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Channel: MEMORIAS DE GETXO
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ENTRE DOS MUNDOS

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Entre dos mundos. Este es el mundo de un artista de Getxo, más concretamente de Algorta, nacido en la calle San Martín, frente al convento de los trinitarios. Y aunque titulo entre dos mundos, uno la medicina y otro la pintura, me faltaría más de uno, pero sobre todo uno del que al final hablaré.

Dio sus primeros pasos en el mundo de la pintura en la llamada “Campa del Muerto” (Antiguo Cementerio de Algorta), aunque su relación con los cementerios ha sido larga, como contaré más adelante. Se suele decir que “de la casta le viene al galgo” y nunca mejor dicho. Se podría afirmar que a nuestro artista local, Joserra Elorriaga, parte de su inquietud le viene por vía paterna, que fue contagiada a todos los hermanos, aunque con diferente constancia y no todos continuaron con ese mundo.


Su padre, Antón Elorriaga, ya desde los 20 años había adquirido la costumbre de realizar apuntes de todos sus recorridos por Getxo. Uno de sus trabajos fue la casa del escultor Vicente Larrea, que estaba en la calle Obispo Etxeandia. Su pintura era impresionista, a decir de Joserra: “...fue mi maestro del color…, la habilidad y la viveza que tenía mezclando colores…, era capaz de descomponer en su cuaderno un color en veinte tonos...”

Los primeros dibujos de Joserra pertenecían al reino animal, de niño sus mejores trabajos fueron: “...las cabezas de caballos que pintaba en los escudos de contrachapeado que utilizábamos en nuestros juegos...” Él asistió a la academia Bidegorri, y algunos de sus amigos iban a Gaztelueta, allí les ponían deberes de dibujo: “...solíamos ir a Fadura, en el lavadero de la carretera que va hacia Simón Otxandategi; dediqué muchas horas a pintar el entorno del río...” Pero donde de verdad empezará a desarrollar las técnicas del color fue en el Colegio Santa María de Portugalete; y donde aprenderá las técnicas del dibujo fue en el Colegio San Agustín de Las Arenas, de la mano del profesor D. José Etxaniz.


Su juventud se desarrolla en torno a Itxas Gane (Scout), de donde adquirirá su afición a la montaña, la cuadrilla de la plaza y “Villa Danelis” con los guateques serán otros de sus referentes juveniles.

A los 18 años marcha a Valladolid para cursar la carrera de medicina. Al llegar a la universidad, tiene que elegir un sitio barato, nos estrenamos en el barrio de los lupanares de Valladolid, y allí: “...empiezo a decorara la pensión en la que vivíamos, eran casas del siglo XVII, de paredes tristes, empapeladas, con water único para cuatro pisos y un corral. Me junté con estudiantes de arquitectura y recorrimos la ciudad pintando sus rincones...” Allí contactó con el mundo de las exposiciones: “...había un movimiento artístico importante, muchas galerías, mi tendencia natural fue acercarme a pintores y galeristas. En esa época pintaba paisajes, edificios, todo lo que veía. La cátedra de anatomía hace una selección de dibujantes para ilustrar las clases de cada día; había que pintar cadáveres en pizarras de tres cuerpos, según las indicaciones del catedrático, que les indicaba la orientación “ ¡El hígado cogido desde esta vista!” A las tardes estaba horas y horas en la sala de disección de anatomía dando color a las pinturas de aquellos cuerpos...”


Teníamos una vespino y con ella empezamos a desplazarnos a pueblos de Valladolid. Volvía un poco sobrecogido, el paisaje de los alrededores de la capital es duro, muy desértico, era difícil encontrar un elemento que te rompa el horizonte, nos costaba mucho interpretar el paisaje, los pintores de intemperie ponemos siempre en el fondo un tope, pintamos contra algo, y en Castilla se pinta encima de algo. Teníamos que buscar aldeanos segando, los de la trilla, todo lo que estaba sobre la tierra.


Casi al final de su carrera empieza a vender pintura a los profesores para las semanas culturales vascas que se celebraban allí, hacía los carteles propagandísticos: “...llevábamos a gente muy importante de la cultura vasca (Caro Baroja, Andoni Cayero, Goyo Monreal, Xabier Lete…)...” El delegado del gobierno temía mucho a las letras de las canciones: “...no las entendían, no era su idioma, hacíamos unas traducciones muy peculiares para que pasaran la censura. El jefe de la policía, que ya nos conocía, decía: “¡Ustedes me están engañando!” No se fiaba. A aquellos actos acudían 600, 700 personas. Así que llegó a la conclusión de que para que no hubiera problema “¡Usted se queda aquí durante todo el festival, en comisaría, y si no hay problemas se va para casa!...”


Hace la mili en Sevilla: “...Coincido con un Catedrático de Historia del Arte, visitaba todos los museos con él, me empapaba de los artistas sevillanos, de su arte. Pinté en Sevilla en las orillas del Guadalquivir, y ahí es donde empecé a utilizar los cuadernos de viaje, que pinto a la acuarela, en los que hacía apuntes de los paisajes. A partir de ese momento, me acompañarán siempre! Tuve bien en cuenta todo lo que mi padre me enseñó para pintar en pie.”

Estando en la mili, trabaja como médico en la capital hispalense, más tarde, tras casarse, lo haría en La Puebla de la Barca, donde su esposa, también médico, consigue plaza: “...ejercíamos en la plaza de un médico, dos...” Tuve la experiencia de vivir en plena naturaleza. Eran médicos las veinticuatro horas del día; hacían guardia en pueblos que estaban hasta cincuenta kilómetros de distancia. Allí escribí y pinté mucho al natural.


Volvemos a Algorta y hago sustituciones hasta que me afianzo como médico en Berango. Estuve once años en esa población. Para entonces habíamos hecho unas tentativas de asociación artística llamada “Ateak Zabalik”, entre Potxo Onandia, Adolfo Martín y José Fernández; aún no teníamos sede y las reuniones las hacíamos en cualquier sitio. Hicimos una primera exposición con motivo de la inauguración del Aula de Cultura de la Plaza del Mercado de Algorta. José Fernández elaboró unos manifiestos para consolidar un colectivo que promoviese una especie de Escuela de Oficios, al estilo de la que hubo en sus tiempos. Así surgió el colectivo “Antzezaleak” del que fui presidente. Disponíamos de unos fondos muy precarios, gracias a los constructores hermanos Zabala de Andra Mari, que habían comprado el chalet del Doctor Diliz, de la calle Torrene, enfrente de la tienda de las Learra. Logramos tener nuestra primera sede. Es en ese momento cuando usaré las técnica de tintas a granel (Pinceles gruesos con mucha tinta) aplicándola directamente sobre el lienzo.


Se fue incorporando nueva gente: Iñaki Miro (Ceramista), Solana (Acuarelista), Rosa Calzada (+). Todos los años hacíamos una exposición en el Aula de Cultura de los miembros del colectivo. De Torrene pasaríamos a la Avenida Basagoiti, a la casa “Manene”. Lo bueno de los colectivos es que vas viendo a otros, lo que a ti en un óleo te lleva mucho tiempo, el acuarelista lo resuelve en veinte minutos: “...En el momento que me encuentro como pintor creo que he tocado todos los palos. Curiosamente mis primeros dibujos de paisajes son del cementerio de Getxo. Para el año 66-67 ya andaba por los cementerios, de tal manera que alguno decía que estaba totalmente loco. Cuando preguntaban a mis amigos dónde está Joserra, les decían !Estará en el cementerio!…, El cementerio tiene unas esculturas muy buenas. A la tumba de los Basagoiti le puedes estar dibujando desde veinte ángulos un año entero y no has parado...” Pintó muchos paisajes de Getxo: “...Al principio no quieres que la gente te vea, así que empece a ir a Areatxu, Kantarepe, Arrigunaga, Azkorri, y caseríos ya desaparecido como Sagutxune…, es raro el año que no me paso por Túnel Boka, la Salvaje, tomando apuntes...”


Como decía al principio otra de sus facetas es la de escritor. Escribe sistemáticamente, tanto en sus cuadernos sobre viajes como otro tipo de literatura. Pero quizá la que mejor se acerca a su mundo interior , es la que surgirá tras la llegada a Frúniz: “...Vinimos a vivir en 1988, y es aquí donde empecé a desarrollar un mundo mágico que posteriormente convertiría en un libro, que publiqué en el 2011 “Berroiales”. Este cuento surge a partir de nuestra llegada a la “aldea”. Queríamos criar a los hijos en contacto con la naturaleza, y una de las oportunidades que tenemos los que hemos sido padres , es que los niños te trasladan a un mundo que a medida que te vas haciendo adulto lo pierdes, pero que es rescatable, si pones un poco de atención, porque ellos te lo descifran perfectamente.

En la soledad de esta aldea, con las inclemencias del tiempo, sin calefacción. Todo esto estaba salvaje, eran todo huertas y había un molino enfrente de nuestra casa. El misterio de las nieblas, la noche y los animales del bosque, los jabalíes venían y nos levantaban la huerta. Vivíamos en plena naturaleza y se va desarrollando una magia que iba a dar lugar esta historia.


Me comprometí con mis hijos a contarles un cuento todas las noches, antes de dormir, siempre que se hubieran portado bien durante el día. Habíamos descubierto un mundo nuevo donde vivían esos personajes. A la vez que les contaba el cuento yo iba diseñando los personajes. Eran del tamaño de un palmo, ese mundo nuevo era la intimidad del molino abandonado. El molino aún funcionaba, el agua corría por su túnel, la antepara se llenaba de agua, las ruedas giraban en el mismo, en las noches de invierno surgía un misterio, les hice creer que allí se movían unos personajes, que cuando les mirábamos se escondían, mimetizándose con la vegetación del molino, porque tenían un color verdusco…”


Así el cuento iba avanzando, y llenaba las noches de invierno con la fantasía de aquellos seres, poco a poco su hábitat, sus costumbres, sus personalidades empezaron a surgir: “...De vez en cuanto oíamos un sonido, un !Chop! en el agua, que la gente dice que son ranas, pero nosotros sabíamos que eran ellos. En ese misterio de los helechos, berros, del agua cristalina, de este río Butrón que movía el molino, aún sin contaminar, lleno de kiskallus y truchas, existían nuestros personajes.

En él desarrollo un mensaje ecológico. Estos personajes sólo podían vivir de los berros, y estos solamente se dan en aguas puras y cristalinas, describo con ellos la solidaridad, el altruismo, la bondad y la alegría. Manejé estos cuatro parámetros, para que su civilización, son una tribu que vive bajo tierra, y el sito más seguro que habían encontrado para vivir era bajo los molinos y las ferrerías. En los demás sitios corrían riesgo porque se labran las tierras, se hacen entresacas de árboles, crece el bosque y las raíces les entran en sus viviendas. Tanto convivir con ferrones y molineros llegan a tener con ellos una comunicación invisible, de tal manera que el molinero sabe que existe un problema en la parte más íntima del molino que se resuelve sola, llevando unas velas a la iglesia y rezando unas oraciones, pero eran los “Berroiales”, quienes arreglaban aquellos problemas...”


De esta manera Joserra Elorriaga crea un cuento que como he dicho anteriormente publicaría más tarde. Entre estos sucesos aconteció un hecho lamentable y doloroso que le llevó a crear una de sus múltiples esculturas, quizá la más sentida, una fuente estanque en memoria de uno de sus hijos, que falleció en un accidente de tráfico: “...Le hice ese estanque que está sin terminar como él, está lleno de vida, con peces, su estructura nos recuerda algo sin terminar, y viene a ser una lágrima roja, el estanque tiene esa forma, orientada hacia una media rueda de molino, dirección norte-sur...”

Sus cuadernos de viajes, que mencionaba anteriormente, son una auténtica maravilla de relatos y dibujos, en los que independientemente de ver muchas piedras y paisajes, va reflejando los lugares por los que pasa, y que le sirven, como apuntes en el tiempo, para desarrollar alguno de sus cuadros: “...El cuaderno es una cosa más viva que la fotografía, te hace estar más tiempo saboreando los viajes, la foto es un resultado instantáneo, sin embargo, el apunte al natural recoge “un momento”. El cuaderno te pide al llegar a tu alojamiento, donde estés, un desarrollo, sus historias, sus colores, es una ilustración entera...” En ellos, de sus recuerdos de Algorta ha ido describiendo lo que era más singular del barrio, sus rincones, sus gentes y costumbres:“...Empieza por las escaleras del tximbito, los bloques, el farero, la grúa Titan…” En definitiva una mina para una historia del barrio, contada por uno de sus vecinos.


Respecto a sus últimas incorporaciones de técnicas pictóricas responde que: “...Constantemente estás ensayando, también salen materiales nuevos, por ejemplo hay un óleo al agua, parece una contradicción y, sin embargo, se puede trabajar con ambos elementos. Los empastes que se pueden dar a un cuadro para que adquiera un relieve y otros efectos especiales comprenden toda clase de productos y químicas. Siempre me pregunto qué harían aquellos artistas del Renacimiento con los materiales y utensilios de hoy día En definitiva nuevas técnicas que para los profanos es “hebreo”, pero que para este artista getxotarra es el pan nuestro de cada día, que se puede resumir en su frase de despedida: “…..Como en la vida estás aprendiendo continuamente...”. Pero sus acuarelas hablan de su apego a nuestras playas, a nuestros rincones, a nuestro Pueblo.


Hasta aquí una entrevista con un hombre polivalente (otros dicen polimata), médico, pintor, literato, agricultor, montañero y algorteño de pro. Quedan muchas cosas que decir en el tintero, pero así es Joserra Elorriaga, el de la “Campa del Muerto”.

ITXAS GANE, LOS PARTES DE MONTAÑA -I-

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Itxas Gane, los partes de montaña es un relato de la actividad montañera del “Patronato Aldai”, que desarrolló la “Sociedad Itxas Gane”, que durante muchos años tuvo su sede social en un edificio singular, situado en la calle Caridad de Algorta.

Itxas Ganenace hacia finales de los años 40 en un edificio propiedad del Patronato Aldai, en la calle Caridad nº 3 de Algorta. En marzo de 1.954 escribió su primer reglamento que daba nombre a la sociedad como “Grupo Artístico-Excursionista Itxas Gane O.A.R.” (Organización Atlético Recreativa). Tenía entre sus actividades, tal y como figuraba en el artículo XXVII del mismo, un Grupo de Dantza, Teatro, Coro y otro dedicado a Excursiones y Montañismo. Fueron presidentes de esta sociedad en sus primeros tiempos: Juanjo Gainza, Jon Larrinaga, Eukeni Gallastegi, Josu Zubiaur, Txispi Uriarte, José Urrutia, etc. De esta sociedad ya hablé en mis entradas de junio del 2012 “Patronato Aldai, una historia de Algorta”.

Como decía, una de sus actividades estuvo ligada a la montaña. De ella surgieron grupos como el Scout y Etorkizuna, que dedicaron largas jornadas a la actividad montañera, y que muchos de sus socios y amigos, algunos de ellos ya ochentones, que protagonizaron aquellos días de estrecho contacto con la naturaleza, aún guardan en el recuerdo.


Una de las actividades relacionadas con la montaña eran los concursos llamados de “Los Cien Montes”, el de “Metros Libres” y el de “Travesías”. El Concurso de Cien Montes consistía en la realización de cien ascensiones a otros tantos montes diferentes, incluidos en el Catálogo de Cimas de Euskal Herria, el de Metros libres era una acumulación de metros de diversas cumbres, en el que valía realizar, incluso, varias ascensiones seguidas a un mismo monte “Serantes”. En estos concursos se realizaban unos despachos llamados “Partes de Montaña”, en los que se incluía una abundante toma de datos: Fechas de salida a la montaña, monte elegido, personas asistentes, recorridos y tiempos. En ellos, algunos imaginativos montañeros, describían el recorrido con todo lujo de detalles, incluso en algunos casos, con un plano detallado de la travesía. Estos concursos, recogidos en los partes, solían tener, al cabo de un año, un premio para los mejores; que en ocasiones fue repartido en la plaza de San Nikolas de Algorta.

Los partes y la actividad montañera, a la que voy a referirme, corresponden a los años 1955 a 1959 Componen un grupo de más de 340 ejemplares, y fueron realizados por miembros de “Itxas Gane”. Se han conservado estos partes gracias a un algorteño de pro, que los rescató de la basura.

El primero de ellos, que fue escrito ya hace 62 años, tuvo como protagonista uno de los montes de Triano el “Pico Mayor” (742), al que su autor Jon Nikolas adjudicaba 747 metros de altitud. La salida montañera se realizó la tarde del 13 de enero de 1955, en la misma participaron los socios Jon Arrinda, Jon Nikolas, Joseba Cortina (+), Koldo Urresti, Koldo Bengoa, Juanjo Gainza y Josu Zubiaur. Partieron desde Portugalete a las 15:45, y por la hora de llegada al Valle, debieron de llevar un ritmo frenético, o bien cogieron el autobús, ya que tal y como reflejaban en dicho parte, llegaron a las 16 horas y el recorrido es de 3,5 kilómetros aproximadamente. Koldo Bengoa, que se indicaba en el parte, realizó el recorrido a pie. Llegó al pie del funicular a las 17 horas. A partir de ese punto, juntos, subieron siguiendo la vía del funicular hasta la Reineta, recorrido que realizaron en 35 minutos; llegando al pie del pico “Peñas Negras” a las 17:20 horas, tan solo 25 minutos más tarde ya estaban junto al buzón de “Pico Mayor” desde donde, debido al fuerte viento, pasaron escasos minutos, iniciando el retorno a Algorta. Al pie del texto del parte, dibujaron un pequeño plano, con el recorrido que siguieron desde “Peñas Negras” hasta “Pico Mayor”, dejando a la izquierda el que denominaban como “camino nuevo”.


