegada por el consistorio, por la escasez de fondos producida por los gastos de la guerra. Enviaba la Corporación Municipal un escrito a la Diputación de Vizcaya solicitando: “...se rescinda el convenio realizado hacia el año 1842, entre el Ayuntamiento y la Cofradía de Mareantes del puerto de Algorta, en razón a arbitrios, por haber desaparecido las circunstancias que mediaron para la celebración de aquel convenio, y ser muy gravoso y perjudicial para los fondos municipales...”

Los arbitrios municipales, de los que salían parte de los fondos que iban a permitir el desarrollo municipal de Getxo, estaban ahora, una vez concluida la guerra, en primera plana de los asuntos locales. Y era D. José Fresnedo Jauregui uno de sus protagonistas, que en marzo de 1876, se hacía con el arriendo de la casa matadero y el abasto de carnes frescas.

Y quizá como reminiscencia de la guerra pasada, algunos aconteceres relacionados con los militares seguían coleando. El Comandante Militar de la Villa de Portugalete, en abril de 1876, hacía sentir sus demandas a Getxo. Y lo hacía entorno medio de comunicación, de la época, que permitía unir ambas margenes (Las Arenas y Portugalete). Era este medio el barquero, que transitaba ambas orillas llevando mercancía, animales y personas, alguno de los cuales, parodiando una vieja película en la que intervino José Isbert con su celebre frase “...sea joven, persona o militar...”, en este caso también era el transporte de militares los que hacía intervenir a aquel mando, cuyos acarreos costaban 250 reales al año a los Ayuntamientos vecinos: “...que de acuerdo con el servicio militar de la ría del 29 de diciembre último, este pueblo contribuirá proporcionalmente, al igual que otros de la zona, a los costes del transporte de militares...” Lo hacían a la vez que comenzaba el derribo de las trincheras de guerra de acuerdo con el Bando del General en Jefe del Ejercito del Norte. Los militares, también demandaban ser alojados en casas particulares de Las Arenas, a lo que el Ayuntamiento argumento: “...que no cree que exista la imperiosa necesidad de alojar a dichas fuerzas en casas particulares, máxime existiendo una casa cuartel en el Fuerte de las Canteras (Algorta), en el cual siempre ha habido acuartelas tanta fuerzas o más que la que hoy existen en el barrio...”


Era el momento de las escuelas municipales de Algorta y Sarri (Santa María), las cuales tras el paso de las milicias habían quedado seriamente dañadas. Por lo que se daba orden de repararlas y acondicionarlas para que los pequeños pudieran continuar recibiendo la enseñanza.

En ese mismo mes, el Sello del Fielato era noticia en Getxo, ya que dicho símbolo de la autoridad municipal, en cuyo tampón podía leerse la inscripción “Fielato de Santa María de Guecho”,estaba en manos del sacristán de Santa María D. Justo de Barrenechea, y el consistorio ordenaba su entrega en las oficinas municipales de Algorta.


En la próxima entrada veremos las tensiones que el Ayuntamiento mantenía con la Compañía del Tranvía, así como la atención que dedicaron a los llamados “Huéspedes del Aire” (los mendigos), que al parecer proliferaban por Getxo.

ZORIONAK eta URTE BERRI ON

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Al llegar la navidad, como todos los años, retornan los días de celebración en familia y enredo en los fogones, para los que somos cocinillas.

Y recordar aquellos viejos días, en los que la navidad se celebraba entorno a la lumbre de los hogares, en los que las brasas chisporroteban, como relataban en una reseña de 1906: “...«En la espaciosay negruzca de la cocina enlosada, en cuyocentró se alza una mesa cubiertacon vasto mantel, donde el vino dejó huellas de supasado, sehalla unida toda la familia, mientras elpadrecantaviejas canciones de Navidad»...” Mientras que otros las pasaban en comedores de caridad, solos, en torno a destartaladas mesas: “...«ocupadas por mujeres, hombres viejos y jóvenes y niños, que daban buena cuenta de sus raciones de un real, con la vista perdida en el raído plato»...” Esperemosque nuestra conciencia, no sea como lo era entonces, al asomarse a esta realidad,un movimiento general de curiosidad.

Este año también cogeré unos días de fiesta (Del 21 de diciembre al 8 de enero). Y volveré dicho día continuando con la serie que he empezado sobre el último cuarto del Siglo XIX.

Así que, hasta después de fiestas, os deseo a todos unas felices fiestas y prospero año, sin olvidar a los que por distintos motivos, no podrán celebrarlas entre los suyos.


!GABON ZORIONTZUAK

ETA


URTE BERRI ON!

NAVIDAD 2017

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Al llegar la navidad, como todos los años, retornan los días de celebración en familia, y de enredo en los fogones para los que somos cocinillas.