Dentro del Concurso de Monte Libres, es destacable por la extensa narración que realizó Jon Nikolas, muy dado a la literatura descriptiva, en el parte de montaña, de la salida del domingo día 22 de abril de 1956. El monte elegido, de carácter puntuable fue el Bizkargi (564 mts.). Los montañeros que participaron en aquella salida fueron Jon Nikolas y Javier Aginako. Como era habitual en la época, y así lo solían hacer constar en algunos partes, empezaban el día: “...Los mencionados participantes, después de oír la misa de la Adoración en la Iglesia de los R.R. P.P. Trinitarios de Algorta, salimos a las 5:30 horas de la mañana hacia Martiartu...” Pasaron junto al castillo a las 6:30, encaminándose a continuación hacía el monte Unbe (301), a cuyo alto llegaron a las 7:25. Desde su cima se podía ver perfectamente el camino a seguir, marcharon bajo unos árboles que marcaban la bajada hacia Lauro, pasaron junto a un grupo de caseríos, de esta población a las 7:45, camino del alto de Artebakarra (300) por cuya cima pasaron a las 8:15, desde allí bajaron a la carretera de Mungia, siguiendo el camino del monte Berreaga (363), en cuya ladera izquierda aprovecharon, según sus propias palabras: “...de 9 a 9:05 disimulamos el hambre con medio bocadillo, ya que había que hacer buena administración de los tres que teníamos entre ambos…, por hacer caso de Javi, dimos una vuelta más que regular entre espinos y zarzas, que me dejaron las patas hechas cisco por los arañazosCon un hambre que me atenazaba el estomago, que no era la mía, sino mucho mayor, sin apenas poder saborear el paisaje porque era difícil digerirlo de tanto color verde, llegamos a la cruz del “Gaztelumendi” (323) a las 10:10, donde dieron cuenta de otro de los bocadillos. Seguía la descripción: “...Cinco minutos de reposo y de oración para no desfallecer del apetito durante el resto de la marcha y en media hora bajamos a la carretera de Morga, frente a la ermita de San Salvador...” A partir de ese punto comenzaron la subida hacia el monte Bizkargi, donde llegaron a las 11:30. Estaban ateridos por la fina niebla que envolvía la cima. En veinte minutos saborearon el último bocadillo que les quedaba: “...a chupaditas para que durase más. Este era de queso. A las 11:50, en compañía de un bertsolari de Amorebieta, bajamos en dirección al pueblo de Garcia Ariño, escuchando los bertsos de un “veje bonachón” de sesenta y tres años, que nos iba recitando en un euskera erderizado para que nos fuera más fácil de coger el sentido, ya que le dijimos que estábamos estudiando la lengua de nuestros bisabuelos...” Tras mantener una breve conversación en euskera con su acompañante, quien le indicó la mejor forma de llegar a casa, llegaron a Amorebieta a las 13:15, allí cogieron el tren de las 13:50 para Bilbao. La nota más característica del día, a decir Jon fue: “…!Hambre…, hambre..., mucha hambre!…”



En la próxima entrada seguiremos viendo otras ascensiones a los montes de aquel concurso.

ITXAS GANE, LOS PARTES DE MONTAÑA -II-

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Siguiendo con las actividades montañeras de “Itxas Gane”, en esta entrada iremos viendo algunas de las salidas, que conseguirían coronar algunos montes bizkainos.

Otros montes de mayor altitud también fueron protagonistas de aquellas salidas montañeras. Y su duración era de mayor tiempo, para todo el día, fue el caso del “Concurso de travesías”, que el domingo 13 de mayo de 1956, transcurrió entre Sodupe y Areta, con la ascensión a los picos “Galarraga” (901) y “Goikogane” (702). Fue uno de los partes de montaña, que con más lujo de detalle y descripción llenaron, Koldo Urresti, Joseba Cortina (+) y Josu Zubiaur. Esa travesía comenzaba a las 7:33 de la mañana, con salida desde la estación de Algorta; el siguiente tren partiría desde Bilbao hacia Sodupe a las 8:30 horas, llegando a esta última estación a las 9:10 horas. La travesía comenzó a las 9:15 horas, partiendo de dicha estación, camino de los caseríos de Elubarri, para comenzar la ascensión hacia el alto de Sagarminaga; la llegada al alto fue a las 9:40 horas, desde allí avanzaron hacia las faldas del monte Galarraga. El horario de la ascensión estaba perfectamente detallado en aquel parte de montaña, el último tramo, que iniciaron a las 10:25 tenía según describían: “...una durísima pendiente...” Hicieron cumbre a las 11 horas, habían invertido desde su salida de Sodupe 1 hora y 45 minutos. Tras una hora de travesía hicieron un descanso para reponer fuerzas: comieron un bocadillo y partieron a las 12:30 hacia las faldas del monte “Kamaraka” (782), a cuyo buzón llegaron a las 12:45, tras descender un trecho para situarse en las faldas del “Goikogane” (692), hicieron la última cumbre de la travesía a las 13:10. Desde ese alto se podían divisar a sus pies dos pueblos de la orilla del Nervión, Miravalles y a su derecha Areta punto final de la travesía, para llegar a este último pueblo descendieron por un camino que atravesaba un gran pinar, situado en la falda derecha del monte, mirando hacia Miravalles. A Areta llegaron a las 13:45 tras haber realizado una travesía de 4 horas 35 minutos.


Algunas de aquellas travesías tenían comentarios poco edificantes para los delegados de montaña, como la que efectuaron el día 15 de julio de 1956, desde Algorta a Loyola. Recorrido que realizaron Jon Landeta y Jon Nikolas, pasando por el Monte Oiz (1.032). La descripción de este último sobre el recorrido es casi novelesca. Comienza el relato con sus sensaciones antes del amanecer: “...Inquieto por el tiempo me levanté temprano, eran las cuatro y cuarto de la mañana del día 14 de julio, durante toda la noche había diluviado abundantementeA las cinco de la mañana partí con Jon Landeta para una travesía que iba a durar dos días…El camino por la carretera de Fadura hacia Jolaseta no nos reservó ninguna sorpresa, por ser bastante conocido para nosotros...” Para evitar mojarse caminaron por la carretera en lugar de hacerlo por el monte como habían pensado en un principio. Su primera parada fue en una tasca de Zamudio donde desayunaron, eran las ocho de la mañana, desde allí continuaron hasta Larrabetzu, por la carretera de Morga, desde donde por la carretera de Morga llegaron a Goikolexea, mucha sed debían de tener, puesto que hicieron una nueva parada, esta vez en la tasca de Loroño. Desde ese punto, y para evitar subir por la carretera al Bizkargi !no entraba en sus planes acceder a esa cima!, siguieron por detrás de la iglesia por un camino de carros por la que se subía hasta los últimos caseríos de Larrabetzu. Al final de dicho camino, les indicaron que para seguir hacia Garaitondo, que era la mejor vía para llegar al alto de Autzagane, debían de bajar una barranca que atravesaba el río, estaba próximo a una carretera vecinal que conducía hacia Amorebieta.


Siempre sin perder la altitud caminaron por la crestería próxima al Bizkargi pasando por un pinar, junto al que había varios caseríos. Desde allí fueron hasta un grupito de casas que conformaban el pueblo de Garaitondo. Bordeando los montes que se hallaban frente al Bizkargi, pasaron junto a una trituradora de tierra caliza, que estaba situada en la cima de la carretera que unía Amorebieta con Gernika. Llegaron al alto de Autzagane a las doce del medio día, la lluvía intermitente les obligo a para en dicho punto, lo que aprovecharon para almorzar en una pequeña tasca. A la una y veinticinco continuaron el camino, atravesando varios pinares, en dirección al monte Oiz, por la carretera que unía Meñaka con las faldas de dicho monte. Evitaron seguir caminos que iban dando vueltas, y para acortar decidieron seguir todo recto hacia la cima del monte. Por culpa de la intensa lluvia que estaba cayendo, tuvieron que cobijarse en una iglesia, desde la dos y diez hasta las seis de la tarde, pero ni el agua ni la niebla les arredraron, y decidieron seguir el camino, pero finalmente fue la intensa niebla que se estaba echando la que les hizo tomar la sabia decisión de bajar. La zona por la que transitaban, llena de zarzas, espinos, arroyos y barrancos, así hacía aconsejar. Se estaba echando la noche encima, su cielo se abrió al divisar a lo lejos una chabola de pastores, pero no disponía de un lugar donde hacer fuego, era de dimensiones muy reducidas, y en el exterior era imposible debido a la lluvia. Para orientarse subieron hasta una cima cercana, la del monte “Jaundiolamendi”, desde la cual se veía Berriz, pero esa población no entraba en su ruta, por lo que optaron por retornar a la chabola. Mientras bajaban, vieron a varios individuos. Les llamaron a gritos Al ver que les contestaban, se dirigieron hacia su posición para pasar la noche en la chabola, en la que cenaron. Sintieron durante toda la noche como la lluvia caía sobre el maltrecho tejado. Tras pasar la noche, iniciaron la ascensión al monte Oiz, hicieron cumbre a las 7 de la mañana. Desde donde afirmaban: “...El paisaje que se divisa es como para continuar describiendo detalles de tanta grandeza en sentida loa por la naturaleza que le rodea...” Si embrago, mostraban prisa por llegar para entregar los partes de montaña, afirmando que: “...tengo prisa por entregar estos partes, ya que los delegados de excursiones y montaña son unos pijos, me reservo mi propio éxtasis para dulcificar mi propio anhelo...” Siguiendo siempre hacia las crestas que tenían enfrente, llegaron encima de la carretera de Ermua, donde a través de un pésimo camino se dirigieron hacia Eibar. Tardaron en llegar media hora, y como era costumbre en la época, tras oír misa, siguieron carretera por Elgoibar hacia Azpeitia. Continuaron hacía su objetivo final: Loyola. Llegaron a las tres y diez de la tarde. Esta fue una travesía accidentada por la inclemencia del tiempo, que realizaron dos solitarios montañeros de Itxas Gane.


Los montes libres era una de las especialidades del concurso de montaña. A ella dedicaron su tiempo muchos montañeros de Itxas Gane. Una de esas salidas fue la realizada el día 22 de julio de 1956, el monte elegido fue el “Ganguren” (479). En la misma participaron: Nati Arzubiaga, Blanqui Hinojal, Julita Intxausti, Miren Bilbao, Mari Luz Learra, Begoña Ezkurdia, Mari Asun Tubet, Mertxe Izkoa, Begoña Uriarte, Emili Uranga, Aintzane Solozabal, Juan José Gainza, Eukeni Gallastegi, José Etxaniz, Koldo Urresti, Iñaki Uria, Luis Jesús Saitua, Jon Landeta, Jon Nikolas, Juan Mari Lores, Javier Aginako y Rafael Artabe. Aquel día la expedición salió de Algorta en tren a las 15:23 horas. Llegaron a Santa Marina a las 15:45, hicieron cima en el buzón del Ganguren, depositando su tarjeta, a las 16 horas.

Algunos de estos montañeros fueron los que ascendieron, poco tiempo después, un 26 de agosto de 1956, al macizo por antonomasia de Bizkaia, el monte Gorbea (1.475). Formaban parte de aquella expedición: Maria Ángeles Huerga, Miren Bilbao, Mari Asun Tubet, Mari Luz Learra, Nati Arzubiaga, Mari Cruz Manso, Begoña Ezkurdia, Iñaki Uria, Iñaki Amas, Jose Etxaniz, Vicente Huerga y Koldo Urresti. El itinerario y sus tiempos quedaron reflejados en el parte de montaña, que entregaron a su llegada a Itxas Gane: Salieron desde Villaro a las 7:20 de la mañana, pasaron por Karkabitxueta a las 8:35, con buen paso llegaron al refugio de Zabal-Ugarte a las 8:45, desde donde salieron tras realizar un pequeño refrigerio a las 9:50, a las 10:40 pasaban por la Campa de Arraba, llegando a Egiriñao a las 11:05, tras descansar veinte minutos partieron hacia la cima, llegando a la Cruz del Gorbea a las 11:50.


Pero siguiendo con las travesías y la literatura que algunos mendizales, realizaban sobre ellas, otra de las que merecen ser recordadas, por lo detallado del plano del recorrido, es la que realizaron el 3 de marzo de 1957. Se trataba de una marcha desde Zeanuri hasta Abadiño, pasando por el monte “Saibigain” (937). En la misma participaron: para el concurso de travesías, Imanol Sopelana, Juanjo Gainza, Joseba Cortina, Eukeni Gallastegi, Jon Nikolas, Josu Zubiaur; para el de montes fijos, Nati Arzubiaga, Mari Luz Learra, Jasone Agirre y Maria Asun Tubet; y para el de metros libres, Patxo Jimenez. El recorrido y los tiempos de paso por los distintos puntos de la marcha quedaban recogidos en el parte de montaña: Salieron de Zeanuri 10:10 por el camino que condece a la escrita de Alzusta, donde llegaron a las 10:45: de allí partieron a las 11:45 hacia el alto de Altungane, cerca ya de la cima desayunaron junto a una caseta; bordeando una pequeña colina se dirigieron hacia la carretera que lleva de Dima a Otxandio, paso que cruzaron a las 12:15; continuaron tras cruzar un riachuelo a las 12:40 camino de la cima del monte Saibigain (937), donde llegaron a las 13:10; tras abandonar la cima se dirigieron a Urkiola, donde llegaron algo antes de las 14:00. Tras descasar para comer, partieron de esta localidad a las 17:00. El recorrido Urkiola-Abadiño lo realizaron por separado, pasando por Intxalde sobre las 18:20, el paso de Atxarte lo cruzaron a las 18:50, siguiendo hacia Mendiola donde llegaron a las 19:00 y finalmente recalaron en Abadiño a las 19:30. Habían invertido en el recorrido un total de 4 horas y 5 minutos. Junto al parte de montaña dejaron un croquis del recorrido que parecía un plano de cartografía.



En la próxima entrada seguiremos viendo otras ascensiones a los montes de aquel concurso.

ITXAS GANE, LOS PARTES DE MONTAÑA -III-

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El “Amboto”, la morada de “Mari”, que como dice la leyenda atrajo al joven pastor “Antxon”, de la misma forma siempre ha sido uno de los lugares de peregrinación de los montañeros vascos y como no podía ser menos, también de los de Algorta. Ese fue el destino un 19 de marzo de 1957, de dos socios de Itxas Gane: Joseba Cortina y Josu Zubiaur. Partieron de Abadiño a las 08:15 de una fría mañana, tomaron la carretera de Mendiola-Atxarte por donde pasaron a la 08:55, llegando al Santuario de Urkiola a las 9:55, la distancia que separaba este Santuario, hasta el “Collado de Santa Barbara”, la atravesaban en poco más de una hora, llegando a las 11:10, a continuación hicieron dos picos: al buzón del “Kurutxeta” (1.214) llegaban a las 11:55 y al de “Elgoin” (1.243) a las 12:20; por fin, tras una dura subida, llegaban al “Amboto” (1.331), desde esa montaña tomaron el camino hacia “Urkiola” donde llegaron a las 12:45, desde allí retornarían a Abadiño.


Algunas travesías, eran frecuentemente realizadas, solo por una o dos personas. Dentro de los partes de montaña correspondientes a las marchas de carácter libre, una de ellas, que solía realizarse con cierta frecuencia, incluso en las marchas reguladas, era la Travesía “Algorta-Martiartu-Pozozabale-Santa Marina-Larrabasterra-Azkorri-Algorta”. Esa marcha se realizó el día 18 de abril de 1957, en ella participaron, entre otros: Mari Eguizabal y Eloi Gallastegi. La salida se realizo desde “La Cadena” (Algorta) a las 8:10 de la mañana, la ruta transcurrió por Fadura hasta llegar al molino de Bolunzarreta 8:30, desde allí se dirigieron a “Martiartu” donde llegaron a las 8:55, por “Eguzkieder” (Pozozabale) pasaron a las 9:40, atravesaban el alto de “Muñarrikolanda” a las 10:10, la “Cruz de Santa Marina” era visitada a las 10:35, atravesaron “Larrabasterra” a las 11:13, siguieron hacia “Azkorri” por Zientoetxe donde llegaron a las 11:33, finalmente retornaron al punto de partida a las 12:20.


El “Serantes” (452), ese viejo y apetecido monte, a pesar de su último repecho, situado sobre Santurtzi y Zierbena, puntuaba para los “Montes Libres”, hacia el se dirigieron un 19 de febrero de 1958, Sabin Gallastegui, Joseba Lazcano, Charo Boch y Begoña Ezcurdia. Partiendo de la Estación de Santurtzi a las 09:35, fueron dejando los tiempos que tardaron en realizar la ascensión; a las 9:43 pasaban por Mamariga, cruzaban las runinas del fuerte a las 10:20, llegando la la cima a 10:30, tras dejar la tarjeta en su buzón, y realizar un pequeño descanso, comenzaron la bajada tan solo un cuarto de hora más tarde.

De los montes de la margen izquierda, uno de los más visitados, por los montañeros de “Itxas Gane”, fue el “Arroletza” (454), no era de los grandes pero su subida desde Santa Agueda, era muy apetecida para el concurso de los montes “libres”. La salida fue un día frio y triste de un 9 de febrero de 1958, a las 9:05 de la mañana tomaban el tren en la estación de Algorta destino Lutxana-Erandio, un nutrido grupo de mendizales: Lide Basarte, Asun Tubet, las hermanas Iciar y Julita Inchausti, Begoña Ezcurdia, Mari Luz Learra, Conchi Bilbao, Javier Aguinaco, Julio Turrez, Jose Antonio Zalduegui, Juan Larrondo, Gaizka Gallastegui, Jose Mari Mendizabal, Jose Mari Eguizabal, Jon Nikolas, German Garamendi y Joseba Cortina. Llegaron en el ferrrocarril a las 9:30 a Lutxana, desde la estación fueron andando hacia el pasaje de la ria, embarcaron en un viejo bote de madera, el botero con un ruido cadencioso, fruto del rozamiento de los estrobos contra los toletes, palada a palada les condujo a la otra orillas, a Lutxana-Barakaldo, tardaron escasos diez minutos en realizar ese recorrido. Con paso raudo se dirigieron hacia Cruces, donde llegaron a las 10:15; desde allí atravesando “Basatxu” se dirigieron hacia el cruce de caminos que conducía al “Arroletza”, eran las 11:00 horas, tan solo les faltaban diez minutos para llegar a la cima.