Este año también cogeré unos días de fiesta (Del 21 de diciembre al 8 de enero). Y volveré al final de las fiestas continuando con la serie que he empezado sobre el último cuarto del Siglo XIX.

Así que, hasta después de esos días, os deseo a todos unas felices fiestas y prospero año, sin olvidar a los que por distintos motivos, no podrán celebrarlas entre los suyos.


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URTE BERRI ON!

UNA FIESTA LIGADA A “UNA LINDA CAPILLITA”, LAS MERCEDES

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La Iglesia Parroquial de Las Mercedes de Areeta-Las Arenas es una construcción centenaria. El deslinde para la edificación del templo se realizó en 1.886, se terminó de construir en julio de 1887. El día 16 de julio del mismo año D. Pedro Lorenzo de Castañares (Arcipreste de Bilbao), bendijo el templo, que en un principio estuvo anejo a la Parroquia de San Nicolás de Algorta. El diario madrileño “El Siglo Futuro” del 21 de julio de 1887 recogía también el evento “...El sábado fue bendecida la nueva iglesia construida en Las Arenas de Bilbao, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Mercedes...” Sin embargo, fue el 28 de marzo de 1912 cuando el Ministerio de Gracia y Justicia aprobó por Real Decreto su paso a Parroquia.

Aunque ya antes de su construcción se celebraban las fiestas de Las Arenas, pero estas se circunscribían al entorno de la ermita de Santa Ana, fiestas que se celebraban por todo lo alto con presencia de numeroso público procedente de otros municipios, sobre todo de Bilbao. De ellas ya he escrito en varias de mis entradas.

Las fiestas de Las Mercedes comienzan a celebrarse a partir de la creación de una pequeña capilla en el lugar que hoy ocupa la iglesia del mismo nombre. Ya en los diarios bilbaínos eran recogidas desde 1887, año de su inauguración. Era anunciada el viernes 23 de septiembre de 1887 por el diario “El Noticiero Bilbaíno”: “…Mañana sábado se celebrará una misa solemne, en la nueva iglesia de las Arenas. El resto del día se solemnizará con el toque del tradicional tamboril y los acordes de la banda de Algorta, así como también en la mañana del domingo…” Es esta la primera referencia de prensa que se he encontrado. Incluso el “Liberal” de Madrid, de septiembre de ese año, ya hablaba del importante cambio que estaba experimentando nuestro barrio: “...para ir de Bilbao a Las Arenas, hay además de los infinitos vapores que recorren la ría, dos ferrocarriles y dos tranvías(se referían a los de Las Arenas y Portugalete). ¿Será necesario decir más en demostración del rápido florecimiento de la zona?” Y refiriéndose a nuestra playa decía: “...La playa de Las Arenas no es tan hermosa como la de San Sebastián, pero sí una de las mejores de España. Cuantos la visitan se enamoran de ella. Pocos de estos enamorados la son infieles…” 


Para hacerse una idea del movimiento de viajeros en esas fechas, baste recordar lo que escribía el diario madrileño “El Liberal”: “...Se calcula que durante el mes de Agosto han circulado sólo por el tranvía de Bilbao a Las Arenas 140.000 personas. Añádase a esto la circulación que habrá habido por el tranvía de la orilla izquierda, por el ferro-carril de Portugalete y podrá formarse una idea del asombroso movimiento de viajeros habido entre Bilbao y las dos orillas del Abra durante este verano...”

Otras fiestas acontecieron como las de septiembre de 1903, quetranscurrieron con diversos espectáculos; mientras que en la Plaza del Mercado se realizaba el juego de “Los Ciegos Inteligentes”, a la vez se realizaba un concurso de dantzas vascas por parejas; más tarde actuaron los “Barrenadores” de piedra. Le seguiría por la tarde la romería y el baile. Todos los festejos fueron amenizados por la banda de música y los gaiteros de Etxarri Aranaz, y como no, con los siempre presentes tamborileros.

Pero no serán recogidas en un programa festivo hasta 1907. Y siempre, según los hábitos de la época, precedidas de la consabida misa mayor, en la iglesia de su nombre. También formaban parte de las costumbres de esos tiempos, los pasacalles encabezados por los tamborileros, así como la celebración de juegos para los pequeños, en la plaza contigua a la iglesia. Aunque la fiesta de mayores se celebra, a otras horas, en la llamada “Plazuela” (situada frente al actual Puente Bizkaia).