Algunas salidas eran firmadas, y así aparecía, por tan solo un montañero, aunque en este caso dudo, que no fuera acompañado por otros mendizales. Se trataba de Josu Zubiaur. El 20 de julio de 1958, les tocaba atacar al monte de Gatzaga “Aizorrotz” (736), aunque en el parte figuraran 850 metros. Se trasladaron a Gasteiz, desde donde cogieron el ferrocarril que iba a Leintz-Gatzaga, que salía a las 10:45 del centro de Gasteiz, llegando a Gatzaga hacia las 11:19. Para atacar esa cima, partieron desde Leintz-Gatzaga a las 11:20 de la mañana, subiendo hacia el alto de Arlaban, tras cruzar las vías del ferrocarril, se dirigieron por el alto de Arlaban hacia la carretera que conduce a Eskoriza, pasaron por unos caseríos y un manantial, frente a Zarimutz, que reflejaban en el mapa que acompañaba al parte de montaña, comenzando la ascensión hacia el “Aizorrotz”, llegaron a la ermita junto a la cumbre a las 14:20, desde allí nuevamente por la carretera anterior, se dirigieron hacia Venta Fría (Alto de Arlaban), a donde llegaron a las 18:00, se trasladaron a Felix-Enea en Gatzaga, para coger el tren de las 21:05 que les conduciría a Gasteiz donde llegaron a las 21:55.

Fue una época en que la montaña era algo más que una afición, que condujo a las cumbres de Euskal Herria a centenares de montañeros de Getxo, Itxas Gane fue uno se sus referentes. Si nos atenemos al conocimiento, porque vivimos la época, o a las fotografías de esos días, podemos concluir que las ropas que utilizábamos para el monte eran muy básicas, en general se limitaban a pantalones de mahón, y como chamarra se utilizaba una prenda a cuadros, verdes y negros para los chicos y granates y negros para las chicas, aunque las últimas también utilizaban la de los primeros, eran más escasas otras prendas de paño acolchadas, pero en general de escasa protección contra la lluvia, luego salieron los impermeables de nylón “piumadoro” igual de inútiles ya que el agua penetraba hasta nuestros huesos; el calzado era quizá la parte más penosa, las botas “chirucas”, un calzado de batalla que fue símbolo de toda una generación, cómodas para andar pero increíblemente permeables a la humedad, aquellos sencillos calcetines blancos de lana, que cubrían pies y la parte baja de los pantalones, en cuanto llovía un poco se convertían en un lastimero trapo frio, que dejaban nuestros pies ateridos de frío; algunos cubrían sus cabezas con una txapelas (boina de lana) en general de color negro, no era habitual ver pasamontañas.


Días de montaña que se disfrutaban, muchas veces con la compañía de Txistularis, muchos de los mendizales a su vez formaban parte de los grupos de dantza de las diferentes sociedades. Por lo que no era extraño que en algunas salidas, más numerosas, se bailaran en medio de poblaciones o campas jotas y espatadantza.

La entrega de premios al cabo del año, era uno de los momentos más esperados, se realizaban en diversos sitios entre ellos Butrón y Lukiz, pero los más sonados de Getxo eran los que se entregaban en la plaza de San Nikolas de Algorta, que tenían como escenario el quiosco de la plaza, que entonces estaba junto al frotón. Michas veces la presencia de algún sacerdote era salvadora, ya que ciertas “autoridades poco democráticas” trataban de impedir la asistencia a determinados actos festivos.


El medio de transporte más habitual era el ferrocarril, aunque para ir a determinados sitios, a veces, era necesario recurrir a rudimentarios autobuses y tranvías como el de Arratia, escasas veces se recurría al coche, era un medio casi incipiente.

En uno de los partes de montaña de 1956aparecía una extensa relación de aquellos montañeros de la primera época, que un 6 de mayo ascendieron al “Bizkargi” (563), relación que deseo incluir al finalizar esta entrada, y cuyos nombres recojo fielmente, tal como se transcribieron: Emilia Uranga, Mari Carmen Oregui, Juanjo Gainza, Jon Nicolas, J. Manuel Aguirre, Joseba Cortina, Josu Zubiaur, Iñaki Laraudogoitia, Omanol Garate, Jon Larrinaga, Jon Uriarte, Gotzon Garamendi, Eukeni Gallastegui, Gaizka Gallastegui, Sabin Gallastegui, Jose Ramón Campos, Koldo Urresti, Iñaki Uria, Javier Artolozaga, Patxi Camiruaga, Iciar Inchausti, Julita Inchausti, Mari Cruz Inchausti, Miren Bilbao, Angeles Huerga, Nati Arzubiaga, Mari Luz Learra, Begoña Ezkurdia, Garbiñe Aguirre, Jasone Aguirre, Begoña Learra, Carmen Turrez, Edurne Camiruaga, Miren Bengoechea, Begoña Zulueta, Edurne Garate, Nati Soler, Iciar Iturregui, Mari Cruz Manso, Josune Azcorra, M, Paternain, Miren Oregui, Javier Aguinaco y Miren Maguregui.


Con esta entrada termina este pequeño repaso, de una de las actividades más lúdicas, de la Sociedad “Itxas Gane, GAE del PA”, que era como aparecía en el anagrama de su escudo, y que significaba “Itxas Gane, Grupo Artistico Excursionista del Patronato Aldai”, que generó a mediados del Silgo XX (1956 al 1959) una intensa actividad montañera. Aunque en la siguiente entrada, recogeré algunos datos de la actividad de una nueva generación de mendizales durante los años 60-70.

ITXAS GANE, LOS PARTES DE MONTAÑA y -IV-

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Esta última entrada sobre “Itxas Gane y los Partes de Montaña” recoge algunas de las actividades de una nueva generación de mendizales durante los años 60-70.

Aquel grupo alpino, que en marzo de 1.954 creó su primer Reglamento bajo el nombre de “Grupo Artístico-Excursionista Itxas Gane O.A.R.”. Ya para los años 70 había cambiado el formato del “Parte de Montaña”. Ahora reunía más datos referidos a las fechas oficiales de la Sociedad, además de recoger las principales actividades montañeras “15 Montes Fijos”, “8 Travesías”, “15 Montes Libres con 3 de más de 1.000 mts.” y el Concurso Infantil de “10 Montes Libres con 2 de más de 1.000 mts.”.

Otra de las opciones era el concurso denominado “Recorrido de los Cien Montes”, la “Federación Vasco Navarra” en una publicación de 1956 titulada “Catálogo de Cimas para el Recorrido de los Cien Montes”, daba una relación de las cimas puntuables; en ella incluía algunos montes de provincias periféricas (Burgos, Cantabria, Rioja..). En aquella edición se incluía la reglamentación y bases para el concurso, así como las cimas incluyendo su altitud, toponimia y mapas de situación, según indicaban en su prologo: “...Nuestro recorrido de los cien montes se basa en el conocimiento completo de la topografía de la provincia, en la forma de practicarlo, anteponiendo la constancia a la velocidad…” 


En la relación de montes que acompañaban a dicho catálogo aparecían cien alturas de Bizkaia, por orden alfabético, encabezaba aquella relación el “Aitz-Tiki” (732) cuyo acceso indicaba se realizaba desde Izurza (Abadiño); siendo el de mayor altitud el “Aldamin” (1362) situado en el macizo del Gorbea, y cuyo acceso aconsejaban realizar desde Zeanuri. En un mapa geográfico indicaban la situación de todos ellos, entre los que se encontraba los más próximos a nuestra localidad: el “Ermua” (290) en Arminza, “Munarrikolanda” (255) en Berango y “Unbe” (301) en Loiu. Le acompañaban pequeños mapas tridimensionales que facilitaban los accesos a las cumbres seleccionadas.


El concurso consistía en la ascensión a cien montes diferentes durante un periodo de cinco años consecutivos, sin que el tiempo utilizado excediera de 10 años. Los participantes debían tener la tarjeta de montañeros federados. Las cimas elegibles eran las establecidas en aquella publicación, el máximo de montes realizables era de uno por día. La consecución de aquellas diez cimas otorgaba el derecho a ser admitido en “La Hermandad Vasco-Navarra de Centenarios Alpinos”, para ello era necesario enviar a la federación una relación de las cimas conseguidas detallando la fecha, montaña ascendida y altitud, y el número de tarjeta como federado, en un documento que se remitía a la federación y que empezaba: “...Al hermano mayor de la Hermandad de Centenarios...” Aquel trámite otorgaba el derecho a pertenecer a la “Hermandad de Centenarios Montañeros” una vez fueran declarados finalistas por la federación. Algunos montañeros de Algorta tienen 7 centenarios, es el caso de José Manuel Basterretxea “Ritxi”.


Algún vecino de Romo lleva realizados 12 centenarios, es el caso de Felipe Trincado que junto a su esposa María Dolores Santurtun, cuatro veces centenaria, forman un equipo de octogenarios, antiguos montañeros de “Itxas Gane”, que recorrieron las principales cimas establecidas por la federación para entrar en la “Hermandad de Centenarios”. En el caso de Felipe su primer centenario lo realizó cuando pertenecía al “Grupo Alpino Industrias Aguirena,S.A.” en 1958, el primer monte al que ascendió fue el “Ganekogorta” (999 mts.) un 12 de febrero de 1.958 y el último un 19 de noviembre de 1.967 en que ascendió al alto de “Murga” (606) en el macizo del Gorbea, en ese periodo de tiempo, en los cien montes, había ascendido una suma de (83.688). En su sexto centenario, el 3 de enero de 1.988 ya como socio de “Itxas Gane”, ascendió en primer lugar al monte “Artesa” (Elimendi) en Nafarroa de (1.133 mts.). Terminaba su trayectoria de montañero centenario el 27 de diciembre del 2011, con el el monte “Garbea” (718), la cumbre más oriental de los montes de Ordunte. Entre los macizos de alta montaña había ascendido entre otros al “Mulhacen” (3.478) y “Veleta” (3.407) en 1.969, en 1982 lo hizo cima en el “Monte Perdido” (3.335). Su esposa Dolores Santurtun con sus cuatro centenarios conseguidos con “Itxas Gane”, comenzaba un 7 de enero de 1.983 ascendiendo a la “Cruz de Motriko” (851), y terminaba su cuarto centenario en el “Moratza” (1.058) en la Sierra de Portilla (Araba).


En la relación que facilita dicha hermandad aparecen otros montañeros de Itxas Gane Koldobika Urresti con (1), José Ángel Urrutia (1), Rufino Yarza (1), Juan Miguel Artabe de Luzuriaga (1), Jose Ignacio Bilbao Rasines (3), Jose Luis Garay (3) y Jose Antonio Mendizabal (3).

Se creó la “Tarjeta para los Concursos de Montaña” para introducirla en los buzones de los montes. Esta era de menores dimensiones que la anterior con forma de carta. Las tarjetas eran introducidas por cada montanero en los buzones de los montes fijados para los distintos concursos, rellenado previamente los datos del monte, altitud, hora y día, nombre del participante, dicha tarjeta se terminaba de cumplimentar por el club al que perteneciera el montañero que la recogía del buzón, que indicaba en la misma sus datos y el club al que pertenecía, haciendo entrega de la misma en su propio club.


A Itxas Gane llegaban tarjetas de otros clubs; al llegar el mes de enero se clasificaban las tarjetas por clubs, y en un documento al que se llamaba “Saluda” que empezaba: “...el presidente de Itxas Gane saluda al presidente de (el club al que pertenecieran las tarjetas), y le envía las tarjetas recogidas por nuestros montañeros durante el año en curso...” Cada club certificaba de acuerdo con las tarjetas, de los montañeros federados, que habían participado y realizado las cumbres de los diferentes concursos y se enviaban a la federación.

Dentro de las actividades que la sociedad tenía a lo largo del año estaban la “Fiesta de Finalistas” que se celebraba el 11 de mayo; la “Misa en Amboto” en recuerdo de los montañeros fallecidos en esa montaña que se realizaba el 4 de junio; los “Campamentos Sociales y Regionales” que se celebraban del 15 al 18 de junio; el “Dia del recuerdo en Betsaide” que era el 17 de septiembre, ese día se recordaba a los montañeros que habían perdido la vida practicando esa afición, tradición que está en vigor desde 1955; y el acto más multitudinario de la sociedad la “Marcha Regulada” que el 8 de octubre de 1972 celebraba su IX edición.

Entre los meses de junio y diciembre de 1972, dentro del “Concurso Infantil de 10 Montes Libres”, se realizaron dentro de ItxasGane 8 alturas de más de 1.000 metros, entre ellas estaban Amboto, la Mesa de los Tres Reyes, el Anie. Para adultos en “15 Montes Fijos” entre marzo y junio se realizaron 3 montes de más de 1.000 metros y 10 de menos de esa altura, entre ellos estaban el Akaitz de Oñati y el Palomares de Lagran. Entre los “15 Montes Libres” se habían realizado entre los meses de enero y mayo 15 ascensiones, entre ellas estaban 3 de más de 1.000 metros, el Cervera, Urieta y Yoar, y 12 menores de esa altura: el Yandiola, Saibigain y Irukurutxeta.


La relación de sociedades de montaña federadas era extensa, y nos da una idea de la afición existente en el año 1968 la relación de Sociedades de las provincias de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa publicada por la federación. En Arabaexistían 7 sociedadesentre ellas “S.E. M. Iradier”, que tenían expedidas un total de 764 tarjetas federativas y le correspondían 33 votos en la asamblea de la federación; en Gipuzkoa 51entre las que se encontraban “G.M. Pol Pol”, “C.D. Anaitasuna”, “U.D. Aretxabaleta”…, que tenían expedidas un total de 3.294 tarjetas federativas y le correspondían 151 votos; Bizkaia contaba con 30sociedades federadas entre ellas “Itxas Gane”, “C. Deportivo”, “Ganerantz”, “Ganguren”, “Padura”, “Tavira”…, que tenían expedidas un total de 2.257 tarjetas federativas y le correspondían 106 votos. Nuestra sociedad “Itxas Gane” tenía 70 federados y le correspondían 3 votos en la asamblea de la federación.

La seguridad en la montaña siempre fue un elemento a cuidar. Eran años en los que el teléfono móvil y el Gps no existía, y al igual que actualmente muchos montañeros y seteros utilizan un silbato para fijar su posición, algunos mendizales de esa época iban provistos de un silbato, sobre todos los provenientes del Scout. Es por eso que entre las utilidades para socorro de montañeros perdidos, se incluían en las tarjetas de los Partes de Montaña consejos para la seguridad en el monte, uno de ellos era de gran utilidad, sobre todo en los días de niebla o en caso de accidente, consistía en realizar con un silbato seis pitadas con pausas de 10 segundos, cada grupo de pitadas iba seguido de un momento de silencio; la respuesta en caso de ser el receptor de una de esas llamadas consistía en tres pitadas con pausas de 20 segundos entre pitada y pitada seguidas de un minuto de silencio.


Tras la primera generación de Itxas Gane, la de los años 50, quedarían como enlace con la siguiente alguno de los montañeros de esa época, entre ellos estaban Javi Aguinaco, Julio Turrez, Jose Urruria. La actividad relacionada con la participación de la vida social de la Sociedad no era tan intensa como cuando se creó, se seguían haciendo salidas al monte pero tras crearse el Socut y ocupar en 1960 el ático, su propia dinámica les llevo a funcionar de forma autónoma, por lo que parte de aquella juventud que antes acudía como uno solo a las llamadas a la montaña, ahora quedaba dividida en dos dinámicas diferentes, al menos así lo expresan algunos de los que en esos años tuvieron cargos de relevancia en Itxas Gane.

Otro de los grupos que funcionaban era el de dantza que encabezaba Juan Antonio Ayo “Basilio”, en el que participaban Tomas y Josetxu Lekanda, Joserra Elorriaga, Jose Ignacio Franco “Tanasio”, Jaime Ayo, Joseba Bueno, Patxo Zarraga, Iñaki Sarria, Luis Jesus Saitua, algunos de los cuales también habían pertenecido al Scout, que también participo de las salidas al monte y las excursiones. Esta últimas eran muy entretenidas ya desde su gestación, aquellos autobuses de dos pisos llamados “de las lecheras”, porque solían llevar las cantimploras en una zona de la parte superior del segundo piso, que estaba descubierta. Estos autobuses eran contratados en la plaza de la Encarnación de Bilbao.


Las marchas reguladas fueron, al igual que en la primera época, otra de las actividades que más montañeros atraía. Una de ellas que figura en el plano realizado por “Itxas Gane”, corresponde a los años 70, partía de la estación de Algorta y por Fadura se adentraban hacía los depósitos de aguas de Getxo, subiendo por Sustatxa seguían hacia Muñarrikolanda llegando a las Peñas de Santa Marina (Urduliz) donde se realizaba el primer control, seguía ascendiendo al monte “Gane” (188) donde se realizaba el segundo de los controles, para dirigirse por la “Ermita de San Andrés” de Sopelana dirigirse por Larrabasterra hacia “Kurtxe” (Getxo) donde se realizaba el tercer control, desde allí seguían por Azkorri hacía un punto que llamaban “Alto de Rivas” (punto alto del deposito de aguas) y siguiendo por el paredón llegaban por el cementerio de Getxo al molino de Aixerrota, desde allí y bajando por la playa de Arrigunaga se dirigirían al punto de llegada la “Sociedad Itxas Gane”. De aquellas marchas y concursos sobre estas líneas podemos ver algunos de los premios que se repartían, repartos que como decían anteriormente se realizaban en la propia sociedad.

Hasta aquí una reseña de aquellos días de largas caminatas, de amistad, en medio de un tiempo frio, que una actividad verde, llevó a nuestros jóvenes corazones, alegría y aventura en la montaña, y que pocos años más tarde otros pudieron disfrutar, aunque ya no era igual, había dejado de ser una actividad casi militante.

LA ACADEMIA SAN IGNACIO

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A pesar de que mi entrada “Las Fiestas y la Plaza de Alango” del 15 de mayo del 2013, causó un encendido debate sobre si el nombre de la cofundadora de la “Academia San Ignacio”, también conocida como “Academia Bidegorri” era Amalia o Amelia. Estas diatribas generalmente buscan el contraste de pareceres, sobre todo cuando están sacadas de la memoria oral, para entre todos recobrar las pequeñas historias que forman parte del devenir de los tiempos de los barrios de Getxo.