Una fiesta ligada a “Una linda Capillita”, Las Mercedes. Así definía la prensa bilbaina en 1910, la celebración de esta festividad en Las Arenas, vinculada a la iglesia del mismo nombre. Pero, aprovechando esa ligazón entre fiestas y edificio religioso, veamos cómo evolucionó, como describían en esos tiempos la “Linda Capillita”, y las costumbres de quienes nos visitaban:

Hacía tan solo diez años, aunque la tradición de nuestros visitantes ya venía desde el lejano verano de 1870, cuando se inauguraron los “Baños de Mar Bilbaínos”, que dichas gentes, en su mayoría procedentes de la Villa de D. Diego, acudían a nuestro barrio, y fervorosas ellas, cumplían su deberes religiosos en esa pequeña “Capillita”. Pero la colonia veraniega de familias bilbaínas fue en aumento, en tal proporción que hizo pensar en la necesidad de ampliar la capilla, construida bajo la advocación de Nuestra Señora de Las Mercedes.

La misma, al principio, tan solo contaba con una pequeña nave central, hablamos de la desaparecida tras la guerra de 1936, a la que se le añadirían dos naves laterales. Su arquitectura era severa y la patrona aparecía rodeada de flores y luces rojas y blancas que realzaba el conjunto. A ambos lados del altar mayor había otros dos altares más pequeños. De la iluminación se encargaban cinco magníficas arañas, regalo de orfebre D. Matías Romo. Estaban colocadas cuatro bajo los arcos laterales y una, de mayor tamaño, el la nave central. Otras luces de menor tamaño estaban repartidas por el coro y las naves. El adorno del altar mayor fue regalo de la señora de Olavarri, las obras se realizaron por suscripción popular, y fueron dirigidas por D. Lonardo Rucabado.


A las siete de la tarde, de ese día, con un templo rebosante de vecinos, se celebró un acto litúrgico. En una celebración de tal importancia no podía faltar el Alcalde de Getxo D. Idelfonso de Arrola, quien acudió portando la bandera del Ayuntamiento, acompañado por al banda municipal.

Ese año se inauguraba el órgano parroquial, que como venía siendo habitual, fue costeado por varias familias del ya populoso barrio y aprovechando los nuevos acordes, un coro compuesto de 40 voces de un orfeón de Bilbao, que cantó la Misa de Cesar Franck y el Credo de Gounod, dirigidos por el maestro Ansón y acompañados al órgano por el maestro D. Martín Pérez de Anucita; distinguiéndose en los solos los señores Laspiur y Arando. Durante el ofertorio se ejecutó una composición de Guridi, quien acudió personalmente.


La Junta de reformas tuvo un lugar preeminente en aquel acto. Ocupaban un lugar junto al presbiterio, los señores D. Ramón de la Sota, D. Alberto Aznar, D. Francisco Yermo y D. Enrique Borda. La homilía corrió a cargo de D. Tomás Gillin, quien disertó sobre “Todos los grandes hechos tienen un nombre y una historia”, en ella hizo historia de la institución de la orden Mercedaria. Al referirse a Las Arenas y al desarrollo que había adquirido en poco tiempo, dijo: “...Bendito pueblo que arrullado por la dulce sinfonía de unas olas en eterno rumor, has tenido las bendiciones del Cielo, sin que falte a tus anhelos esa prosperidad, que sueñan todas las municipalidades...” Para finalizar dedicó un recuerdo a los iniciadores de la reforma de la Iglesia y a los donantes.


Como venía siendo habitual en años anteriores, se celebró, por la mañana, una carrera ciclista. Por la tarde noche una romería y la proyección cinematográfica “Olimpia”. Durante años, en esas fechas se celebraron regatas en la ría. Mientras, los lugares de celebración fueron varios, la Plazuela de Las Arenas (junto al Puente Bizkaia), la calle Mayor y la propia plaza situada en la parte trasera de la iglesia. Actualmente vuelven a ser lugar de espacio festivo, la “Puente Zubia Plaza”, la de las Escuelas, la propia calle Mayor, y las calles María Cristina y Amistad donde se celebra el afamado concurso de caracoles, que ya va en su XXIIIedición, y que como decía el pasado año:

!Zorionak a todos! por ser capaces de convertir nuestro barrio en un jardín gastronómico. ¡Getxo, además de su increíble atractivo urbanístico, forma un conjunto de barrios increíblemente alegres, que saben divertirse y hacer las delicias de sus visitantes también en la mesa!

Merece la pena hacer una visita ¡ No os lo perdáis!


¡ONDO PASA!

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -X-

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La anterior entrada finalizaba con la noticia del Sello del Fielato como símbolo de la autoridad municipal, en cuyo tampón podía leerse la inscripción “Fielato de Santa María de Guecho”.