Me atreveré a traer nuevamente esta academia a mi Blog en una mezcla de tiempos y recuerdos de alumnos que asistieron a ella. El centro nace en la calle Marticoena de la mano de Amelia Bidegorri y de Mari Andikoetxea. De allí se traslada a la Plaza de Alango ocupando la vivienda de Amelia. Como decía en mi anterior entrada, en la fotografía que encabeza este artículo, a la derecha del Caserio Santukudonde vivió el futbolista del Getxo y más tarde del Athletic de Bilbao, Javier Hormaza, se ve una parte del edificio que ocupaba la academia. En la planta superior vivía el Comandante Scanelles; en el primer piso se ubicó la academia; abajo en la bodegase encontraba la carpintería Bidegorri.


De la década de los 50 al 60 alguno de sus ilustres alumnos decía: “...Mi educación infantil fue entre monjitas de La Caridad y el bachiller en el famoso “centro de acogida o campo de concentración y exterminio de neuronas virginales”, conocido como "Academia Bidegorri". Este nombre significa “Camino Rojo” y al terminar el periplo de unos años, estaría totalmente convencido de que no existía mejor calificativo para semejante antro educativo…”

Pero como para gustos están hechos los colores, otro de aquellos alumnos, me comentaba recientemente en un correo electrónico: “...Creo que entre padres, hijos, hermanos y sobrina (hablo de l@s Bidegorri), yo me quedo con Amelia (la original) y María Andikoetxea que era la socia de Amelia Bidegorri. Eran maestras de época, y sus métodos de enseñanza no tenían parangón en toda la zona (Getxo y sus alrededores). Yo estuve en la academia para aprobar el bachiller elemental (con 14 años benditos), pero estoy muy agradecido de lo que allí aprendí. Se hacían las duras porque tenían un objetivo, que vag@s, rebeldes sin causa y despistad@s fuesen en el futuro personas de provecho. Sí, claro que había tirones de orejas y calienta manos con la regla y algún estirón de pelos y muchas hojas copiadas repitiendo frases y frases y domingos a la mañana muy tempranito (madrugón) entregando trabajos en la casa de Mari y....domingos a la tarde castigados en la academia “estudiando” toda la tarde y...más y más, pero, cuando llegaban los resultados a fin de curso y veías que ibas tan preparado y que aprobabas todo, eso para ti y para ellas no tenia precio. Más de una vez se les veía la vena tierna en sus ojillos y aquello no tenia precio para los allí presentes. Hoy en día seria impensable aquel método de enseñanza pero, visto lo visto, a mi, que era un vago redomado, me sirvió como revulsivo para dar una satisfacción a mis padres y un cambio de ritmo, que lo tenia adormilado. Sería bonito y justo que, desde una información más detallada, les dedicasen un poquito de atención a estas maestras de antaño, que formaron, en su tiempo, a personas con desapego al estudio y que, más tarde, bastantes alumnos de Bidegorri hicieron carrera como buenos profesionales...”


Como se puede ver por estas dos percepciones de dicho centro, las opiniones eran para todos los gustos, aunque todas tenían algo en común con los métodos de enseñanza de la época “La letra con sangre entra”, no era el único centro que aplicaba esa máxima, muchos recordaran otros de Romo y Las Arenas.

Pero no todo eran penas, los cumpleaños de Amelia Bidegorri y de Mari Andikoetxea eran días no lectivos, los alumnos acostumbraban a regalar a escote algún presente a ambas profesoras, disfrutando de un merecido día de asueto. Algunas veces, en esos días, algunos discípulos amantes de las artes realizaban representaciones teatrales en la biblioteca. Precisamente en la fotografía inferior, realizada en la calle Martikoena en 1957, podemos ver a alguno de aquellos galanes.


En el curso 1964-1965, en Ingreso de Bachiller tenían como discípulos, entre otros, algunas caras conocidas de Algorta, entre ellas: las hermanas Sarria y Ansoleaga, Itziar Garate, Rosa María Fernández, María Begoña Igual; los hermanos Moragués y Garate, Javier Anchia, Ángel Garaizar y Saturnino Aguirremota.

Muchos otros cursos poblaban aquellos pupitres, en los que sufridos estudiantes trataban de superarse día a día. En 1965-1966 aparecían cursos, separados de chicos y chicas, entre ellos estaban Javier Berger, Alberto Basterrechea, Ángel Mari Guerediaga, José Ramón Pérez Albeniz y José Ramón Deusto; y entre las chicas Isabel Sarria, María Pilar García de Andoin, Begoña Learra y Mari Carmen Trebolazabala.

También se impartían cursos de verano, en el curso académico de 1.966-1.967, aparecían nombres como: Los hermanos Romo, Zulueta, Zalduondo y Echegaray. El verano del 70 debió de ser muy demandada la academia por los padres de los alumnos, ya que los inscritos ascendieron a 47, entre ellos aparecían: Los hermanos Mesanza, Maria Jose Achutegui, Juan C. Batarrita, Victor Vidaurrazaga, Juan Miguel Abellanal, las hermanas Unibaso y María José Santamaría.


Los recibos del centro se expendían en 1.969 bajo el manto del “Grupo Económico Autónomo de Centros de Enseñanza no Oficial”, del Sindicato Nacional de Actividades Diversas, y el centro figuraba como “Academia San Ignacio”, con domicilio en Alangoeta N.º 1.


Este pequeño apunte sobre la vida de este centro, de Algorta, ya desaparecido, nos acerca a los métodos de enseñanza y las personas que lo recibían. !Cuántos habrán bajado a la carpintería de Anselmo a recoger el trozo de tabla, que les iba a estimular en sus conocimientos, bien aplicado sobre sus manos! ¿Y quizá inocentemente frotaron la palma de la mano con ajo, en la que iba a ser depositada aquella infusión reveladora de ciencia, pensando que mitigaría el dolor del castigo iluminador. !Toda una generación crecimos bajo el amparo de truculencias didácticas como ésta!.

LAS CUADRILLAS DE GETXO (KANTAREPE)

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Se acercan las fiestas. Creo que es hora de hacer una entrada relacionada con las cuadrillas de Getxo, esos grupos de amigos que han animado durante años nuestras fiestas. Algunas, como comentaba en mi entrada del 21 de noviembre del 2012, nacen como sociedades gastronómicas, otras simplemente como grupo de amigos en los años de juventud.

Una de esas cuadrillas tenía por nombre “Kantarepe”, grupo de caras conocidas de Algorta que desde finales de los años 60 participaron en todas las fiestas locales, San Ignacio, Puerto Viejo, San Juan..., a veces en compañía de vecinos de Pueblos cercanos. Se puede decir que casi todos ellos tenían como base de actuación la zona denominada “El Castillo” de Usategi. Entre los componentes iniciales estuvieron Javi Elorriaga, Josetxu Lekanda, Txema Igual, Txoroko Manzarraga, Jon Txokolea, Juanjo Mendia, José Ignacio Gutierrez, Guille Atxaerandio. Tras su paso por la plaza de Algorta, que fue su campo de fútbol en la adolescencia, algunos dejaron la cuadrilla. Pero sí había un hecho que los caracterizaba a casi todos. Habían pasado por las férreas menos de AmeliaBidegorri en la Academia San Ignazio.


La cuadrilla tendría nuevas incorporaciones, Pepilo, Ansoleaga, Juan Fernandez, Niko Paz, Jose Mari Igual “Txalari”, Jon Bengoetxea, Patxi Oleaga, Valentín Galin, Luis Zabala, etc. Por lo que pasaron de ser una cuadrilla del Castillo a ser una de las cuadrillas de la “Plaza”, en la que había algunos miembros procedentes del Puerto. Algunos se incorporaron al club de remo “Algortako Arraun Taldea”.

Como en muchas cuadrillas de la época, la presencia de mujeres era escasa, !dicen para quedar bien!, que había tres o cuatro que formaban parte de la misma, a la fiesta del “Marmitako” acudían algunas más. Tuvieron un txoko en el Puerto, en la bajada de San Nikolas, junto a la “Perrera”, en el que se llegó a votar sobre la presencia de la mujer. Y como dicen: “...Ganamos por un voto los que éramos favorables a la incorporación...”


Aun no habían incorporado su sobrenombre de guerra a la cuadrilla. El apelativo viene de sus hábitos de baño durante el verano, lo hacían en la cala de “Kantarepe”, situada bajo el parque de Usategi , pero sobre todo, su bautizo nominal de fuego fue durante las fiestas del Puerto Viejo de Algorta, hacía 1.968. Ese año la fiesta de gansos se celebró de noche, fueron vestidos de con ropa de agua, con sudetes de tipo marinero. Al principio traían los “Cormoranes” de Lekeitio, no eran propiamente gansos, algún año fueron a cogerlos a Villarcayo, donde Honorino, también los trajeron algún año de las Landas y de Jose Uribarri de Martiartu.

Fiestas en las que eran unos clásicos. Acudían a todas la festividades locales de Bizkaia desde Getxo, a Erandio, de Plentzia a Lekeitio y de Bermeo a Ondarroa. Los disfraces cambiaban al igual que las caras de sus componentes. En 1974 fueron disfrazados de indios durante la bajada al puerto, alguno seguro que bajó sobradito de zurracapote, bebida espiritosa a la que al parecer eran aficionados; también se caracterizaron con disfraces de camareros, supermán con cara de calavera, de antinucleares; de enfermeros, más de un muerto se revolvió en su tumba para acudir junto a ellos a alguna de sus fiestas !nunca repetían disfraz!; Incluso el director del Arriaga les animó a hacerlo envueltos en papel higiénico, con un orinal en la cabeza del que colgaba una cadena de water, cantando !...Riau, riau, tira de la bomba...tira de la bomba...!, al frente de la comitiva marchaba uno caracterizado con grandes orejas, como si del elefante, de una marca de papel higiénico de la época se tratara. Comentan divertidos que el susodicho decía “...me van a conocer, y ellos le respondían: !Pero como te van a reconocer si vas tapado!. Afirman rotundos que su cuadrilla fue la que instauró la “Fiesta del Pijama”. ¡Así que ya esta la polémica servida!


Algún año sus disfraces recordaron hechos dolorosos de critica política. Es el caso de los desgraciados sucesos de Montejurra de 1976. En la bajada del puerto de ese mismo año aparecieron disfrazados con gabardinas largas, txapelas rojas y pistolas en ristre, por supuesto de plástico, al igual que aquellos matones venidos desde..., ¡y no por eso perdieron su jovial ambiente festivo!.

Durante algunos años fueron miembros de las comisiones populares de fiestas del Puerto. Comentan: “...Éramos independientes del Ayuntamiento.Nosotros empezamos las fiestas populares ocho años antes que las de Bilbao. Sin embargo, parece que ellos fueron los inventores de las fiestas!...”


En la fotografía superior aparecen en sus inicios durante la bajada del Puerto Viejo disfrazados de árabes. Eran en su mayoría hombres, todavía no habían hecho el hueco para la incorporación de las mujeres en pie de igualdad, quizá por eso algunas dijeran que más bien parecían “moros”. Ya por entonces disponían de ayuda exterior, puesto que el del tambor, a pesar de ser de Algorta, Juan Antonio Gil Olega (+), llevaba un instrumento que pertenecía a los “Cachumbos” de Erandio. En esa fotografía aparecían:

En la parte de arriba, y de izquierda a derecha: Luisje Garai, Jon Lazaro, Javi Areizaga, José Manuel Dulce, Txomin Guezuraga, Luis Mari Herranz y Juan Manuel Basterretxea.

En la fila del medio, y de izquierda a derecha: con el tambor Juan Antonio Gil, Patxi Oleaga, Juanjo Mendia, Ramón Isasi, Txema Igual y Philippe Cogliatti.

En la fila de abajo, y de izquierda a derecha: debajo del de barbas con gafas negras (?), José Ignacio Gutierrez y Ramón Paz.

Los dos de barbas de abajo, y de izquierda a derecha: Jesús Mari Areizaga y Juan Fernández.

Al llegar a los 20 años, la cuadrilla se empezó a disgregar, la escusa dicen: “...el hecho de empezar los noviazgos...” Pero no por eso dejaron de mantener un fluido y profundo sentido de cuadrilla, año sí, año también, siguen reuniéndose durante las fiestas de Algorta para celebrar en torno a una bien surtida mesa. Sus ya casi 50 años desde la creación de la cuadrilla. En la fotografía inferior podemos ver a los actuales componentes, durante la comida celebrada el pasado año, algunos de ellos ya nos dejaron. Entre esas caras conocidas se encuentran, empezando por arriba y de izquierda a derecha:

El primero de la fila de arribaJavier Cantera, Jose Luis Pinedo, Iñaki Ordorika, tras él Jon Bengoetexea, Ramón Ostikoetxea, Simome Basabe, Mertxe Areizaga, Josetxu Lekanda, detras Luis Jesús Garai, Kike Mancisidor, José Ramón Basterretxea, José Manuel Anguiano, Valentin Galin, Eduardo Barrenetxea y Luis Zabala.

El primero de la tercera fila Ramón Isasi, Jon Lazaro, Miguel Angel Casado, Amaya Bátiz, Txema Igual, Txutxin Uribetxebarria, Juanjo Mendia, Tomás Bilbao, Manu Monasterio, José Ramón Paz y Miguel Piñeiro.

El primero de la segundafila Azuzena Gomez, José Manuel Dulce, Patxi Oleaga (+), Luis Mari Herranz, Txomin Gezuraga, Manu Esesumaga e Ignacio Gurierrez.

Los dos de la fila de abajoJuan Ignacio Astorkiza y Juan Fernández.



Hasta aquí un repaso por una de las cuadrillas de Algorta, que en los años 60-70 formaron parte del la iconografía festiva de nuestro pueblo.

UN PASEO DESDE BILBAO POR LAS ARENAS Y ALGORTA A FINALES DEL SIGLO XIX -I-

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Con la llegada del buen tiempo parece que apetece dar un paseo por el Pueblo, así que nos adentraremos en uno de largo recorrido: imaginemos un paseo por Las Arenas y Algorta a finales del Siglo XIX, y como lo hacía la sociedad más cosmopolita bilbaína, lo que nos permitirá obtener una imagen de cómo era una parte de nuestra población en aquellos años. Tendríamos que empezar por los escasos medios de comunicación de la época para trasladarnos desde el Arenal, por la margen derecha de la ria del Nervión o bien por esa misma ría.

Pero veamos cómo eran las comunicaciones tan solo un poco antes de ese final de siglo. Un poco antes, en 1.864, se acababa de realizar un censo de carros y carruajes en Getxo; existían 136 carros registrados, mas otros 25 tirados por mulas. Los desplazamientos en 1.865 por algunas zonas de Getxo eran dificultosos, incluso no estaban exentos de cierto riesgo. El área comprendida entre La Avanzada y Lamiako era una extensa vega con grandes arenales. Por esas fechas para trasladarse de Algorta a Portugalete era necesario utilizar un barco que recorría aquellos angostos lugares, el desplazamiento se realizaba a través de los ríos que la circundaban, en aquella zona de arenales el “Gobela” se unía al rio “Kresaltzu”, y a su vez ambos al “Udondo”, finalizando su recorrido la ria del “Nervión”. Hasta el año 1.859 no había camino entre Las Arenas y Algorta, y era preciso atravesar por el arenal de la playa.


En 1.872 se construye una línea de tranvía por tracción animal, por caballos, que comunicaba Bilbao con Las Arenas; en 1.875 se amplía el servicio hasta Algorta, en 1.876 debido al aumento de veraneantes, se crea un tranvía tirado por caballos, que discurría desde la Avanzada, por el Camino Real, hasta la plaza de San Nikolas; en 1.887se produce la electrificación de la línea; en 1.896 se construyen las cocheras del tranvía en Areeta-Las Arenas.

Otra de sus vías de comunicación era el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas. Se puso en marcha el 1 de julio de 1.887, promovido por la familia Aguirre en un Getxo que en ese año, tan solo contaba con una población de 2.651 habitantes. Y el Puente Bizkaia que unió ambas márgenes de la ria llegaba en1.893.


Una vez vistas estas fechas, veremos como describían las comunicaciones en 1.878: “…Un tranvía, varios coches y vaporcitos de ria son los medios de locomoción que puede usar el viajero que desee visitar los pueblos aledaños...” El tranvía recorría toda la margen derecha del río Nervión, una extensa zona de 12,791 kilómetros; al llegar a Las Arenas seguía por la carretera hasta la Avanzada (Algorta). Ese medio de locomoción había venido a llenar un gran vacío para comunicar Bilbao con las zonas entonces de moda de Las Arenas. Las obras como decía anteriormente empezaron en setiembre de 1.876.


El trayecto recorría un terreno llano, de deliciosos paisajes, cuyo mayor contraste era el continuo movimiento de la ria con sus vaporcitos subiendo y bajando desde el Abra hasta los muelles bilbainos. Aquello hacía de aquel trayecto un precioso paseo, que por su duración resultaba una auténtica aventura, y cuyo precio, 3 reales en primera y dos en segunda, en elegantes coches, hacía que dicho trayecto resultara asequible para algunos visitantes. La empresa tenía 32 coches y un número suficiente de caballerías.



La estación del tranvía está situada en la calle de la Estufa (Bilbao), de donde salían los tranvías, todos los días, para Las Arenas a las 5, 6, 6:30, 7, 7:30, 8, 8:15 y así sucesivamente cada cuarto de hora, hasta las 19:30 de la tarde, mas otro a las 20:00. Mientras que desde Las Arenas hacia Bilbao lo hacían desde las 6:30 de la mañana, hasta las 20:30 de la noche, cada cuarto de hora.


El recorrido como decía anteriormente era delicioso desde el momento de su salida y tras pasar por la Sendeja, el tranvía se adentraba en el Campo Volantín, allí, tras las casas de los Ibarra, se encontraban las cocheras y caballerizas del tranvía. Al final del Campo se veía la impresionante fábrica de conservas “La Begoñesa”, propiedad de los Sres. Barroeta y Echevarría. Muy cerca de esa fábrica concluían los límites de Bilbao, y el carruaje se adentraba en la anteiglesia de Deusto. El tranvía seguía su trayecto por esta ribera dejando a su izquierda la casa de Beneficencia, bajo ella un magnifico dique y un poco mas adelante la ermita de San Nicolás. Al final de la rivera, y cerca de la capilla-escuela para niñas pobres, se encontraban fondeados los buques que por su calado no podían subir hasta Bilbao.


Al llegar a Lutxana aparecían los cargaderos de “La Orconera”. Era el momento de adentrarse en el territorio del “Desierto” (Erandio), en el se encontraba la fabrica de hierros de “El Carmen” propiedad de los Ibarra, pasada la fábrica, se aparecían los cargaderos de mineral del ferrocarril de Triano, perteneciente a la Diputación de Bizkaia. Desde ese punto ya podía verse, a lo lejos Portugalete y la playa de Sestao. Ya faltaba poco para adentrarse en la magnifica vega de Lamiako, propiedad de los Aguirre. En ella varios particulares habían levantado preciosas casas de recreo que en el recorrido se iban dejando atrás, a la derecha del Tranvía.


Y ya entrábamos en Las Arenas, decían: “...lugar de reunión de la juventud bilbaína que viene aquí a disfrutar de las mil delicias que proporciona tanto su situación como los esfuerzos que los residentes en esta hacen para atraer al forastero…, la vida allí es alegre y cómoda, no digo barata, y los elegantes de Bilbao acuden con frecuencia, particularmente los días festivos...” En esas palabras está implícito que la alegría y el bullicio era para quien se lo pudiera pagar. El barrio estaba animado durante el verano por una banda militar que los jueves y domingos actuaba, contratada por la Compañía del Tranvía, sus afamadas fondas y la Galería de Baños de Mar Bilbainos.




En la próxima entrada atravesaremos nuestro pueblo, siguiendo el camino real, hasta llegar a Algorta.

UN PASEO DESDE BILBAO, POR LAS ARENAS Y ALGORTA, A FINALES DEL SIGLO XIX y -II-

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Cuando en la anterior entrada hablábamos de las fondas y casas que había en Las Arenas para hacernos una idea de como eran, solo citar alguna de ellas:

La primera que se encontraba nada más llegar, era la “Fonda Nueva de Las Arenas” que estaba dirigida por D. Francisco Aguirre Sarasua. El establecimiento estaba situado en un ángulo de la Plazuela (hoy Bizkaiko Zubia), su construcción se asemejaba a un chalet suizo. Tenía en la planta baja un espacioso comedor con mesa redonda y otro para servicios particulares; la administración, café, cocina, despensa, bodega, y otras dependencias. En los pisos superiores tenía 20 dormitorios con 2 camas cada uno, además de algunas salas y comedores, todos ellos bellamente decorados. Alrededor del edificio, en la planta baja, y comunicado con el salón comedor, se podía disfrutar de un extenso terrado, el cual permitía ver soberbias vistas de la ria, Portugalete, el mar y Las Arenas.


Frente a ella se encontraba la “Fonda del Tranvía”, que era dirigida por D. José Lazúrtegui. Contaba con varios comedores, cuartos cómodos y con muy buenas vistas, salón de café y billar. Delante de la casa se extendía un magnifico solar cubierto con plátanos y cercado de bancos de piedra. Tenía la virtualidad de que la música, de la que hablaba anteriormente, se situaba frente a ella.

Justo al lado de ella se halla la fonda de “Cecilia”. En su plata baja disponía de un precioso comedor y en los 21 cuartos de los que disponía la casa, se podían alojar hasta 80 personas, al igual que la anterior estaba muy cerca del quiosco de la música.


En el camino real (actual Areetako Etorbidea), a la izquierda, siguiendo la carretera que conducía a Algorta, se encontraba la cuarta fonda, esta era propiedad de los Sres Aguirre, se llamaba “Baños de Mar Bilbaínos”, de ella se decía: “...solo puede compararse con los primeros establecimientos balnearios de Europa...” La descripción de esta última instalación no podía ser más apetecible: “...Este magnífico establecimiento de baños, situado en el centro de la hermosa y pintoresca playa de “Lamiacó”, rodeado de fondas y chalets; y con el Tranvía de Bilbao hasta la misma puerta del edificio, consta de cuartos para vestir y desnudarse: de baño con pilas de mármol, donde se toman templados o calientes, a la temperatura que a cada persona convenga con la misma agua del mar, de chorro y lluvia. Los mencionados baños pueden tomarse, también, con algas marinas, salvado, mostaza, etc., teniendo en cuenta que estos son sumamente recomendados por los facultativos, para curar, además de otras muchas enfermedades, la propensión a catarros, los dolores reumáticos, la inapetencia, parálisis y fortalecer las naturalezas débiles...”


Al llegar a ese establecimiento no podía quedar sin admirar la gran Playa de Las Arenas, aquella a la que llamaban de “Lamiaco”. Sus espléndidas instalaciones bañeras que como decía la prensa bilbaína: “...pertenecian a la misma Galería, con casetas movibles y de las llamadas Ostende, pudiéndose tomar los baños de ola ó de impresión, haciendo la salida dentro de las propias casetas que entran en el mar tiradas por fuerza animal...” Las instalaciones, que ya he descrito en anteriores entradas, estaban a cargo de los Sres. Wolf y Andrés Larrazábal.

Pero detengámonos en como describía la prensa madrileña en 1882, la visión de la ría, sus margenes y el transito desde Sestao a Algorta: “…Los vaporcitos llevan y traen a los curiosos expedicionarios por la ria, por la que pasan en numerosas barcas repletas de géneros. No hacen ellos solos los viajes hasta el puerto, pues mientras que por la ribera derecha corren veloces los ómnibus del tranvía de las Arenas, atestados de gente, marchan también por lo alto, sobre la ribera izquierda, los del tranvía de Santurce.Pasando el peñasco del Fraile y el arroyo de Udondo o de Udia, se abre en la ribera derecha la vega de Lamiaco; al pié de las colinas de Lejona y ya frente a Portugalete y a los altos de San Roque y de Campanzar, a un paso del anchuroso Océano y de la peligrosa y combatida barra, se extienden las Arenas, con sus bonitos y múltiples edificios, con su animación característica, con sus muelles azotados por las olas, y con los elegantes palacios, y chalets de los señores Solaegui y García, desde donde la línea de la playa, al terminar la ría con una anchura de 160 metros por 8 de fondo, cambia hacia el NE. por el arenal de Guecho hacia la punta de Begoña y el pueblo de Algorta...”


Seguía el trayecto ascendiendo por aquel camino real dirección a Algorta. Atravesaba la Avanzada hasta llegar a la curva de San Ignacio. Fue en julio de 1.878 cuando se puso la primera piedra de esa iglesia. El recorrido iba dejando a su paso esplendidas casas de navegantes o indianos, las llamadas casas algorteñas, muchas hoy desaparecidas, algunas de bella construcción era el caso de los edificios de D. Luciano Alday, la de D. Eladio Sustacha, la de Asensio Inchaurtieta o la de D. José Antonio Uriarte. La casa “Bide Aurre” de 1.880 a su paso por Tellagorri. Tras ellas se llegaba al centro de la población la “Plaza de San Nikolas”. En ella se alzaba un precioso conjunto arquitectónico: la Iglesia de San Nicolas, que fue inaugurada en 1.863, a su lado la escuela y la casa ayuntamiento. Desde ella, al igual que en Las Arenas, se podía divisar el Abra, que como decían en 1.880 “...presenta el Abra de Bilbao una figura semi-elíptica, cuyo eje menor total desde la Galea a Ciervana, tiene tres millas de distancia, y su semi-eje mayor, desde, la barra al frente de la Punta de Galea una y media millas. Su profundidad es crecida, no bajando de 80 pies por término medio; pero se amengua rápida y considerablemente hacia la barra, formada de enormes bancos de arena que la cierran de costa a costa….” De la misma afirmaban sobre su peligrosidad: “...es un banco de arena que partiendo de Algorta va a parar a Santurce, cerrando con semicírculo de espuma la especie de abra que ha formado la ria al precipitarse en el mar. Y que cada vez que un buque se acerca a la misma, buscando refugio en Portugalete o en la entrada en la ria, el corazón se oprime ante aquel albur, en el que se juegan la vida los navegantes...”


Acerca del aspecto que ofrecía esa Algorta de finales del Siglo XIX, nos da una idea, como nos la describía un viajero venido de otros lares: “...Este pueblecito está formado de casas construidas sin sujeción a ningún plano, de tal manera que la fachada de algunas de ellas da frente a la zaguera de la más inmediata. La única calle que tiene forma regular o irregular es una senda tortuosa que arranca desde el puerto hasta la cúspide del promontorio, sumamente larga, costanera y mal empedrada; pero a pesar de esto, hay en ella muy buenas casas. Este desorden toma origen en el espíritu independiente de los algorteños, hombres de mar casi todos, antiguos capitanes de buques mercantes, dedicados a la navegación de las Antillas, del Pacífico, de los mares más apartados y de las costas de Guinea, que se retiraban a sus lares después de recoger el fruto de su azarosa profesión…” Algorta tenía según su particular visión: “...los restos de tres castillos mandados construir por la Diputación General y por el Consulado de Bilbao en los Siglos XVII y XVIII, para contener las invasiones de los corsarios ingleses que merodeaban nuestras costas, reparados y artillados durante la guerra de la Independencia...”


Comentario que contrastaba con lo descrito en dos artículos de D. Antonio de Trueba, publicados en el “Noticiero Bilbaino”, uno el 24 de octubre 1.881 en el que describía nuestro barrio de la siguiente manera: “...A todo el forastero que dirige la vista a la desembocadura del ibaizal en el mar, llama extraordinariamente la atención aquel pueblo en cuyo blanco y numeroso caserío se dilata la ribera derecha sobre las rocas marinas…, una rica, alegre y populosa población..., porque lo que parece, que toda aquella serie de hermosas casas interpoladas de jardincillos, han de ser obra de mucho tiempo y muchas vicisitudes…” 


Y remataba su opinión el lunes 7 de agosto de 1.882 cuando decía: “...Hoy Algorta, vista desde lejos, parece una hermosa ciudad, a la que ni siquiera falta la torre de una catedral que la señoree..., donde se dilatan tierras labrantías admirablemente cultivadas, arboledas y multitud de caserías dispersas en verdes colinas y llanuras…, al frente de la gran fonda San Ignacio se dilatan los ondulantes y lozanos maizales, los viñedos y los huertos. Dentro de la misma población, las frondosas parras sombrean los atrios de las casas, y los jardíncillos interpolados con estas, envían su alegría y sus perfumes a las habitaciones. Puede decirse que Algorta solo tiene una calle, pero esa calle, por su extensión, por la hermosura de sus edificios y por su alegría, equivale a una ciudad. Entre las casas, que ascenderán a 200, la mayor parte de ellas están habitadas por familias de bravos marinos. En Algorta habrá pobres, pero parece un pueblo exclusivamente de ricos, por que allí todo es blanco, limpio, risueño, y nada parece pobre…” Así que parece que todo dependía de los ojos con que se mirase a esta población.



Esta era la visión de aquel delicioso paseo desde Bilbao a Algorta, pasando por Las Arenas, de finales del Siglo XIX.

TXIRRI, UNA MONA REVOLTOSA

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Habrá pocas monas en el mundo, que viviendo en un bar, se hayan hecho más célebres que la “Mona de Romo”. Se trataba de un espécimen de los llamados “Titis”. Tenía por nombre “Txirri”, y se hizo famosa por sus travesuras en los años 60. Pero previamente conoceremos el local en el que estuvo alojada, cómo llegó a él, y quienes la trajeron.

El local, una bodeguilla de vinos, situada en la calle Gobelondo de Romo, cuyo nombre fue “Vinos y licores Julian Santamaría”, establecimiento que en 1.965 abrieron Julian, su esposa Felisa y su hija Carmen. La bodeguilla tenía por mostrador unos toneles de vino, una balda alargada en su pared trasera hacía las veces de escenario por el que nuestra mona, realizaba sus cabriolas; su espacio interior lo ocupaban unos depósitos de uralita, apoyados sobre unas bases de ladrillo que servían para almacenamiento de vinos, que traía un camión cisterna.


Nuestra mona llegó al establecimiento de la mano del “Titi” y de “El Alemán”, apodos de dos clientes habituales del establecimiento. Al parecer estaban realizando unos trabajos en un chalet de Neguri, en el que habitaba nuestro bullicioso simio. Era un ejemplar de pequeñas dimensiones, de color gris oscuro y largo rabo, que había llegado a saturar a sus propietarios por sus continuas trastadas: era traviesa, gritona y muy astuta. Todo lo revolvía, por lo que sus dueños, hartos de sus travesuras, ofrecieron a ambos amigos que se la llevaran lejos.

Primero la llevaron al bar “Tudelilla”, donde José Mari, en la calle Santa Eugenia. La inquieta mona tiraba todo cuanto se ponía a mano, por lo que les indicó que se llevaran a tan revoltoso inquilino a otro sitio. A continuación la llevaron a su nuevo alojamiento, la bodeguilla de Julian. Allí recibió su nombre de guerra “Txirri”. Vivía atada con una fina cadena al cuello, sujeta a la pared, y correteaba sobre una barra de madera, que se hallaba situada tras los bidones que hacían las veces de mostrador. Aquel fue el hábitat de la mona, que con sus monerías causaba el regocijo de los clientes. Algunos afirmaban que los clientes alteraban a nuestro pequeño simio. Otros decían que era la propia mona quien los provocaba, mientras ellos reían sus gracias.


Cuentan que en más de una ocasión algún distraído cliente estuvo a punto de perder su cartera que llevaba en el bolsillo trasero de su pantalón. “Txirri” vació su cartera depositando con pulcritud en el suelo todo su contenido. Avisado por otros parroquianos, pudo recuperar sus pertenecias, !...“Txirri” era una carterista hábil y rápida..!. En otra ocasión una señora que acudía a comprar vino vio sorprendida cómo la mona, con un rápido movimiento, le chorizó un pendiente. Tuvo que ser el dueño, quien cogiéndola por detrás, le aplicó un buen correctivo, hasta que soltó aquella pequeña joya magullada por sus fuertes dientes. El perro de un comercio de comestibles de la calle Kresaltxu, también era objeto de sus travesuras. En cuanto lo veía entrar acompañado por su dueño corría hacia él para estirarle el pelo por lo que el can se resistía a entrar en el establecimiento de Julián.


Todos los clientes la conocían, sabían que era pillina y juguetona y reían divertidos sus ocurrencias, sobre todo por su habilidad para pelar cacahuetes, que degustaba con verdadera fruición. “Txirri”, junto a su dueño, sujeta por medio de una cadena, solía recorrer algunas calles del barrio, acompañando a su propietario, saludando cariñosa a los niños.

En ese establecimiento paso más de siete años, hasta 1.972, año en el que se acometió la reforma del local. Fue llevada a una bodeguilla de Karranza, allí murió; algunos decían que debido a unas aguas contaminadas que ingirió, pero quienes la conocían de cerca, afirman que fue debido a la cirrosis !Era una borrachina, asaltaba los vasos de vino con una rapidez y habilidad, digna de un malabarista!.


Pero su recuerdo cuajó en el barrio de Romo, y el establecimiento, tras su reforma, paso a llamarse “Bar la Mona”, aconsejado por el distribuidor de una marca de refrescos, que le hizo ver lo comercial y popular de su nombre. Hoy es uno de esos lugares de referencia que presta su nombre a la zona, antaño lugar de bailes para los mayores del barrio durante las fiestas.


EL ANCLA DEL PUERTO VUELVE A FLOTAR

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A veces la casualidad trae a mi Blog entradas relacionadas con temas tratados con anterioridad, es el caso de “El ancla de Jenaratxu”. En mi entrada del pasado 3 de mayo del 2017 hablaba sobre un acontecimiento local, que animó a un grupo de jóvenes de Algorta a trasladar una vieja ancla desde “Túnel Boca” a “Jenaratxu”. Allí dormía el áncora olvidada, desde que en 1974 fuera depositada en esa localización, semienterrada a los pies de un bloque de arenisca, que en su parte superior tiene una placa que recuerda a Jenara Echevarria.

Pues bien, hace tan solo unos días una nueva iniciativa la “Auzokoen Eguna” (Fiesta del Vecino en el Portu Zaharra), de la mano de la “Asociación de Vecinos del Puerto Viejo de Algorta”, creada en el año 2013, ha venido a desenterrar sus restos y colocar aquella historia casi olvidada del barrio de Algorta, en un lugar y unas condiciones más dignas.


Amanecía el sábado día 17 de junio con una temperatura que auguraba un espléndido día, casi ya de verano, y desde primeras horas de la mañana la Asociación de Vecinos comenzaba los preparativos. Se habían dado cita a las 9:30 en los soportales de Etxetxu. Los primeros en llegar iban organizando la comida del medio día, los fuegos y cacerolas iban invadiendo el espacio festivo. El trabajo era intenso, había que pelar y trocear cebollas y pimientos; así como los tomates, cebolla y puerro, que enteros iban a la cacerola donde se iba a preparar el fume, junto a los restos del bonito, en otro cazuela se calentaban los pimientos choriceros. El pelado de patatas y troceado del bonito ya nos ponía en antecedentes de que el guiso iba a ser “Marmitako”.



El sukaldari Egoitz Herran cocinero aficionado curtido en muchos guisos, biznieto de la “Adivinadora” del Puerto Viejo, acompañado de Rosa Bernardo y otros a quienes pido disculpas por no acordarme de sus nombres, rápidamente dieron comienzo a la preparación del sofrito de cebolla y pimiento verde, base del marmitako, mientras Egoitz nos contaba que recientemente había cocinado más de 15 cazuelas con diversos ingredientes, en un restaurante de Lleida “Lo Celler de Cal´Herreu”, entre los platos que preparó había pisto, Alubias de Tolosa, Marmitako, Kokotxas de bacalao al pil-pil, sukalki, txipirones, patas y caracoles a la Bizkaina y otros platos de la cocina tradicional Vasca. La previsión de asistentes se acercaba a los 65. Mientras ese exquisito guiso se iba haciendo en ese histórico lugar que en su día fuera sede de la Cofradía de Mareantes de Algorta, el “Etxetxu”.


A las 11 de la mañana, mientras se daban los primeros toques al amaiketako, un grupo de vecinos capitaneados por Txema Pinedo “Txakari” y Josu Bretos, se dirigían hacia el parque de Jenaratxu; allí yacía enterrada el ancla que en la semana santa de 1974, un grupo de aguerridos jóvenes, vecinos de Algorta, decidieron rescatar.