El 12 de abril de 1876 el Ayuntamiento de Getxo contestaba a la compañía del Tranvía de Bilbao a Algorta, de la que D. Juan Amann era concesionario, referente a la sección del mismo que iba desde Las Arenas a Algorta. Solicitaba el consistorio que: “...se proceda a enviar a este Ayuntamiento una copia de las condiciones o convenios firmados entre esa empresa y la Diputación, así como de los cambios realizados en el proyecto...”

La Sanidad, otro de los asuntos que en Getxo se hacía perentorio atender, le llegó la hora en abril de 1876. El consistorio veía que ya iba siendo hora de que nuestro municipio tuviera una Junta de Sanidad, así que decidieron componerla, y para ello enviaron una lista de las personas que podrían formarla al Gobernador Civil. Las personas elegidas fueron: “...El Alcalde como presidente y el Farmacéutico D. Miguel Garcia Salazar; además se propuso una terna de vecinos entre los que se encontraban: D. Antonio Arrigunaga, D. Francisco de Berreteaga, D. José Joaquín Urisabel, D. José Julián Mandaluniz, D. José María Ordeñana, D. Ángel Zavala, D. Saturio Alzaga, D. Francisco de Uriaguereca y D. Manuel de Uriamendi…”

La conducción de cadáveres, que aparecían arrojados por la mar en las peñas, fue otro de los asuntos tratados en abril de ese año. Fue a propuesta del sacristán de Santa María de Getxo D. Justo de Barrenechea: “...es indispensable que en el Campo Santo de la Parroquia de Santa María, exista un ataúd para conducción de los cadáveres que fuesen encontrados en la rivera, y que el Juzgado Municipal ordenara su traslado al cementerio...” En aquel cementerio siempre existió un ataúd para tal menester, pero el mismo estaba ya viejo y roto, por lo que decidieron reponerlo. Según el cura párroco de Santa María D. Juan Bautista Víctor de Ibarra, el campo santo de la parroquia según lo descríbía él: “...la manera con la que se edificó el cementerio, la medida superficial que contiene, queda en el entro para enterrorio público 297 estados y tres pies; y a 12 pies de los extremos de la pared hacia el centro había un espacio destinado para la construcción de urnas particulares...”


A los mendigos, también llamados por algunos lares “Los Huéspedes del Aire”, que al parecer proliferaban por Getxo también les dedicaron su atención, el Gobierno Civil acababa de sacar un edicto a ellos dedicado el día 20 de abril de 1876. Y aunque todos eran hijos de la misma condición “la pobreza más extrema”, a los locales, en cierta forma, les era permitida la postulación, mientras que al resto de los mendigos se les aplicaba en el municipio el siguiente acuerdo: “...que todos los pobres forasteros que se encuentren pidiendo limosna en este pueblo sean conducidos fuera del Pueblo como indica la orden del gobernador. Socorriendo con la cantidad que se estime suficiente, a todos los de este Pueblo, que imploren la caridad, según vienen practicando y es costumbre en la localidad desde antiguo por carecer de casa de beneficencia...”

El 19 de mayo de 1876 una nueva solicitud, esta vez del Comandante de Carabineros de Bermeo, venía a poner el punto de discusión entre cuerpos armados y el consistorio de Getxo. Se trataba de algo tan nimio como una caseta de ese cuerpo, que antes de la llegada de las fuerzas Liberales, y hasta 1872 estuvo situada en Azkorri. Al parecer el cuerpo de carabineros la abandonó ante la llegada del ejercito Carlista en 1874, y hasta entonces la edificación había estado en buen estado, y al estar la zona dominada por dicho ejército, aislada del centro de la población que ocupaban los Liberales, el Ayuntamiento no tuvo oportunidad de cuidar de la misma. Y dicha edificación fue destruida por la fuerzas de D. Carlos.

A pesar de que existía una prohibición municipal para el tránsito de carretas y caballerías por la calle Tetuán (actual Avenida Basagoiti), más concretamente entre Mantequena y Amorotoena, algunas carretas y carricoches se saltaban la normativa, dejando la calle dañada por las llantas de los carros. En junio de 1876 el consistorio colocó unas tablillas, pintadas por D. Castor Igual, indicando la prohibición en las casas de D. Domingo de Aurrecoechea y otra en Iturrieta: “...prohibiendo el transito de todo carro, coche o ganado por dicha calle, bajo la multa de dos pesetas...”


En esas fechas al citar, en los libros de actas, el río que pasa por Romo dirección a Leioa, se le denominaba como una de las calles principales del barrio, entonces de Las Arenas: “...Hallándose desecho y descompuesto por las circunstancias de la guerra que hemos pasado, el puente de madera del río Cresalchu, para paso a Lejona...” La reparación supuso un gran costo, pues las maderas y traviesas estaban esparcidas por las campas cercanas.