Las labores de recuperación, ingeniosas y difíciles se iniciaron con la consabida discusión de las formas. Parecía que se estuviera repitiendo la de 1974, cuando se rescató de Túnel Boka. Ayudados de barras de tetracero consiguieron desenterrarla, luego tras depositarla sobre un palé de madera, que habían depositado sobre una barras de acero, con forma de rodillos: “...Algunos decían que eran técnicas de los antiguos egipcios...” Consiguieron desplazarla ayudados por barras, a modo de palanca, y con un final de sokatira digno de campeonato a los pies de la placa de arenisca sobre la que figura el nombre del parque, como homenaje a Jenara Echevarria.


En ese mismo lugar hicimos una fotografía al grupo de rescatadores. En el desentierro del ancla participaron con diferentes intensidades: A la izquierda del ancla, en la fila de arriba y de izquierda a derecha Alfredo Arenaza, Kimets Imaz, Jose Ignacio Amutio “Koti”, Jonatan Galin; debajo y de izquierda a derecha Cristina Roldan y Josu Bretos. A la derecha del ancla en la fila de arriba y de izquierda a derecha Txema Pinedo “Txakari”, Héctor Sobrevilla y Juan Carlos Rico; debajo y de izquierda a derecha Iñigo Ardanza y Egoitz Herran.


El día transcurrió en medio de un ambiente extraordinario, el disjokey Jon Bretos, se encargó de amenizarlo con canciones del “Trío los Panchos”, “Los Guaitos” y otras canciones de época; de las melodías de Txistu se encargo el hijo de “Bocón”, Imanol Méndez; incluso el Párroco de San Nikolas Javi Garai acudió al evento. En opinión de algunos de los asistentes, referidas al repertorio del txitulari, comentaban entre bromas: “...Hay que mandarle a algún cursillo, todos los años toca lo mismo...”. El amaiketako, libre de colesterol, salvo por la ijada de bonito, estuvo compuesto por chistorra y beicon.


Mientras, los esforzados rescatadores y otros vecinos, daban rienda a la hora del poteo. Los curiosos, algunos venidos de las Islas Canarias y otros de otras Islas (Inglaterra), indagaban acerca de las evoluciones gastronómicas, y una pequeña exposición relacionada con el Abra y el mar, que estaba situada al pie del Etxetxu. Poco a poco las calles del puerto y la Plaza del Etxetxu se iban llenado de gentes de Algorta y otras de diferentes procedencias.


Ya se iba acercando la hora de la comida, y empezaron las maniobras de colocación de mesas y sillas a la hora prevista los vecinos convocados, además de otros que tuvimos el privilegio de compartir ese agradable día con ellos, fueron llenado las mesas, muy bien surtidas de ensaladas; el ambiente se iba caldeando, y al servir el Marmitako, que hay que decir que estaba inmejorable, comenzaron las primeras canciones entre bromas, alguna de ellas decía refiriéndose a las cantidades: “…mucha patata, aquí hay mucha patata…!” La fiesta continuó en medio de una atmósfera de camaradería, con una acertada presentación de todos los asistentes, que gracias a un altavoz iban diciendo sus nombres y de donde eran.


En las calles ya se adivinaba que al día siguiente se iba a celebrar el tradicional, en el Puerto Viejo de Algorta, día del “Corpus”. Los chicos de “Itxas Egurra Haizean” ya tenían instalado el bote que año tras años recuperan, y que bajan a hombros, por las escalinatas del barrio de pescadores. Se trataba del “Davy Jones” una pequeña embarcación de 1957, construida en Santurtzi, con vela al tercio y carel exterior. !Envidia, mucha envidia, al no poder acudir este año a la cita con esa entrañable fiesta de Algorta!.


Así terminó este agradable día, para mi, mientras los vecinos del Puerto Viejo siguieron su celebración, que ya vienen festejando desde hace años y que a buen seguro repetirán, por el ambiente y buen rollo que genera entre propios y extraños.



!Eskerrik Asko eta Zorionak, Auzokideei!

SAN JUAN, NOCHE DE FUEGO Y MISTERIO

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San Juan, noche de fuego y misterio, que entre las últimas luces del día más largo del año, vuelve a nosotros con los recuerdos de la niñez. Entre las brasas y el chisporroteo de los últimos rescoldos del fuego, atrae canciones que nos hablan de viejas tradiciones, de pantagruélicas comidas y brujas, de campas húmedas y jóvenes acarreando ramas, de txitus y zortzikos. De tiempos de ritos relacionados con la caza y divinidades, en los que con fogatas en campos y plazas, se rogaba a las deidades para que defendieran cosechas y haciendas, calmando las iras de desconocidas fuerzas de la naturaleza.

Antaño también utilizado como forma de reciclaje, de enseres viejos y apolillados y otros útiles que en las casas sobraban. Elementos que eran conducidos a las hogueras cercanas por niños y jóvenes adolescentes, formando grandes piras en puntos emblemáticos del pueblo, la “Campa de los caballos” junto al puente Bizkaia, la “Campa de Juan” junto a la cuesta Basabe en Areeta-Las Arenas, en santa Ana junto a Jolastokieta, en los arenales de la prolongación Amaya junto a Romo, la quizá más famosa por la fiesta que acompañaba en la “Campa de Alango”, o la del Barrio de Sarri en Getxo. Fiesta que va dejando paso, poco a poco, pero de forma inexorable, distantes lugares en el recuerdo.

El pasado año despareció la hoguera que se hacía en Malakate (Getxo), pese a que esforzados grupos de jóvenes trataron de iniciar pequeñas piras de cartones, la autoridad competente las retiraba. Ya solo va quedando como tradición la barbacoa que Itxas Argia ofrece a los vecinos, con sardinas, txistorra y chocolate, que tanta aceptación concita, a decir de las colas que suele provocar. La costumbre de los fuegos ha llegado a los Arenales de Arrigunaga donde los chavales recogen la zaborra que la ría ha depositado para hacer fogatas, saltar las llamas y brincar hasta que el cuerpo aguante. ¡Y es que las llamas, sus misteriosos tiros, el humo que sube al cielo, es la atracción más antigua que ha sentido la humanidad!


Quizás su lenta pero inexorable desaparición, viene precedida por el desvanecimiento de viejos hábitos de reciclaje. Ya solo se incinera como negocio. Acude a mi memoria el recuerdo de un viejo escrito de principios del Siglo XX, que decía: “…En el solsticio de verano, cuando el día es más largo, el prado se viste de verde, el monte se engalana con rosas y los árboles se pueblan de nidos. San Juan renueva bajo la noche serena, alumbrada por el brillo de las brasas, la fiesta que en las humeantes ascuas se cocinan en la lumbre las primeras patatas del año, húmedas aún, junto al rescoldo, donde se escuchan cadenciosos los últimos bertsos de esa mágica noche...” Y en tanto las hogueras, alrededor de las cuales saltaron durante la noche pubescentes bailarines, se extinguen con la última estrella de la noche, se escuchan los postreros gritos de los trasnochadores, ya rendidos camino de sus haciendas.¡Qué alegres son cuando vienen, que tristes cuando se van!


Es curioso pero en una época llena de autoritarismo y represión, podíamos tomarnos pequeñas licencias que nos alegraban los días grises del final de las clases y el comienzo del verano. ¡Qué pena de fiesta! Para el próximo solsticio habremos dejado de contemplar a aquellos bulliciosos danzantes que iban y venían acalorados tras una larga y bulliciosa noche alrededor de las hogueras. De ellas tan solo quedarán recuerdos vagos, como de sombras chinescas recortadas sobre las tradicionales hogueras de San Juan. 

DIEGO VALOR (EL CUENTO DE JUNIO DE J.J. RAPHA BILBAO)

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Ya esta aquí, de nuevo entre nosotros un cuento de J.J. Rapha Bilbao, esta vez, como si de un salto en el tiempo se tratara, nos deleita con un titulo que recrea una fantasía de nuestra niñez, Diego Valor. Y sus páginas, como en el cuento, cual sonido sideral de estrellas rotas,pasarán ante nosotros con la velocidad de las sillas voladoras del viejo comic.

Solo que esta fantasía no ha salido de la radio de Doña Ascensión Iturbe, lo hace del manantial literario que es la imaginación de nuestro amigo J.J. Rapha Bilbao, y que en medio de estos días de calores insoportables, refresca nuestro cansado ánimo, alborozando nuestras tardes de estío al recordar las huellas del legendario cibernauta.


Para enlace cliquear: http://raphabilbao.blogspot.com.es/2017/06/diego-valor.html


LOS OBLATOS DE ROMO

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En alguna ocasión he mencionado en mis entradas a los Oblatos de Romo. Fue una comunidad religiosa que estuvo situada en las casas de “Remar”, aproximadamente entre las calles Santa Eugenia, Urkizu y Alonso; se estableció en nuestro barrio en 1.926.

Al parecer la finca adquirida por los frailes Oblatos estuvo situada en el lugar que anteriormente ocupó la “Fabrica de Alfileres”de Emiliano de la Escalera, en una finca entonces denominada “Villa Julita”, entre las fincas de Mathias Romo y Antonia Legorburu. En ella dicho empresario inició la producción de alfileres de latón, hierro y acero en 1906. Era un cobertizo rectangular, de una sola planta, que disponía de un departamento en el que había instalada una cocina y laboratorio.

Recordando datos anteriores y tal como decía en mi entrada del 4 de diciembre del 2011: “...El Convento de los Padres Oblatos fue otro lugar de Romo que ya ha desaparecido.

El convento de los Oblatos fue también lugar de encuentro de los vecinos de Romo y lugar de juego de los niños entre los años 50-60. La finca de los Oblatos tenía el siguiente aspecto: a su entrada, por la calle Santa Eugenia, y a la derecha se encontraba un amplio frontón. En esa misma zona camino hacia la Capilla tenían un campo de fútbol, testigo de encuentros entre vecinos y seminaristas. A la izquierda del camino y tras un amplio arbolado se encontraban lo que pudo ser en su día las cuadras o caballerizas.

En estas cuadras los Oblatos solía celebrar, en una época del año, una tómbola en la que sorteaban diversos objetos y exponían, cual museo, piezas traídas de las misiones, fundamentalmente útiles de los esquimales, dientes de foca, mandíbulas de pez espada, trajes de iñuit, etc. Esta tómbola era muy visitada por todos los vecinos del Barrio, hay que tener en cuenta que en esos tiempos, los lugares de diversión eran escasos, aún no había empezado la tiranía de la televisión.

Entrando por el camino mencionado y al final del mismo, se hallaba una enorme campana, objetivo por las noches de todos los niños del barrio. Era una auténtica odisea el saltar la tapia que hacía el cierre de la finca y tocar la campana, lo que provocaba la ira de los frailes y el regocijo de los niños.

Para dificultar el acceso a los niños, los frailes recibían con mortero cachos de cristales, no obstante esto no era un problema para poder acceder, ya que los niños golpeando con piedras los cristales dejaban el acceso expedito. Tras esa campana estaba el edificio conventual y la capilla, la cual tenia acceso por la entonces calle General Echagúe (Hoy Urkizu)...”

Esta entrada tiene por objeto ampliar la información respecto de esa comunidad religiosa ya desaparecida en nuestro barrio que entonces se llamó “Comunidad religiosa de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada”. Se abrió en lo que hoy es Romo, entonces pertenecía a Las Arenas. Gracias a unos datos que me ha facilitado el “Secretariado de la Provincia Mediterránea” de su central en Madrid podemos saber que : “...La fecha oficial de la inauguración fue el 21 de noviembre de 1926, con el nombre de Casa de Noviciado “La Purísima”. Era el Noviciado, o casa de formación para los aspirantes a la vida religiosa y continuó con esta función hasta 1941.

La finca ya existía antes de la llegada de los Oblatos que la compraron. Se trataba de una granja avícola, con su correspondiente casa. Estaba situada en el barrio de Romo.

La casa no era grande, pero los Oblatos la ampliaron años más tarde. La primera comunidad estuvo formada por el padre Vicente Blanco, Superior y Maestro de novicios, el padre Manuel Muñiz, ecónomo y confesor ordinario, el Hermano Bocos, cocinero y portero además de siete novicios escolásticos y un novicio hermano.

Desde 1926 hasta 1941 fue Noviciado. Desde 1942 a 1959 fue escuela-juniorado (seminario menor). La comunidad continuó hasta que se cerró definitivamente en 1969, trasladándose al año siguiente a una nueva casa en Leioa, tomando en 1974 la responsabilidad de la parroquia de San Bartolomé…”


En el diario bilbaíno “Euzkadi” del 25 de noviembre de 1926 aparecía recogido en su octava pagina la siguiente información: “...Nueva comunidad religiosa. Han fijado su residencia en esta localidad, tomando posesión de su magnífica finca, que hasta ahora ha sido granja avícola, situada en la calle de Santa Eugenia, los reverendos Padres Oblatos de María Inmaculada, cuya comunidad lleva el nombre de Noviciado de la Purísima. El domingo, 21 del actual, tuvo lugar la, bendición de la capilla de la nueva residencia, celebrando la misa el virtuoso Sacerdote D. Manuel de Escauriaza, cura párroco de Nuestra Señora de las Mercedes, durante la cual dio la comunión a !as novicias. Celebrado el santo sacrificio de la misa, hubo exposición privada del Santísimo. Terminó tan conmovedor acto dando a los recién llegados la bienvenida…”


Aunque esta entrada es corta, hasta que consiga nuevos datos, sirva para situar algo de la historia de un convento de Romo, ya desaparecido, que en los años 50 fue utilizado por el grupo “Zasi Eskola” como lugar para sus ensayos, y que también vio en sus instalaciones la celebración de torneos de fútbol y pelota mano.

LOS FESTIVALES ESCOLARES DE FIN DE CURSO

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Los festivales escolares de todos los tiempos, sobre todo los de comienzos del Siglo XX, eran unos de los acontecimientos escolares más deseados por los alumnos. Tras un curso agotador, por fin llegaba el deseado verano y con él las codiciadas vacaciones escolares.

Era habitual que la convocatoria de todos los acontecimientos relacionados con la enseñanza corriera a cargo de la “Junta Provincial de Instrucción pública”, que era quien convocaba a todos los directores de escuelas oficiales y extraoficiales para su celebración.

La anunciada fiesta escolar fue organizada por el Ayuntamiento de nuestra anteiglesia, como fin de curso un 15 de julio de 1.918, contó con la presencia del Alcalde D. Eduardo Aburto y de los concejales Sres. Uribarri, Menchacatorre y Diliz, además de los miembros de la junta local de enseñanza. Se celebró en la campa de la Avanzada de Algorta, en la misma se reunieron más de mil niños de las escueIas municipales y de los colegios particulares, que habían sido invitados.


Un pequeño inciso para intentar resolver uno de los nombres de un paraje de Algorta “La Avanzada”, término que algunos achacan a origen militar, y otros a una simple indicación, como de obra próxima a finalizar, en cuanto a la comunicación con Ereaga. Que ya en 1.875 se situaba como localización en: “...el tramo del tranvía que une a las Arenas con la avanzada de Algorta (Ereaga)...” Y más tarde en 1.883 se localizaba como: “...cerca de la zona denominada Achecolanda, situada en la avanzada de Algorta, próxima a la hermosa playa de baños de mar del pueblo de Algorta...” Por otro lado siempre asociado a un punto determinado, al finalizar el muelle de Las Arenas, en su encuentro con Algorta, como lo expresaban al realizar las obras de dicho muelle en 1.899 “…junto al muro de defensa desde el muelle de Las Arenas hasta la avanzada de Algorta, en el cual se apoya una carretera...” Tramo que sirvió de salida a las vagonetas que se utilizaron para extraer la roca de Punta Begoña, entrante rocoso que avanzaba hasta la esquina de la Playa de Ereaga, junto al contramuelle. Pero este será un tema que trataré más adelante.

Siguiendo con la fiesta escolar, recordar que aquel día a la 10 de la mañana se instalaba un altar en dicha campa, en el que el párroco de Algorta D. Juan José Arechederra ofició una misa, a continuación intervinieron los grupos de dantza de Las Arenas y Algorta. Y ese día tuvo lugar un hecho, que aunque anecdótico, no puede dejar de mencionarse: “...luego hubo un aurresku de honor, en el que tomaron parte las niñas de las Escuelas municipales...” Después capitaneados por la Banda Municipal, dirigida por el Sr. Mugica, los niños asistentes entonaron diversas canciones vascas, para seguidamente distribuirse por la campa formando varios grupos de orfeones, que continuaron interpretando esas canciones, entre ellas el tradicional “Aldapeko” .


Al llegar el mediodía, aquel ejercito infantil se distribuyó por la amplia explanada, y se sirvió una comida a todos los presentes: “...que fue sufragada por particulares, y el diputado a Cortes, Sr. Sota y Llaño obsequió a los pequeños con refrescos…” A las tres de la tarde se reanudó el festival, que dio comienzo con una romería, en la que se sucedieron la música, volanderas, globos aerostáticos y otras atracciones que hicieron las delicias do los pequeños y de las numerosas personas mayores que acudieron al acto. A las cinco y medía de la tarde, los niños fueron obsequiados con una merienda, dándose por terminado el festival, ya que la lluvia hizo acto de presencia.


Sirva esta pequeña entrada para recordar la vieja costumbre de celebrar los finales de curso con una fiesta multitudinaria de todos los escolares getxotarras en la campa de la Avanzada.

LA CASA SOCIAL DE AREETA-LAS ARENAS

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De la Casa Social de Areeta-Las Arenas he hablado en múltiples ocasiones, solamente recordar que este centro social a lo largo de su historia tuvo diversas funciones. Así, fundada el 15 de noviembre de 1.926 como casa social parroquial, tras la guerra del 36, al ser incendiada, tuvo carácter provisional de parroquia, hasta la inauguración en 1944 de la actual Iglesia de Las Mercedes.

No pensaba que pudiera existir algo más que decir sobre ella, pero por una casualidad, y gracias a mi buen amigo Rubén de las Hayas, del “Mareómetro” de Portugalete, he conseguido una página de la revista “Labor” de 1929, que publicó la Caja de Ahorros Municipal entre 1927 a 1935, cuyos ejemplares están en el Archivo de la Diputación de Bizkaia, en la que aparecen nuevos datos relativos a su actividad. La Casa Social de Las Arenas nació de la mano de los arquitectos Bilbao e Imaz y del sacerdote de Las Arenas D. Manuel Eskauriaza.