El abuso por el precio de venta de las sardinas, en julio de 1876, en el Puerto de Algorta, hizo que el Ayuntamiento interviniera: “...Teniendo conocimiento de que se abusa en el Puerto de Algorta de esta Anteiglesia, en la venta de la sardina fresca, con notable perjuicio a los intereses del público consumidor. Este Ayuntamiento acuerda, que en lo sucesivo con arreglo a uso y costumbres, sea el millar de sardina fresca que por mayor se venda en las lanchas del mismo puerto, de doce cientos el millar, debiendo la apuntadora o lanchero vendedor, publicar el precio bajo de dicha base de doce cientos el millar…, a quienes incumplan esta orden se les castigará con una multa de cinco a quince pesetas, pudiendo presentar denuncia cualquier persona ante la autoridad municipal, si observaba cualquier abuso en el precio de venta...”

En ese mismo mes y año, el día 13, tras haber desaparecido las circunstancias excepcionales de guerra, el Ayuntamiento acordaba reanudar las ferias de Las Arenas, que se habían venido celebrando el 2º y 4º domingo de cada mes. Se trataba de una feria ganadera, para la que el 21 de noviembre de 1811, se implantó la norma de que la compraventa comenzara después de las 10 de la mañana y terminara a las 13 horas. Con dicha normativa trataban de no perturbar el sueño y costumbres de los vecinos.


En la próxima entrada veremos cómo los vecinos celebraban, en el verano de 1876, las fiestas de San Nicolás.

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -XI-

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La anterior entrada finalizaba con la noticia de que tras haber desaparecido las circunstancias excepcionales de guerra, el Ayuntamiento acordaba reanudar la feria de Las Arenas. Veremos las fiestas de San Nicolás de 1876, además de cómo el tranvía traía de cabeza a nuestros munícipes.

Seguíamos en el verano de 1876, en julio; ya estaban próximas a celebrarse las fiestas de San Nicolás. Los vecinos, en aquella época, acostumbraban a disfrutar de las fiestas y de la plaza de Algorta, observando desde el pretil que la circunvalaba, las evoluciones de las gentes que acudían a los actos festivos, o simplemente descansando y tomando el sol. Pero el deterioro de dichos asientos improvisados era notorio: “...Hallándose en mal estado y poco decentes los pretiles o sentaderos de piedra de la plaza pública...”Así que decidieron colocar: “...por decencia y ornato público se proceda a reponer y colocar chapas de piedra a los referidos sentadores...” Las fiestas ese año se iban a celebrar los días 11 y 12 de agosto, también el 13 por caer en domingo. La música era esperada por todos, ya que era uno de los actos principales de las fiestas. El Ayuntamiento estaba a la espera de que el encargado de la banda de música D. Juan Bautista de Larrazabal, les indicara cuanto pensaba cobrar por tocar en dichas fiestas y asistir a la misa mayor de santa María el día 15 de agosto. Mientras, el consistorio fijaba los lugares de celebración de las romerías dichas fiestas, la primera, la del día 11, se iba a celebrar en el sitio en el que tradicionalmente se había celebrado hasta la fecha en el Castillo; la segunda preveían celebrarla en la plaza o cerrado de la Avanzada. Algo presintieron que antes de confirmar dichos actos decidieron exponerlo al publico para que diera su opinión. Poco antes de los días festivos, el sindico D. Juan Francisco de Sarria exponía en el pleno el sentir del vecindario: “...que las romerías debieran celebrase según costumbre en la campa del Castillo y no en la Avanzada…, así mismo el consistorio declara que habiendo visto con sorpresa el disgusto que ha causado en varios vecinos, acuerda dejar sin efecto el cambio de localización de dichas romerías...” Aquella propuesta fue aprobada y las romerías continuaron durante años celebrándose en aquel punto y la banda tocó día y noche por 700 reales de vellón. A fin de preservar el orden durante las fiestas, acordaron solicitar a la Diputación que enviara dos parejas de forales para dichos días, cuya retribución sería costeada por el Ayuntamiento.