A pesar de que su inauguración se realizó el 16 de abril de 1.929, su vida social nacería un 19 de marzo, festividad de San José del mismo año, fecha en la que se celebró una jornada inaugural por la tarde. La prensa local recogía la noticia dicho día: “...Una inauguración.-Esta tarde, a las cinco y media, se verificará, con una velada teatral y literaria, la inauguración del nuevo y magnífico edificio construido en Las Arenas para Casa Social Parroquial…” Al día siguiente el diario “El Noticiero Bilbaino” escribía en su séptima pagina: “...La Casa Social Parroquial, que con carácter de intimidad se celebró ayer tarde, la inauguración del magnífico edificio construido en Las Arenas para destinarlo a Casa Social Parroquial de la barriada. Un cuadro de excelentes aficionados puso en escena la vieja zarzuela de Arniches y el maestro Torregrosa "La Banda de Trompetas" y cantaron varios coros y se proyectó, además, una bonita cinta cinematográfica. La inauguración oficial se efectuará en breve con asistencia del obispo de la Diócesis, doctor Múgica…”

La noticia también era recogida por el diario bilbaíno “El Nervión”, que en su primera pagina llevaba una fotografía del edificio, pasando a la segunda una breve reseña del acontecimiento, en su apartado local “De la Villa al Puertoen la que decían: “...Con gran brillantez y animación fue inaugurada ayer tarde la Casa Social Parroquial, asistiendo numeroso público. Las obritas teatrales representadas gustaron mucho y los Intérpretes fueron muy aplaudidos, como lo fueron también los señores que hicieron uso de la palabra y pusieron de relieve los fines para que ha sido creada la citada Casa. El párroco de Las Arenas, don Manuel Escauriaza, gracias a cuya iniciativa y firmeza de voluntad se debe esa obra, fue muy felicitado...” Y el diario “La Tarde” que al igual que el anterior ofrecía una fotografía del edificio, incluyendo la presentación un cuadro artístico titulado “Coro de los Monaguillos”.


Ese día algunos jóvenes de la localidad, bajo la dirección de los sacerdotes D. Miguel Unamuno y D. Jose Escauriaza, interpretaron varios números musicales, de ellos destacaría el cuadro vasco las “Hilanderas”, el coro de “Los Monaguillos”. Le siguió una vieja zarzuela “La Banda de Trompetas”, interpretada por la Sta. Aguirre y los jóvenes Sancritóbal y Aguirre. Para terminar la velada se proyectó la película “Rosa de California”. La decoración del salón corrió a cargo de Eloy Garay.

En la planta baja de aquel edificio iba un salón de actos con butacas plateas y palcos a todo confort para la época, con capacidad para 800 espectadores. Afirmaban que se realizarían espectáculos de teatro y cine, así como obras sociales católicas. También dispondrá de 5 salas donde “...la señoritas tendrán sus reuniones, sus ratos de solaz...”. Sobre el teatro iba el Centro Católico. Contaba con dos espaciosos salones, uno para los caballeros y otro para los jóvenes; sala de billares, de tresillo y gimnasio, además de biblioteca. Sobre aquel Centro estaba previsto que fuera la Casa Cural, con habitaciones para el clero parroquial, sacristán y conserje.


En el se proyectó la primera película de cine sonoro “Horizontes Perdidos”, en 1.940, película dirigida por Fank Capra e interpretada por Ronald Coldman y Jane Wyatt. Albergó a diversas organizaciones del barrio, entre ellas a la “Sociedad Ondarrak O.A.R. de A.C.”, que se constituyó el 7 de mayo de 1.966. Transformada en Conservatorio, se dedicó a la enseñanza musical de nivel elemental medio, hasta 1992 en que se transformó en Escuela de Música. Hoy es sede de la “Escuela Municipal de Música Andrés Isasi”.

LOS RESCATADORES DE LA JEUNE-MARTHE

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El rescate del Jeune-Marthe es la historia de unos valientes que, aun a riesgo de sus vidas, se adentraron en las embravecidas aguas de la mojijonera de Las Arenas, cuando los contramuelles no eran todavía ni un proyecto para salvar a la tripulación de ese bergantín.

A lo largo del tiempo la costa de Getxo ha visto embarrancar y en muchos casos hundirse infinidad de vapores, goletas y otro tipo de embarcaciones, algunas con perdidas humanas. La prensa histórica conservada en “Liburuklik” y otras bases de datos recogen alguno de esos desastres marítimos, de los que en otras ocasiones he hablado. En este caso veremos el naufragio del la Goleta Jeanne o Jeune Marthe, naufragio acaecido en Las Arenas el 16 de marzo de 1863, y a sus rescatadores.

El 16 de marzo de 1863, la goleta Jeanne o Jeune Marthe quedó varada en Las Arenas, atravesada de codaste a la mar. Sus tripulantes permanecieron subidos a las jarcias tratando de que la mar del noroeste no les arrastrara. Con un bote que trajeron desde la ría a la playa, por las zonas secas de Las Arenas se consiguió atracar la goleta a sotavento de mares.

Esa noticia era recogida por varios diarios, alguno local como el “Irurak Bat”, y otros madrileños como “El Lloyd”, “La Iberia”, “La Regeneración” y “El Contemporáneo” que en su cuarta página del viernes 20 de marzo de 1863, hacía referencia a otra del diario bilbaíno “Irurak Bat”, en la que daba cuenta del naufragio de la goleta francesa y de la heroica conducta de los marineros de las Arenas que según el mismo diario: “...tan generosamente expusieron sus vidas para salvar la tripulación del buque náufrago...”


El relato del naufragio aconteció según el diario de la siguiente manera: “...El bergantín goleta Jean-Marthe, a consecuencia sin duda del espantoso temporal reinante, no pudiendo sostenerse por más tiempo en la mar se aventuró a acometer la barra a media marea y fue como era natural arrojado por una embravecida mar sobre los bancos del N. E. próximos a ella.

A las cuatro y media se encontraba atravesado, sufriendo el furioso embate de las olas y separada de la tierra la gente que lo tripulaba, por el abismo de esas mismas olas, a distancia de dos cables.

En la situación que ocupaba el buque era imposible la intervención de las lancha del puerto. Mientras, cinco hombres se distinguían, a lo lejos, subidos en los palos del bergatín, y aunque la fuerza del viento impedía oír sus clamores se comprendía la angustiosa desesperación en que se hallaban….”

El comandante de marina, que había participado en el naufragio del “Rita”, que había naufragado el 11 de marzo 1863, también junto a la mojijonera, se hallaba en Las Arenas. Viendo la imprudencia de enviar lanchas en auxilio de los náufragos, decidió arrojar algunos cohetes con un disparador que se utilizaba en esos casos, con intención de darles un cabo, pero la distancia y sobre todo la violencia del viento lo impidieron: “...Entonces el capitán Sr. Arano le indicó la conveniencia de emplear uno de los botes salva-vidas, que perteneció al vapor Rita. Acogida la idea como última esperanza, en un momento fue trasportada en volandas la pequeña embarcación, y a la primera solicitud de la autoridad marítima, se presentaron seis valientes marinos cuyos nombres se indican a continuación, quienes arriesgaron heroicamente sus vidas para salvar a los náufragos, que seguían con ansiedad creciente los movimientos de la gente en la playa.

El pequeño bote salva-vidas fue llevado a hombros hasta las mismas rompientes de la playa, y allí a flote sus valientes tripulantes avanzaron sobre el hervidero de mares en busca de sus compañeros de la goleta, teniendo un delgado cabo de retenida de tierra.

El espectáculo que ofrecía la pequeña cáscara luchando con las embravecidas olas era impresionante, al ver cómo avanzaban al impulso del vigoroso aliento de los remadores hacia los náufragos. Un grito de alegría y entusiasmo salió del pecho de todos los que contemplaban la heroica acción cuando el bote llegó al costado del bergantín goleta, y cuando algunos momentos después desembarcó en la playa conduciendo a los cinco hombres que aguardaban la muerte hacía un instante en los palos, y el capitán cuyo mal estado le había impedido subir con sus tripulantes. No es posible describir el sentimiento general que en todos se experimentó al estrechar en sus brazos a aquellos desgraciados y a los valientes marinos que los habían salvado, exponiendo sus vidas.


El capitán M. Thibaud, afectado sin duda por las violentas emociones que recibió como mayor responsable, llegó a tierra en un estado de completo desvarío, así como otro marinero, atontado por efecto de algunas contusiones. A todos se les prodigaron prontos auxilios y merced a las disposiciones que se tomaron, aquellos hombres que creían perdidas sus vidas pocos momentos antes, se hallaron perfectamente atendidos y a salvo...”

Al salvamento acudieron multitud de personas de Getxo, distinguiéndose entre ellos los capitanes Sres. Arano y Andres Cortina, el Alcalde de Getxo Juan B. Manene, los Sres. Bareño, Arechavala y otras personas, que contribuyeron con gran abnegación al salvamento de los náufragos. Los nombres de los salvadores de la Jeunne-Marthe fueron los siguientes:

De Algorta: Ramón de Larrondo, Julián de Menchaca, Anastasio Sánchez,

Del vapor Pelayo los tripulantes: Víctor Ayala, Braulio de la Hoz y Epifanio de Garay, los cuales, iban a ser recomendados al gobierno para homenajearlos, por la Comandancia de Marina y Fomento y el cónsul de Francia.

El día 2 de noviembre de 1863 el diario marítimo de Barcelona “El Lloyd Español” anunciaba en su portada: “...Han sido agraciados por S. M. la Reina, con la cruz de beneficencia de tercera clase, los marineros Ramón de Larrondo, Julián de Menchaca, José Atanasio Sánchez , Epifanio de Garay, Braulio de la Hoz y Victor Ayala, por la abnegación que demostraron en el salvamento de la tripulación de la goleta francesa Jeune Marthe que naufragó en la boca del puerto de Bilbao…”


No fue esa la única mención, ya que el cónsul de Francia en Bilbao, según informaba el diario madrileño “La Regeneración” del miércoles 27 de mayo de 1863: “...El ministro de Marina y de las colonias del vecino imperio, sometió a la firma de Napoleon III un decreto confiriendo la medalla de oro de segunda clase al capitán retirado y guardia-ría de Portugalete, D. Juan José de Arechavala, y medallas de plata de segunda clase, a sus convecinos los Sres. Aspiazu y Gómez . En lo que concierne al salvamento de la tripulación de la Jeune Marthe, el cónsul recibió la orden de entregar a cada uno de los marinos que tripulaban la lancha salvadera la suma de 40 francos y además proponerlos para medallas de plata de segunda clase...”

La Jeune-Marthe y sus rescatadores, cuántas escenas similares se produjeron en aquellos tiempos en que la barra obstruía el paso de los buques a través de la ría, cuando los contramuelles no existían y los temporales barrían nuestras costas. Esta es una más de esas historias de salvamentos, que poco a poco iremos viendo pasar por estas páginas.

EL MOLINO ELÉCTRICO DE LA CALLE SANTA EUGENIA

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A lo largo de la geografía de Getxo han existido molinos, la mayor parte de ellos en la cuenca del rio Gobela, dedicados a la molienda de grano. Entre los tipos de molinos que existieron algunos lo fueron de Viento, otros hidráulicos, de vapor, he incluso alguno eléctrico.

Entre los que la fuerza motriz, para su accionamiento, era el agua, en la cuenca del Gobela, caben destacar los Molinos de: Arbabarre, Mimenaga, Bolunzarreta e Ibarrakoerrota, Kukullaga-bekoa, Ibatao, Errotatxu. Otros tres considerados de viento fueron los de Aixerrota, Axpikorta y el de Esacerrota en Las Arenas, aunque este último, a juzgar por los datos de los expedientes del Archivo Foral de Bizkaia, lo era de vapor.

Pero existió otro, este de accionamiento eléctrico, que es del que trataré en esta entrada, y que estuvo situado en el N.º 13 de la calle Santa Eugenia de Romo.

Dentro de las iniciativas industriales para ayuda a la ganadería se han sucedido en nuestro municipio. Una de ellas fue la protagonizada en 1929, por Román Ausín, vecino de la calle Santa Eugenia Nº 13, que el 12 de enero de ese año se dirigía al Consistorio argumentando lo siguiente: “...En mi criterio hay en Bizkaia una considerable necesidad de aumentar los productos derivados de la ganadería y avicultura para lograr mayores rendimientos en la producción de carne y huevos. Bizkaia cuenta con 100.000 cabezas de ganado vacuno y una cantidad importante de aves, dándose el caso de que hay que importar leche y huevos de las provincias limítrofes, menos rica que ella en ganadería, por lo que parece lógico que hubiera que mejorar la alimentación de la cabaña...” Y ponía como ejemplo dos razas de vacuno, la “Kolrain Fridenrne Bees” que durante el periodo de un año había dado 35.087 libras de leche y 1.387 de manteca, y la “Segis Pietertje Prospest” que produjo en un año la cantidad de 16.440 libras de leche y 646 de manteca. En aquella época la producción de productos lácteos superaba en el estado español a la del resto de los países de Europa.


Eso motivó que se animara a la instalación de un Molino eléctrico de 5 H.P. de fuerza para la molduración de piensos y la preparación de compuestos para la cabaña ganadera y avícola. Deseaba instalar aquel molino en la planta baja del antedicho edificio, que era propiedad del vecino de Romo Emilio González. La estancia era un almacén de siete por siete metros y medio de superficie, lindaba a su izquierda con la propiedad de Juan Arteche y a la derecha de José Lecertua.

A pesar de que ese tipo de industria estaba incluida entre la primera clase incomoda por el ruido que generaba, recibió la autorización para su instalación el 15 de febrero de 1929.


Hasta aquí, una pequeña historia sobre una de las industrias que se crearon, a principio del siglo XX, en la Vega de Santa Eugenia (Romo).

BASKAVIGING, BALLENEROS EN ISLANDIA

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Baskaviging, una historia de los balleneros vascos en Islandia, contada por una productora de audiovisuales de Algorta “Old Port Films”. Historia peculiar de la que forma parte una ley del Siglo XVII, promulgada por el rey danés Cristián IV, que curiosamente permitía hasta su derogación en abril del 2015, asesinar a los arrantzales vascos.

Baskaviging es un documental histórico. De hecho es el primer documental de recreación que cuenta un hecho histórico que marcó la historia de Islandia, la isla más pobre y salvaje de Europa durante la Edad Media. La palabra Baskaviging es islandesa y proviene de la unión de la palabra Baska que hace alusión a lo vasco y Vigin que significa matanza, escarnio, asesinato, muerte... Por otra parte, y referido a la ley que permitió aquella matanza, la ley de Christian IV, la misma permitía asesinar o ajusticiar por parte de la sociedad civil a cualquier extranjero que alterase la paz en Islandia.


Lo que sucedió fue que la máxima expresión de esta ley se materializó en el dramático hecho que sufrieron nuestros ciudadanos como extranjeros y a partir del suceso y los posteriores juicios civiles, la ley y su aplicación de manera escrita se focalizó sobre los vascos. No debemos olvidar que Islandia había sido asediada por piratas y corsarios en varias ocasiones y que el campesinado de la zona había sufrido robos y saqueos de manera habitual así como secuestros. La ley, de hecho, especificaba que ningún extranjero podía permanecer en la isla durante el invierno, algo por otra parte muy comprensible. En invierno y sin comida y con extranjeros hambrientos en una isla como aquella, los saqueos iban a producirse sí o sí.

Para entender esa singular aventura, antes habría que contextualizar mínimamente la época, y la importancia de los derivados de ese impresionate cetáceo en la economía vasca de aquellos años, ya que era la columna vertebral de nuestra riqueza. LaEubalaena glacialis”, también llamada “Ballena de los vascos”, cuya caza era una actividad costera que se venía realizando ya desde los Siglos X y XI, anterior a la fundación de las villas, se realizaba en pequeñas chalupas, con una tripulación de unos ocho miembros.


Aunque la pesca de este gran cetáceo se venía realizando, desde finales del medievo, a lo largo de la costa cantábrica y gallega, las noticias relacionadas con la pesca, que llegaron de la mano del italiano Giovanni Caboto, trajeron noticias a Europa de que en los mares de Terranova, había tal riqueza pesquera, que el bacalao se podía sacar a mano. Para entonces los Bretones, Normandos, Portugueses, habían empezado a acudir a aquellas aguas a pescar esa especie, a la que nuestros arrantzales llegaron para dedicarse al bacalao, pero también al gran cetáceo.

Quizá uno de los puntos interesantes es que son los arrantzales vascos los que gracias a su destreza y conocimientos de la caza de la ballena se hacen dueños y señores durante mucho tiempo de las aguas de Terranova. Ellos son los que industrializan la caza y el procesado de los productos derivados de la ballena generando lo que se conoce como la primera industria en suelo norteamericano. Cazaban ballenas a cientos y el negocio era sumamente lucrativo a la par que arriesgado. Cuando holandeses, franceses (no olvidemos que dentro de las flotas balleneras vascas muchas veces los marineros más apreciados eran los vasco-franceses), normandos e ingleses entre otros vieron que los vascos tenían el monopolio de la caza de la ballena terminaron por expulsarlos de las aguas canadienses, dado que eran muchos más y más fuertes en cuanto a flota y recursos se refiere. Las ballenas comenzaron a escasear y los arrantzales vascos buscaron lugares de pesca alternativos como Islandia, por ejemplo.


Esta historia parte de una entrevista que realicé en mayo del 2016 a uno de sus realizadores. Para documentar este audiovisual recurrieron a varios historiadores y doctores, entre ellos José Antonio Aspiazu, Xabier Irujoy Michael Barkham. El documental se estructura a través de tres vías principales, entrevistas a los historiadores, mapas, infografías y grabados animados, que recrean cómo se conseguía extraer la grasa de la ballenas, y la tercera recreaciones históricas donde nos cuentan la dureza del viaje y cómo llegaron a aquellas costas. La recreación de los hechos la realiza un narrador que da vida a un personaje histórico Jón Gudmundsson, que era el erudito de la isla, además de naturalista, que hizo amistad con los balleneros e intercambiaba información con ellos. Tras los desafortunados hechos, que acontecieron más tarde, escribió un libro que se conserva en el Museo Nacional de Islandia, en el que narra aquella matanza.

Jon Laerdi Gudmundsson, más conocido como Jon el Sabio, era un intelectual y erudito que vivía en la zona más pobre de Islandia: los fiordos del Oeste. Un lugar que a día de hoy sigue igual que hace 400 años. Él fue de los pocos que durante varios años se relacionó con los vascos llegando a establecer una amistad con ellos. La misma que tras la masacre le llevó a escribir, desde el exilio en un islote del archipiélago de Westman donde cumplió condena por brujería entre otras cosas, los sucesos de los que fue testigo inculpando a los propios islandeses que comandados por un sheriff corrupto y malévolo de aquella época levanto en armas al campesinado amparado en la ley de Carlos IV para matar a los vascos. Aquel escrito fue titulado por Jon el Sabio como Spanverjavijin: Matanza de los Españoles.


El documental inicia su andadura en abril de 1615, cuando doce barcos vascos se dirigieron a aguas islandesas, pero solamente tres de ellos se quedarían en la zona que provocó el conflicto, el resto querían ir a Noruega y así lo hicieron para su suerte. En ese siglo el territorio de caza de nuestros balleneros era Terranova, pero la escasez de esos cetáceos en esos mares, les llevó a emprender la singladura de Islandia, llegando a los fiordos occidentales de la isla, conocidos como Spánverjavíg. Los capitanes de dichos barcos eran Esteban de Telleria, Pedro de Aguirre y Martín de Villafranca.

Aventura de la que ni ellos mismos sabían cómo iba a acabar, y menos aún, como lograrían sobrevivir en aquellas tierras del norte. Les iba a llevar a un territorio de campesinos, que debido al clima extremo no cultivaban la tierra, su principal modo de vida era el pastoreo de ovejas y ganado. La presencia de nuestros arrantzales, al principio fue bien aceptada, pero finalmente se convirtió en una amenaza para ellos. Temían que su fuente de alimentación podía ser esquilmada por aquellos rudos marinos, que más tarde actuarían cual desalmados vikingos. En esas tierras islandesas, los nativos solamente aprovechaban la carne de las ballenas, que varaban en sus costas para alimentarse y los huesos para fabricar sus viviendas.


Los arrantzales vascos llevaban pescando en aguas islandesas desde por lo menos 1613 si no antes. La relación entre vascos e islandeses era fantástica y los islandeses, de hecho, necesitaban de los vascos porque los inviernos eran tan duros que estaban deseando poder intercambiar su carne de res por carne de ballena con los vascos y así poder tener asegurada la comida durante el frío invierno islandés en el que morían los campesinos como moscas. De esta manera vascos e islandeses, fruto de esa necesidad porque los vascos también querían comer carne de res después de estar tanto tiempo fuera de casa, crearon un dialecto pidgin para comunicarse, un sistema de comunicación entre el euskera y el islandés del que se llegó a elaborar un diccionario. Se entendían en lo básico y se llevaban muy bien. Otra cosa es que en esta ocasión la relación se torciera fruto de terceros y a que en tiempos de necesidad el ser humano saca su lado más oscuro. Los islandeses no pescaban ni sabían pescar ballenas por superstición y porque en su isla no había madera para construir barcos. Que los vascos pescasen allí era todo un espectáculo visual y también un regalo gastronómico.

Aquellos tres barcos se dirigieron a las aguas del Norte. Su objetivo era pescar el mayor número posible de ejemplares, sobre todo para vender más tarde en Europa la grasa que fundían; cada tonel de grasa adquiría en el mercado el equivalente a 5.000 euros actuales. A su llegada mantuvieron buenas relaciones comerciales con los nativos, pagaban impuestos por el derecho de pesca, de desembarco en tierra para despiezar los cetáceos, y fundir aquella grasa. Eran los jefes tribales quienes se beneficiaban de aquellos acuerdos. Se sabe que hasta más adelante de 1632 los arrantzales vascos conservan una relación fantástica con los islandeses. Las relaciones prosiguieron durante muchos años tras la matanza.


Tras realizar una gran pesca, que les permitió llenar sus bodegas, cuando se las daban por felices, algo pasó que fue el comienzo su atroz final. Este hecho aconteció el 19 de septiembre de 1615, cuando una feroz tormenta se desató en aquellas costas. La fuerza del mar provocó que chocaran con un iceberg que los arrojó a los acantilados islandeses. Con sus barcos destrozados, agotados y desnutridos, la enfermedad empezó a hacer mella en sus helados y húmedos cuerpos, en tierra y desamparados, y aunque no tuviera justificación su forma de actuar, se vieron en la necesidad de robar a aquellos pobres islandeses sus escasos víveres para poder sobrevivir.

A comienzos de siglo se habían sucedido cuatro inviernos durísimos, los bloques de hielo polar hacinados en las orillas, impedían la pesca y el pastoreo en la zona costera, lo que dio lugar a grandes hambrunas. En la primavera de ese año el rey danés firmó un decreto que permitía a los nativos a atacar a los balleneros vascos, requisar sus barcos y posesiones, pero sobre todo lo más grave, quitarles la vida. Ello, junto a las artimañas de algún magistrado y clérigo local que puso a la población en su contra, fue el caldo de cultivo para la matanza que iba a suceder a continuación. El alguacil Ari Magnússon, magistrado en los condados de Ísafjördur y Strandir, organizó una persecución despiadada contra nuestros arrantzales. Algunos consiguieron escapar, pero otros, incluido uno de sus comandantes Martín de Villafranca, sucumbieron en manos de los indignados islandeses. En total fueron 32 los arrantzales degollados (No degollaron a todos. El grupo liderado por Martín de Villafranca, una vez asesinado su capitán, se atrincheró en una cabaña. Los islandeses levantaron el techo de madera y los dispararon desde arriba), de hecho les disparó el hijo de Ari Magnusson. Se considera ese hecho como la mayor masacre de la historia de Islandia. Se cuenta que los supervivientes raptaron un barco ingles en la zona sur de Islandia para regresar a casa. Y además, también se cuenta que la persona que mantuvo con vida a los vascos de las tripulaciones de Aguirre y Tellería, o sea los supervivientes, fue la madre de Ari.


Las recreaciones de este documental, realizado en Inglaterra, Cádiz, Pasajes San juan (Donosti) e Islandia por estos productores algorteños. Precisamente un coproductor de ese país colaboró enviándoles imágenes de ballenas y planos aéreos de la isla. (el coproductor islandés hizo mucho más que enviarles planos: se implicó mucho en todo el proceso de rodaje, fue imprescindible para que se movieran por Islandia, permisos, extras, etc... Fue una convivencia genial entre vascos e islandeses durante la grabación de la película) la coproducción con un productor islandés les permitió recrear los asesinatos en los mismos lugares y paisajes en los que tuvieron lugar hace 400 años. Hoy son sus amigos, guardan una gran relación con ellos y ciertamente, les demostraron que admiran mucho la cultura vasca.

Hasta aquí un relato sobre el trabajo de esta productora de audiovisuales de Algorta “Old Port Films”, de quienes ya he publicado otras entradas “Las Leyendas de Karolo” y “Nuevos Artistas de Getxo”. Entre los autores de este magnífico documental, están Aitor Aspe (director), Aner Etxebarria (Guionista) y Katixa de Silva (Productora);para la dirección de fotografía contaron con Jorge Roig y en el equipo de vestuario Josemi Laspalas. Ha sido presentado en festivales como el “Zinemira Festival de San Sebastian 2016” y el “Reykjavik International Film Festival”. Recientemente han ganado el premio a la mejor película documental en el festival internacional de Richmond, Virginia.


Estamos seguros que este equipo dará grandes momentos a nuestra filmografía en los próximos años.

WATER-POLO EN LA RIA, AREETA Y ARRILUZE

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Esa modalidad de juego, según algunos escritores, apareció en Glasgow en 1869, y era considerada como “fútbol acuático”. Al parecer, tuvo su primera referencia en la prensa escrita en 1879, a juzgar por lo publicado por el diario ingles “Times”, el 21 de julio, que aludía a lo que consideraban como: “...curioso deporte formado por dos equipos de siete hombres llamado Foot-ball acuático…” Y que el editorial noticiaba así: “...en la tarde de ayer, en la pileta del West-End, dos equipos formados por siete hombres cada uno, bajaron al agua para medirse en el juego de Foot-Ball acuático...”
El origen del nombre parece que viene de la necesidad de entretenimiento para el público que asistía a las largas sesiones de natación, en cuyos intermedios se ofrecía un espectáculo de diversión consistente en: “...dos equipos montados sobre barriles de madera con cabeza de caballo. Estos eran manejados por remos y utilizaban una pelota para convertir los goles, de manera similar al polo tradicional...” De lo que derivó una parte de su nombre a partir de la palabra de origen indio “Pulu” (Pelota), cuya pronunciación es “Polo”, y que junto al lugar en el que se practicaba “el agua”, daría origen al compuesto de “Water-Polo”.

Esa actividad lúdica el “Water-Polo”, fue reconocida como deporte de competición por la “London Swimming Association” en 1885. Durante los siguientes años pasó al resto de Europa, en 1889 llegó a Hungría, en 1890 a Bélgica, en 1894 a Alemania y Austria, y en 1895 a Francia. Se incluyó en los Juegos Olímpicos de 1900, en la Olimpiada de París, como deporte de exhibición. En la península el primer partido se disputó en 1908 en Barcelona.


Y sin embargo parece que el deporte rey de la época, el Football, solo dejaba paso al Water-Polo en la época estival. Es como si el tiempo no corriera, como si llegados a nuestros días, diéramos un salto en el tiempo, parece que la afición a los deportes se repitiera, ya que desde principios del pasado siglo ya se decía, al referirse a la llegada del verano, refiriéndose a los deportes de moda: “...Llega la temporada estival. ¿Acabado el football, en verano se puede practicar algún deporte? Repasamos las secciones de náutica del Club Deportivo, Canotaje, Natación, Water-polo, es este último, que se pueden realizar en un puerto de mar, uno de los más completos ya que une el juego de pelota con la natación…”

Este fue el deporte que en las dos primeras décadas del Siglo XX se practicaba en nuestro litoral, tras acabar la temporada del eterno football. Sus escenarios en Getxo fueron nuestra ría, el embarcadero de Las Arenas y la dársena de Arriluze en Algorta.


La revista deportiva madrileña “Gran Vida” ya recogía noticias relacionadas con esta competición, en un monográfico dedicado a Donosti. Información que la rotativa “El Noticiero Bilbaíno” del 21 de septiembre de 1908 sacaba en su tercera página: “...Se ha publicado el número 63 de la revista deportiva Gran Vida, con amplia y notable información de la vida veraniega, fiestas y deportes en San Sebastián, con Carreras de natación y Water-polo...”

Pero será en septiembre de 1912 cuando se recogerá en dicho diario por primera vez dichos torneos en uno de los escenarios más bonitos de la época, en el cual se celebraron campeonatos de diferentes especialidades relacionadas con la natación, la ensenada de Arriluze. Que tal y como relataba en mi entrada del 15 de septiembre del 2016 “Los Deportes Acuáticos en el Abra”: “...Una de las primeras incursiones en la prensa local, de dicho deporte, se produjo el día 22 de septiembre de 1912. Dicho día se celebró una excursión al Abra, organizada por el Club Deportivo de Bilbao, que a bordo del remolcador “Andrés”, partieron desde la villa de Don Diego rumbo al contramuelle de Algorta, lugar en el cual desembarcaron cerca de cuarenta deportistas. Dentro del rompeolas organizaron un concurso de natación en el que tomaron parte veinte nadadores. A continuación se jugó un partido de “water-polo”, una de las modalidades estrella en los siguientes años...”


Ya en 1913, el domingo 1 de septiembre, se jugaba un encuentro de Water-Polo frente al Arriaga, cargo del “Portugalete” y el “Club Deportivo de Bilbao” que envió sus equipos A y B, el primero ostentó distintivo rojo y el segundo blanco. El juego debió llamarse “barro-polo”, pues el agua de la ria, a consecuencia de las fuertes lluvias, aparecía convertida en barro. Por esas fechas se aprobaba por Real orden el Proyecto de reposición de bloques defensa del rompeolas y refuerzo de la escollera del mismo y del muro de defensa de Las Arenas y la Mojijonera. Así como las obras de alquitranado de la carretera de Las Arenas a Algorta. Ese mismo año con motivo de las fiestas patronales de Portugalete, se jugo un partido de Water-Polo en la ríafrente a Las Arenas, tanto el muelle de Portugalete como el de Las Arenas se hallaban abarrotados de numeroso público. Sobre las boyas y junto a los remolcadores se podía ver a los contendientes.

Mientras el día 14 de agosto de 1914 tuvo lugar en la Casa Consistorial la subasta de las obras de construcción del mercado de Las Arenas bajo un presupuesto de 64.360,50. En el embarcadero de Las Arenas se celebraba un partido de Water-Polo entre el Deportivo y el Arenas, en las escalerillas del embarcadero se agolpaba numeroso publico, y eran las embarcaciones quienes acotaban el campo de la competición. El “I Campeonato de Vizcaya” de water-polo se celebró en 1917.


Aunque el Water-Polo aparecía y desaparecía en la prensa, periódicamente volvía a las paginas de la misma, algunas veces como simple anuncio de nuestro Consistorio. El 24 de julio de 1922 el Ayuntamiento de Getxo insertaba un anuncio el diario “El Noticiero Bilbaino”: “...Con motivo de las festividades de Santa Ana. San Ignacio, San Nicolás y la Asunción de Nuestra Señora, se celebrarán en este Municipio romerías los días 26 y 30 de julio, en Las Arenas; el 31 d e julio y 6 de agosto en San Ignacio; el 11, 12 y 13 de agosto en Algorta y el 15 y 16 de agosto en Santa María de Guecho, teniendo lugar carreras ciclistas, regatas de botes, concursos de natación-campeonato de Guecho, partido de water-polo, cucaña con fuga de patos, concurso de aurrekularis...” Hacían referencia en el mismo a que otros detalles de los festejos aparecían en el Programa de Mano.

El embarcadero de Las Arenas era otro de los marcos elegidos para la práctica de este deporte. El domingo 28 de septiembre 1924 se celebro en Las Arenas un campeonato de natación organizado por el Club local: “...quedó en primer lugar como Campeón de Vizcaya, Blas Echave del Arenas Club, en la modalidad 200 metros braza de pecho...” En el marco de esta competición se jugó un partido de Water-Polo entre los equipos del Club Deportivo de Bilbao y el Arenas Club, que empataron a dos tantos.


Bajo los auspicios de la Federación Vizcaína de Natación Amateur y organizado por el Club Deportivo de Bilbao, se celebró los días 13 y 20 de septiembre de 1925 el “Campeonato de Vizcaya de Water-Polo”. Se celebro en dos tandas, la primera se jugó el día 13 ( domingo) y la segunda el día 20 (domingo). Se compitió en el escenario del embarcadero de Las Arenas, el primer día se enfrentaron los equipos del Club Deportivo de Bilbao y el Portugale F.B.C.; y el Arenas Club contra la S. D. Indauchu; quedando clasificados para la final del día 20 de septiembre el Arenas Club y el Club Deportivo de Bilbao. En la segunda ronda el Arenas Club ganó por 2-0 al Club Deportivo de Bilbao. La clasificación del campeonato queda así: 1º Arenas; 2º Deportivo; 3º Indauchu; 4º Portugalete. Los equipos ganadores se alinearon de la siguiente manera:

Por el Arenas: Inda, Ferrer, Manzarbeitia, Echave, Azaola, Lozano, Valdes y Lozano.
Por el Deportivo: Rosendo; Artolozaga, Otaduy, Menjon; Calvo, Hormaechea y Picaza.

La victoria se decantó por los areneros, que a decir de la prensa local, estuvieron más compenetrados y fueron más veloces en sus brazadas.

El domingo día 5 de septiembre de 1926, en el muelle de Arriluze, se celebraron los partidos de la primera jornada del campeonato de Vizcaya de water-polo. Participaron los equipos del Deportivo, Arenas, Sporting e Indauchu. El primer match lo jugaron el Deportivo y el Arenas, que alinearon a:

Por el Arenas: Ferrer, Echave, Churruca, Lozano (F.), Lozano, Echevarrieta y Artaola.

Por el Deportivo: A. Ferrer, Otaduy, Artolozaga, Menjón, Zuazola, Hormaechea y Chauve.

Venció el Arenas por seis goles a uno. Quedando clasificados para el encuentro del 8 de septiembre, en el primer puesto el Arenas y el Indauchu y para el segundo grupo, el Deportivo y el Sporting. El match final del campeonato de Vizcaya de water-polo se jugó también en Arriluze. Los equipos alinearon:

Por el Arenas: Ferrer, Echave, Churruca, Lozano (F.), Lozano, Echevarrieta y Artola.

Por el Indauchu: Bolívar. Bolívar, Córdoba, Valdés, Castillo; Alvargonzález y Otaduy.

Terminó el tiempo reglamentario con empate a un gol, en la prórroga el Arenas logró dos goles más, proclamándose campeón de Vizcaya. Al año siguiente el Arenas Club seguía imponiéndose en los Campeonatos de Vizcaya de Water-Polo.


El domingo día 22 de julio de 1928 se jugó en la dársena de Arriluze el “Campeonato de Vizcaya de Water-Polo”. Jugaron en primer lugar el Arenas Club contra el Sestao, venciendo el equipo local por 2 a 1. En el ranking de la liga el Arenas iba en primer lugar con 6 puntos. El domingo día 29 continuaba aquel campeonato en el contendieron los dos Clubs que más destacaban en la liga, el Arenas Club y el Athletic. Ganó el Arenas por 4 a 2, siendo la puntuación del equipo muelleko de 8 puntos por 4 del equipo Bilbaíno.

En julio de 1929 se realizaban entrenamientos en el embarcadero de Las Arenas, entre los equipos del Arenas Club y el Club Deportivo de Bilbao. Como entrenamiento y tanteo de fuerzas de los dos equipos rivales, de cara a los campeonatos de septiembre. Los areneros, a la popa de su flamante base, aquilataban la fuerza de sus lanzamientos de cuero acuático a su incansable guardameta Ferrer. Los tritones areneros se iban a ver las caras contra los “Poseidón” y “Patos” del Club Deportivo.



Este deporte iría decayendo poco a poco en Getxo y daría paso a otras modalidades acuáticas, como las “Travesías del Abra”, pero eso que va a suceder en 1934 con su primera edición será tema de otras entradas.
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