El trazado del tranvía seguía dando quebraderos de cabeza a nuestros munícipes, ya que el 28 de septiembre, ante la insistencia de D. Juan Amann, de que el tranvía terminara en el punto conocido como la Avanzada, el Ayuntamiento le informaba: “...que no siendo satisfactoria dicha petición, porque la concesión y transferencia del referido tranvía se entiende desde Bilbao hasta Algorta, y ese punto la Avanzada nos es Algorta ni su jurisdicción, siendo un paraje aislado, que corresponde al barrio de Las Arenas…, el trazado del tranvía debe de llegar a un punto del barrio de Algorta, donde ofrezca comodidad y economía a los viajeros, además de la enorme distancia que habría que recorrer a píe y cargados desde ese lugar desierto hasta el centro de la población, este Ayuntamiento disconforme con su propuesta acordará lo conveniente sobre el particular...” Recordaba el consistorio que en el estudio realizado por el ingeniero Sr. Santa María: “...que fueron sometidos a examen de este Ayuntamiento por la empresa, resulta que es practicable la vía a los tres puntos de la población, por consiguiente, no puede esta corporación el pretexto de los concesionarios de que costaría mucho ese tramo, ya que se supone que en el primer estudio ya tuvieron en cuenta ese aspecto...” Por lo que acordaron que el tranvía debía de llegar a un punto céntrico de Algorta, ya que así lo obligaban el Real Decreto de Concesión del 18 de octubre de 1872, el pliego de condiciones particulares del 23 de septiembre de 1872 y el Real Decreto de Transferencia del 3 de noviembre de 1875. Finalmente conseguirían un acuerdo por el que el tranvía llegaba hasta las proximidades de la Iglesia de San Nicolás.

El 10 de octubre de 1876 se nombraba al maestro de la escuela elemental ampliada de Algorta, entre una terna compuesta por D. Eladio Navas, D. Juan Dourte y D. Eusabio Aguileta. De ella salió elegido D. Juan Dourte, a tal maestro se le asignó un salario, por todos los conceptos, incluida vivienda, de 7.000 reales anuales.

Los vestigios de la guerra iban desapareciendo, a mediados de octubre de 1876, el consistorio decidía, con el beneplácito del Gobernador Militar, desmontar los blocados construidos en 1875 en Alango, y reutilizar los materiales de los mismos para obras municipales. Otro de los baluartes que se derribaron fue una caseta que los militares habían instalado frente a la Iglesia de San Nicolás.

Y mientras se producía una novedad para el descanso de los maestros y maestras de primera enseñanza de Getxo, se acordaba: “...conceder a todos los maestros asueto todas las tardes de los jueves...”

Y por fin en Getxo, aunque fuera del recinto sagrado, que eran los cementerio, los no católicos podían dormir el sueño eterno. El 23 de noviembre de 1876, se daba lectura de la circular publicada el día 16 en el Boletín Oficial de la Provincia, por el Gobernador Civil, ordenando a todos los Ayuntamientos: “...cuiden se construya próximo a los respectivos cementerios de cada pueblo un pequeño cercado para enterramiento de los cadáveres que mueran fuera de la comunión católica...”


La discusión sobre el punto final del tranvía de Bilbao a Algorta, finalmente quedaba zanjada por la intervención del Director General de Obras Públicas. El día 7 de diciembre de 1876 se daba lectura a la resolución remitida por el Gobernador Civil de la Provincia: “...Vista la instancia promovida por el Ayuntamiento de Guecho…, solicitando se obligue a la empresa del tranvía…, continuar la vía hasta tocar el pueblo de Algorta y no hasta el punto conocido como la Avanzada…, considerando que al otorgar dicha concesión se indicaba que el tranvía debía de llegar hasta dicha población…, esta Dirección General ha dispuesto se declare obligatorio que este tranvía continúe hasta Algorta…” Es más que probable que en aquella decisión tuvieran algo que ver las gestiones de determinados personajes de Las Arenas, y la posición de este barrio para atraer riqueza al municipio y la Provincia.


En la próxima entrada veremos cómo la misa que se celebraba en la ermita de Santa Ana desde 1872 hasta 1873, solo interrumpida durante el periodo de guerra, volvía a reanudarse en diciembre de 1876. Y cómo la noche de navidad fue motivo de escándalo para algunos algorteños.

UN MILLÓN DE LECTORES DE MEMORIAS DE GETXO

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Desde que en octubre del 2011 realice la primera entrada de mi Blog “Memorias de Getxo”, tímida y corta incursión dedicada al barrio de Sarri de Getxo, no podía imaginar que iba a llegar a realizar las 965 entradas, que ha día de hoy he incluido en mi Bolg, en las que cada vez más he tratado de indagar en la historia de nuestro Pueblo.

Al llegar el contador de mi Blog un millón de visitas, había pensado hacer algo que recordara la vida de nuestro Pueblo. Después de darle unas vueltas, me ha parecido que una buena forma de homenajear a nuestros barrios, realizar una relación de las fechas de hechos “históricos”, que a lo largo de la vida del municipio han acontecido a nuestras gentes, a nuestras localidades. Y casi sin darme cuenta el contador ha llegado a esa, para mi importante cifra de lectores, que ni por asomo había imaginado cuando comencé la andadura.

Por eso trataré de hacer un pequeño resumen de los acontecimientos más significativos que han acontecido en nuestro Pueblo a lo largo de su vida. Hechos, que junto a las historias que acompañan, definen la forma de hacer de nuestras gentes, de relacionarse, en definitiva la vida de un Pueblo y sus barrios.

Podemos decir que Getxo nace en torno a su iglesia matriz “Andra Mari” hacia 1515, iglesia-monasterio que ya era mencionada en el libro “Bien Andanzas e Fortunas” de Lope García de Salazar: “...«El linaje de los Guecho es antiguo, que poblaron allí en Guecho, que ovieron siempre aquel monasterio de Santa María»...” De sus gentes nos hablan los libros de bautizados que desde 1624 que se conservan en el Archivo Histórico de Derio.

Pero es en sus libros de actas, en sus manuscritos de expedientes, recogidos en el Archivo Municipal de Getxo, junto los existentes en el Archivo Foral de Bizkaia, donde podemos, entre otros lugares, ir descubriendo las pequeñas historias de nuestro Pueblo.

Y a pesar de que en 1874, durante la tercera guerra entre Carlistas y Liberales (que para nuestro municipio terminaba el 29 de febrero de 1876), para prevenir que los documentos municipales cayeran en manos de los Carlistas, dicha documentación fue trasladada a un piso de Bilbao, en el que durante un bombardeo cayeron varias bombas, provocando un gran incendio que destruyó la mayor parte de la documentación histórica municipal, hoy podemos señalar algunas fechas y hechos de interés.

Desde el documento más antiguo existente en el Archivo Municipal de Getxo, en el que se indicaba que: “...«En el viaje de reconocimiento se iban a revisar todos los fuertes y baterías de la costa desde La ria de Mundaka hasta la de Portugalete»...”Documento firmado el 2 de Marzo de 1793 en Bermeo por Juan de Iriarte, que fue adquirido por el Ayuntamiento de Getxo el 14 de diciembre de 1998, a “Izaro Distribucionesde San Sebastián a través del “Instituto Labayru, al primer libro de actas municipales de enero de 1839 y los sucesivos hasta el día de hoy, podemos conocer fechas y hechos de la vida de nuestro pueblo.

ALGUNAS DE ELLAS NO HABLAN DE LAS DEFENSAS DEL ABRA:

El Fortín o Castillode Usategi de 1639.

La Batería de Punta Begoña en Arriluze 1640.

El Castillo del Príncipe (Galea)1743.

El Blocado de Arrigunaga (Ruinas junto al Skate) que debió de construirse a finales del Siglo XVIII.

OTRAS ESTARÁN RELACIONADAS CON SUS MONUMENTOS Y OBRAS DE MAYOR RELIEVE:

El primer Ayuntamiento de Getxo (en la Iglesia de Andra Marí) 1788.

El Molino de Esacerrota de Areeta-Las Arenas1852.

El Etxetxu (Segundo Ayuntamiento de Getxo) del Puerto Viejo de Algorta hacia 1855.

Se abre al públicola carretera de Plentzia a Getxo 1884.

El Puente Bizkaia 1893.

La Casa Consistorial de San Nikolas de Algorta (Tercer Ayuntamiento) 1867.

La Casa Consistorial Actual 1928.

La Cofradía de Mareantes del Puerto Viejo de Algorta Siglo XVII.

El Molino de Aixerrota Siglo XVIII.

El Contramuelle de Arriluze con su grúa Titan 1901.

Los Malakates 1903.

La Sociedad de Salvamento de Náufragos de Arriluze 1920.

El Monumento a Churruca 1939.

A VECES CON HECHOS ADMINISTRATIVOS:

La división del Pueblo en barrios 1839.

La venta de bienes comunales (Desamortización) 1867.

Se nombra como primer Alcalde pedáneo de Areeta-Las Arenas a D. Diego de Uribarri 1867.

ALGUNAS DE SUS OBRAS SOCIALES:

El Sindicato Agrícola Católico de Getxo 1919.

Las Casa Baratas de Romo 1925.

La Cooperativa Obrera de Getxo 1951.

OTRAS DE SUS INSTALACIONES VERANIEGAS Y DEPORTIVAS:

El Edificio de Baños de Mar Bilbaínos 1870.

El Balneario la Perla de Ereaga 1886.

El Club Marítimo del Abra 1902.

El Balneario de Igeretxe de Ereaga 1913.

ALGUNAS DE SUS EDIFICIOS RELIGIOSOS:

La Iglesia de Andra Mari de Getxo Siglo XII.

La Ermita del Ángel de Getxo Siglo XVII.

La Ermita de Santa Columba de Martiartu Siglo XVI.

La Ermita de San Martín de Algorta Siglo XVII.

La Ermita de San Nikolas del Puerto Viejo de Algorta 1650-1660.

La Iglesia de San Nikolas de Algorta 1863.

La Ermita de Santa Ana de Areeta-Las Arenas 1864.

La Iglesia de San Ignacio de Algorta 1892.

La Iglesia del Carmen de Neguri 1910.

La Casa-Convento y Capilla de Romo “Nuestra Señora de los Ángeles” 1935.

La Iglesia de Las Mercedes de Areeta-Las Arenas:

La Primera iglesia 1887

La Casa Social 1929.

La Actual Iglesia 1944.

La Iglesia de San José Obrero de Romo 1959


OTRAS DE SUS CENTROS HISTÓRICOS DE ENSEÑANZA:

La Escuela de Náutica Puerto Viejo de Algorta 1796.

Las Escuelas de Sarri Getxo 1817.

La Escuela de Niñas Pobres (de la Fundación Cortina) de Algorta 1879.

El Colegio San Bernardo 1897.

Las Escuelas de la Plaza de Areeta-Las Arenas 1899-1903.

La Escuela de Juan Bautista Zabala de Algorta 1911.

La Escuela de Andra Mari de Getxo 1913.

Las Escuelas de San Ignacio de Algorta 1915-1917.

La Escuela de la Vega de Santa Eugenia 1927-1930.

La Escuela de Saratxaga de Getxo 1932.

TAMBIÉN DE SUS CENTROS HISTÓRICOS ASISTENCIALES:

El Hospital Hospicio de Algorta 1894-1896.

La Sala Cuna del Hospital Hospicio de Algorta 1927.

A VECES DE SUS MERCADOS:

De la feria de ganado en Areeta-Las Arenas 1851.

De la feria de ganado en Alango (Algorta) 1881.

Mercado de Las Arenas (Ogoño) 1914.

Mercado de Algorta (Torrene) 1939.

ALGUNAS DE SUS HITOS EN EL TRANSPORTE:

Barco del Pasaje entre Las Arenas y Portugalete Siglo XVI.

Se construye la casa del barquero 1850.

El Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta:

           La llegada del Tranvía a Areeta- Las Arenas 1872.

           La llegada del Tranvía a Algorta (Casino) 1882.

           La Cocheras del Tranvía de Las Arenas 1896.


El Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas y Algorta:

          La Estación de Areeta-Las Arenas de la calle Mayor 1887.

          La Estación de Algorta 1893.

          La Estación de San Ignacio (Neguri) 1903.

La Estación de Santa Maria de Getxo 1903.

La estación de Romo-Las Arenas 1958.

El Trolebús de Bilbao a Algorta 1949.

DE VEZ EN CUANDO DEL SUMINISTRO DE AGUA Y LUZ A GETXO:

Se estudia la traída de aguas desde Berango a Areeta-Las Arenas 1866.

La traída de aguas de “Sustatxa” (Berango) a Algorta 1877.

La primera “Normativa para el arriendo del servicio publico de alumbrado” (Petroleo) en Algorta 1887.

La primera subasta para la la iluminación (Petroleo) de las calles de Areeta-Las Arenas 1888.

El servicio de alumbrado público, para los barrios de Algorta y Areeta-Las Arenas, mediante corriente eléctrica 1894.

MUCHAS DE LAS COMUNICACIONES:

Establecimiento del Correo Diario 1855.

Establecimiento del Correo Diario mediante coche entre Getxo y Bilbao 1859.

El cable submarino directo desde Inglaterra a Bilbao 1875.

Se abre al público el Semáforo de la Galea 1882.

La linea telegráfica entre Bilbao y Las Arenas 1883.

Se establece un servicio de telégrafos en el Balneario de Las Arenas 1884.

El Teléfono Automático, varios empleados de la Compañía Telefónica Nacional, recorren diversas casas del barrio de Las Arenas para poder colocar en las fachadas de los edificios, los cables con destino al teléfono automático 1927.

Edificio de la Telefónica en Las Arenas 1928.

Edificio de Correos de Algorta 1957.


OTRAS DE DATOS HISTÓRICOS:

Se estudia desviar el rio “Gresalchu” (Gobela) 1502.

Se coloca un fanal luminoso en la Galea para orientar a los barcos 1782.

La primera acta que se conserva de las elecciones a fieles regidores de Getxo es de 1788.

Se construye la Casa Consistorial detrás de la Iglesia de Santa Maria de Getxo 1798. En 1850 se dedico ese edificio a escuela pública de niñas.

El nombre de “Txomintxu” que se da la zona alta de la cuesta de Suárez vienede D. Domingo Aurrecoechea a quien se apodaba “Chominchu” 1892.

Hasta aquí un pequeño resumen de esos hechos históricos que nos hablan de nuestro Pueblo.
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